Normalmente se da como fecha oficial del nacimiento del Nuevo cine americano al año 1967 y como película que dio el pistoletazo de salida: Bonnie and Clyde de Arthur Penn. Esta película estaba además protagonizada por un actor que estaba construyendo inteligentemente su carrera cinematográfica, Warren Beatty, y cambiando las reglas del star system en un sistema de estudios que estaba a punto de morir. Ese mismo año queda además abolido un código Hays cada vez más caduco y nace un nuevo sistema de clasificación de películas por edades. Arthur Penn pertenece a una generación de directores conocida como la generación de la televisión y a esta misma generación pertenecía John Frankenheimer. Todo este preludio es para explicar que al igual que hay un periodo pre-code, existe un periodo pre-Nuevo cine americano que tuvo su desarrollo durante los años sesenta (y parte de los cincuenta) donde empezaba a verse que no tenía sentido seguir los ‘mandatos’ del código Hays, se tocaban nuevos temas y se buscaban nuevas formas para contar historias así como se iba generando una nueva cantera de estrellas que iban con los tiempos convulsos.
Una de esas películas pre-Nuevo cine americano podría ser Su propio infierno de John Frankenheimer que cuenta además con varios puntos de análisis interesantes. Primero señalar los primeros años de este director que realizó una serie de películas muy interesantes donde no sólo se reflejaba el ambiente de paranoia que se estaba viviendo sino que mostraba los nuevos tiempos, daba otra visión crítica de acontecimientos históricos y un nuevo enfoque a la realidad social del momento. Así entre sus primeras obras podemos encontrar no sólo sus buenas películas con Burt Lancaster (Los jóvenes salvajes, El hombre de Alcatraz, El tren o Siete días de mayo) sino otras producciones de interés (El mensajero del miedo y Plan diabólico), entre ellas la que se analiza en este post.
El dramaturgo y guionista William Inge adapta al cine una novela de un autor de ese periodo, James Leo Herlihy, cuya obra literaria más conocida fue Cowboy a medianoche (que se convertiría en película en 1969). Su propio infierno tiene un aire a los ambientes opresivos, sórdidos, angustiosos, sexuales de un Tennessee Williams pero con un halo final de luz. Toca temas y muestra ambientes sórdidos que no eran muy habituales en las películas de Hollywood… Por otra parte, Inge había firmado el año anterior el guión original de una película de Elia Kazan (que avanzaba con los tiempos en su manera de contar y en lo que contaba), Esplendor en la hierba que era a su vez el debut de una joven promesa cinematográfica, Warren Beatty.
Y Su propio infierno tiene como personaje principal a un joven rebelde Berry-Berry (con el rostro de Warren Beatty, creando su halo de actor de la generación del nuevo cine americano) que “odia la vida” y por eso se convierte en un personaje tóxico que no sólo se autodestruye sino que siembra la destrucción en aquellos que lo aman y a todos aquellos que le rodean. Lo único bello que trata de atesorar y cuidar a su manera es la relación con su hermano pequeño (pero también fracasa en esto). La primera vez que le vemos se define perfectamente al personaje. Entre sombras en una celda, increíblemente bello, pero también descuidado.
El drama queda articulado alrededor del hermano pequeño de Berry-Berry y su mirada… un adolescente sensible que adora a su hermano mayor. Para este papel el espectador se encuentra con aquel niño que admiraba al pistolero en Raíces profundas. Brandon de Wilde, convertido ya en adolescente y en un actor joven con mucho futuro por delante (tristemente lastrado por un accidente de coche), deja un retrato sensible de un adolescente. Y vuelve a cautivar no sólo con su mirada sino con su sonrisa tímida. Los dos hermanos tienen dos padres con los rostros de los veteranos Angela Lansbury y Karl Malden, dos personajes perfectamente construidos de personalidades complejas. Él, un hombre de ideas progresistas absolutamente desencantado y alcohólico (para él Berry-Berry es un rinoceronte como lo llama siempre cariñosamente… un rinoceronte que derriba y se lleva todo lo que tiene por delante); ella, una mujer dominante que ama enfermizamente a su hijo mayor por encima de todas las cosas, como si fuera un dios. El conflicto se desata por la aparición de un personaje que descoloca la vida de todos los miembros de esta singular familia. El conflicto tiene el rostro de Eva Marie-Saint. Es la hija de una amiga de la madre. Una mujer independiente, todavía joven, sensible, emocional, vulnerable… que sabe del dolor.
Así Frankenheimer no sólo cuenta con un plantel de actores adecuados y con una historia potente sino que sabe cómo contarla desde la mirada del joven adolescente. Muestra crudeza y decadencia para reflejar la caída y degradación de Berry-Berry (y su destructiva relación con las mujeres que se cruzan en su camino). Emplea delicadeza para mostrar el mundo interior del adolescente. Y se muestra íntimo para enseñar la relación que se establece entre el adolescente y el personaje de Eva Marie-Saint y entre ésta y Berry-Berry (dejando una escena hermosa y una manera peculiar de contar un enamoramiento: un paseo por un parque, donde todas las personas son ajenas al amor de la pareja que pasea pues están escuchando un concierto al aire libre y como culmina cuando llegan a un lago…). Lo que nos cuenta finalmente es la historia de un despertar, de cómo un adolescente descubre que su hermano no es la persona que él pensaba y su conciencia de que en realidad es un ser humano que hace daño pero que sufre continuamente por ello. Y él, después de la tragedia, prefiere aferrarse a la vida…
Su propio infierno se convierte así en una obra para descubrir que refleja un preludio de un nuevo cine que llegaba a Hollywood… lo que pasó después es otra historia.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Ya ves,mi querida Hildy,son casi las doce de la noche y todavía con los ojos como platos.Maldito insomnio,bueno,no tanto;son horas de silencio,de parón radical del endiablado ritmo contemporáneo que no va a ninguna parte (el propio infierno).A estas horas se lee mejor,por ejemplo,este estupendo post que dice tantas cosas a la cual soy sensible.Ay,Frankenheimer.Qué lástima su declive cuando ha dado tan buenas películas,pero se lo perdonamos ¿verdad? ya tenemos las otras,las que tú aquí mencionas y,también otras.
Te digo susurrando que tengas buenas noches…
¡Te gano, te gano a ojos abiertos a las tantas de la noche! Sí, Frankenheimer es un buen director para indagar en su filmografía con sus altos y sus bajos (pero los altos, qué altos).
Su propio infierno ha sido un bonito descubrimiento… y ha sido un placer reencontrarme con Brandon de Wilder.
Sigo susurrando más bajo todavía que buenas noches…
Hildy
Perdonad, chicos, pero aquí el dormilón comenta por la mañana y bien descansadito…
Varias cosas: primera, que llamar «rinoceronte» a Karl Malden me parece una crueldad innecesaria por parte del guionista. Segunda, que cuando veo a Brandon de Wilde me dan ganas de ser Jack Palance. Tercera, que lo de Frankenheimer es una pena, porque luego hizo unos bodrios de no te menees (con algún ocasional repunte como «Ronin», que me gusta mucho). Cuarta, que el texto es estupendo. Quinta, que la fijación de los americanos por los nombres dobles (Berry-Berry, John-John…) me parece una imbecilidad. Sexta, que no soy partidario de Warren Eeatty, aunque reconozco su importancia en aquel periodo.
Besos
¡Mi querido Alfredo! ¡Nooooo…, ja, ja, ja! El guionista no llama a nuestro Karl Malden rinoceronte… sino que el personaje de Karl Malden tiene un apodo para su hijo (Warren Beatty) que es el de rinoceronte… porque arrampla con todo lo que le rodea, lo destruye.
Te juro que el bueno de Brandon de Wilde hace de las mil maravillas de adolescente que despierta a la crueldad del mundo adulto…, pobrecito, no le mandes a Jack Palance vestido de negro (que daba mucho miedo).
… Ay, mi querido Alfredo, pero no me negarás que el jodido de Beatty era bello, bello, bello…
Besos mañaneros
Hildy
Ah, tienes razón, que lo he leído mal…
Pero me reafirmo en lo de Palance…
Besos
Me parece una buena película, se ve interesante. Tengo algunas de John Frankenheimer pero esta se me había pasado o no la tenía presente. No soy mucho de Warren Beatty, se me cayó bastante cuando anduvo con Madonna, se le veía bastante maltratado por el ego de la chica material (que btw no me gusta nada su música), que tengo un concepto algo maltrecho de él, sin embargo sus primeras películas algunas son buenas. De Beatty recuerdo bastante con cariño Heaven Can Wait. Y seguro que fue bastante guapo, pero no a envejecido con la fuerza de la personalidad por ejemplo de un Clint Eastwood, a quien respeto mucho. Muy bien escrito, provoca verla, bastante. Un gusto leerte. Besos.
Sí, querido Mario, es muy pero que muy interesante esta película. Posee un lirismo maldito especial y gracias sobre todo a Berry-Berry, el personaje encarnado por Warren Beatty.
Ja, ja, ja…, efectivamente, hubo un Beatty antes de Madonna (tuvo mejor gusto cuando estuvo enamoradísimo de Julie Christie)y otro antes de Annette Bening.
Warren Beatty es muy interesante para el análisis cinematográfico. Intuyó que los tiempos estaban cambiando y supo ir con ellos.
Además de sus tareas de actor y productor también dirigió, por ejemplo, la película que recuerdas con cariño El cielo puede esperar u otra que me gusta una barbaridad ROJOS.
Ahora mismo no se deja ver mucho y sí que ha envejecido mejor Clint Eastwood.
Besos
Hildy
Excelente reseña, Hildy. Una peli, bien adaptada. La novela de James L. Herlihy, lo mismo que «Cowboy de medianoche». Es excelente, un escritor que tuvo un final doloroso. JF es uno de los grandes olvidados y comparte méritos con sus coetáneos. Unas veces más fino, en otras ocasiones no tan acertado: la vida. ¿Quién no tiene días malos? Por cierto, una confidencia…Sabias que el ínclito Frankenheimer es padre del cascabelero Michael Bay Productions Bruckheimer. Mira las fotos del “bastardo” (no lo digo despectivamente) y el padre, que nunca lo reconoció: son dos clones. Algo así, como nuestro Cordobés y su Cordobés Jr. Besos desde la jaula de Alcatraz
Pero ¡cuántas cosas curiosas e interesantes me cuentas, mi querido JC! Lo de Frankenheimer y Michael Bay no tenía ni idea… Guau, qué descubrimiento.
No he leido nada del novelista James L. Herlihy, lo que sí he conocido ha sido sus adaptaciones cinematográficas. Y sus historias parecen potentes.
Un beso enorme desde el tren
Hildy