Dos estrenos con alma. Una de ficción y un documental

¿Y si vivimos todos juntos? de Stéphane Robelin ofrece una radiografía sobre la vejez en Europa. Con un final maravilloso y duro a la vez, Robelin ha conseguido que nos encariñemos con cada uno de los miembros de un grupo de amigos que rozan los 75 años y que deciden en un momento dado vivir todos juntos. Recupera además a Jane Fonda para el cine francés magníficamente acompañada por unos actores con química. A través de la relación que establecen los ‘abuelos terribles’ (todos enamorables) con un estudiante (correcto Daniel Brühl), que precisamente realiza su tesis sobre la vejez, se deparan momentos en los que no puedes contener la risa o la lágrima. Siempre recuerdas a tus abuelos o a los propios padres en el duro proceso que es la vejez lleno de luces, sombras y dependencias… pero también un proceso en el que contagian las ganas de vivir con pasión (e ilusionarse por las cosas) y también las ganas de la lucha. Y también se muestra cómo aceptar con valentía momentos tan duros como la propia muerte.

La cueva de los sueños olvidados de Werner Herzog es un original documental en 3D donde el director alemán muestra el universo de la cueva francesa de Chauvet. El director sigue en ese camino de comunión con la naturaleza y la espiritualidad del ser humano… y nos lleva a través de unas pinturas rupestres con más de 32.000 años de antigüedad. De su complejo y quijotesco discurso muchas son las ideas rescatables (y otras rozan el surrealismo)… la belleza de las pinturas nos muestra ya una especie de intento de captar el movimiento y e contar una historia, de orígenes del pre-cine, realmente emocionantes. Herzog también capta el universo peculiar de un grupo de científicos, que cada cual se merece un documental, que se entregan a la investigación de esta cueva de los sueños, intentando recrear o atrapar el pasado y comprender la creación artística y simbólica de hace miles de años.

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4 comentarios en “Dos estrenos con alma. Una de ficción y un documental

  1. Si es que ya lo digo yo, si es que volvemos a la cueva…
    Desconozco ambas propuestas. La primera me echa un poco para atrás, porque detecto cierto tufillo sentimentaloide mal entendido («a la americana», para entendernos). La otra me interesa más, especialmente ahora que ando pensando en retocar la decoración de mi salón. Un buen bisonte en la pared del sofá siempre es un valor añadido…
    Besos

  2. … ja, ja, ja… nunca salimos de la cueva. Nunca.

    La primera, sí, es sentimental no te voy a mentir (pero creo que no llega a caer en lo sentimentaloide y meloso)… pero su final la redime. El final es una secuencia preciosa (o por lo menos para mí).

    La de Herzog es especialmente interesante… consigue que nos situemos en otro universo pasado y presente. Creo que hay unos caballos que irían perfectamente en tu salón o unas manos rojas muy modernas…

    Beso

    Hildy

  3. Esto es lo que yo llamo, compa Hildy, la magia del cine ‘de verdad’: cómo propuestas tan radicalmente diferentes, en forma, fondo, tono, género, estilo, pueden concitar el interés del mismo espectador (en este caso, el tuyo, pero tengo el convencimiento de que a mí también me van a resultar atractivas, a buen seguro…). A ver si les echo ojo, y ya contamos…

    Un fuerte abrazo y buena tarde.

  4. Toda la razón del mundo, amigo Manuel, son dos propuestas radicalmente distintas… pero cada cuál tiene su alma y su punto de interés.
    … una tiene un título adecuado porque en cierta manera la sala de cine y el cine, o el salón de casa y su televisor, no dejan de ser una mágica cueva de sueños olvidados… cada uno habita su cueva particular y ‘ve’ un montón de sueños maravillosos.
    Besos
    Hildy

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