Bicicletas: las bicicletas son para el verano y la abuela madame Souza y su perro Bruno viajan hasta Belleville para rescatar al nieto secuestrado pegado a una bicicleta, Champion. Sólo ahí el nieto triste es feliz, pedaleando, pedaleando… con esfuerzo. El niño de ET sigue mirando las noches de luna llena y recuerda cuando casi la alcanzó en su bicicleta de verano. Butch Cassidy nos muestra con gotas cayendo sobre su cabeza la cantidad de malabarismos que pueden hacerse sobre una bicicleta. Etta siempre le mira y ríe. Y él lleva a Etta. Los chicos de Cabaret y los del Jardín de los Finzi Contini van por hermosos parques en un transporte inocente que les hace libres, sin saber ni esperar el horror que se esconde tras la esquina. Para un obrero en la Roma de la posguerra una bicicleta es el sustento de cada día, cuando se la roban su vida es más drama de lo que ya era. Y con su hijo de la mano va vagando por las calles buscando al ladrón que convirtió su jornada laboral en pesadilla.
Ghislain Lambert es un ciclista belga que ama ese deporte. Su fama le llega no por ser un vencedor y sus continuos intentos (alguno con trampa de por medio) sino ser un fracasado feliz montado en su bicicleta, el último de la carrera… pero encima de la bici. Por ahí también anda Tati que en un mundo de inventos extraños y modernos él sigue siendo feliz llevando a su sobrino en bicicleta sin complicaciones. El otro día se acercó el cartero eterno, con su bicicleta, a llevar cartas de amor como le mostró Neruda. Y en el pueblo vecino un niño proyeccionista pidió a otro que en su bicicleta llevara un rollo de película al cine de la aldea vecina… y que se trajera el segundo enorme carrete de la proyección. En aldeas del país en plena posguerra las mujeres van en bicicleta por los campos para que los maquis tengan sus avisos o para que algunos no pierdan la sonrisa, para romper el silencio…
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¡Ay, tienes razón! Esa escena es preciosa.
Besos
Hildy