Boleto al paraíso de Gerardo Chijona

Desde Cuba, Boleto al paraíso.

Eunice (Muriel Cejas) inicia un viaje. Exterior e interior. Y su rostro nos cuenta todo. Su rostro, narra.

Y en todo viaje iniciático hay transformaciones.

Y en todo viaje iniciático hay encuentros y desencuentros. Obstáculos y más obstáculos. Decisiones que cambian la vida.

Y como todo viaje iniciático puede reflejar una metáfora.

Eunice se encuentra con unos acompañantes de su misma edad. Otros jóvenes.

La protagonista trata de alcanzar el paraíso en 1993… pero no está marcado en los mapas. El paraíso no se encuentra en esa isla que se ahoga y se llama Cuba. No hay salida. Para ninguno.

Boleto al paraíso es película que exuda verdad…

Gerardo Chijona se empapa de una situación que quiere contar. Así con cuerda de equilibrista pasea por el melodrama, el realismo social, el love story, el viaje iniciático, la película de grupo de adolescentes, el nihilismo y la metáfora de una Cuba amordazada y sin salida (recordemos que sitúa la acción en un año clave para Cuba, justo cuando la URSS deja de existir definitivamente -1991- y Cuba se queda cada vez más solitaria en el mapa).

En un principio la película del veterano Chijona sigue esa corriente de jóvenes nihilistas que no encuentran salida a sus vidas, que no pueden salir de sus barrios, esos jóvenes que entonces inician un viaje desesperanzado a la caída. Así se nos quedaron en la retina aquel cine quinqui de finales de los setenta principios de los ochenta en esta península nuestra… con historias como la de Deprisa, deprisa de Carlos Saura o Colegas de Eloy de la Iglesia, historias que se prolongaron con Fernando León y Barrio.

Chijona parte de una situación real. Atrapa testimonios verdaderos. Y dentro de esa verdad necesita unos intérpretes que la representen. No quiere estrellas, quiere miradas. Y casi como un neorrealista, en casting laborioso, encuentra esos rostros jóvenes y espontáneos que tratan de encontrar ese boleto al paraíso. Actores que están empezando y se entregan…Y ese grupo de jóvenes… que no encuentra salida, funciona.

Para actores secundarios se apoya en pesos pesados de la cinematografía cubana que dejan su rostro testimonial (y los personajes menos dibujados…, lástima porque sí podían aportar mucho a la historia) para una obra cinematográfica que sale adelante a base de empeño y porque todos creen en el proyecto. Así nos encontramos con el rostro de Jorge Perugorría o Luis Alberto García.

Y de esa verdad se sirve para plantearnos el clímax de la película que pasa de melodrama con grupo de jóvenes a película nihilista y existencialista que parte el alma. El giro, la decisión del joven protagonista (Hector Medina Valdés), supone un bucle en la historia y en la película. La decisión rasga en dos la historia.

Sólo hay un momento en que sentimos que quizá han encontrado ese boleto al paraíso… y es cuando Eunice y compañía danzan libres en un concierto de rock. Si hay algo liberador es la música… En la isla (y en otras partes, no olvidemos… mientras no dance la industria y el marketing) la canción protesta ha pasado relevo a lo que ahora es música clandestina. Y en esa música hay grito y protesta.

Película que presenta una Cuba triste, una Cuba que se cae a pedazos, una Cuba donde las jóvenes generaciones no vislumbran un futuro. O donde el futuro es todavía una incógnita. Así Eunice, al final de su viaje, nos mira, interroga e incómoda. Del ojo una lágrima. Es un plano fijo que reta al espectador a reflexionar… algo que ya hizo Truffaut con ese Antoine Doinel que nos mira, retador, y al fondo el mar. Eunice también nos mira, encerrada entre cuatro muros…

Sólo por ponerle un pero… no eran necesarios los incisos temporales. Los carteles de tres meses después, unos años después (que siempre recuerdan a película basada en hechos reales…). Las imágenes en sí y la historia ya nos da el tiempo… no hace falta señalarlo.

Boleto al paraíso continúa su viaje por diversos países, festivales y certámenes. Ahora representará a Cuba en los Goya… y sigue su camino. Ahí está una Cuba triste con mirada de un director que siempre se decantó por la comedia. Ya se dice que un espíritu cómico siempre puede contar la historia más triste…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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