Sus ojos violetas se cerraron…

Últimamente al rostro de ojos violetas la tenía muy presente.

El 4 de febrero escribí su rostro en la oscuridad.

El 7 de enero escribí una reseña sobre el libro El amor y la furia.

El 12 de diciembre de 2010 escribí en El viejo baúl de películas sobre Castillos en la arena.

El 7 de julio de 2010 visitó también El viejo baúl de películas con Un lugar en el sol.

Ayer sus ojos violetas se cerraron…

Y hoy miro el fragmento de una obra de teatro que adoro donde Liz Taylor realizó una interpretación de quitarse el sombrero.

Así lo transcribo. Mi particular homenaje. Ella, Liz, se convierte en Martha en ¿Quién teme a Virginia Woolf? de Edward Albee.

¡Va por tu vida de amor y de furia!

«Martha.- Todos sois unos fracasos. Yo soy la Madre Tierra, y todos sois unos petardos. Me doy asco. Me paso la vida con mezquinas infidelidades sin pies ni cabeza… o casi-infidelidades. ¿Montar a la Anfitriona? Menuda risa. Un atajo de cerebros de mosquito como una cuba… impotentes todos. Martha hace chiribitas con los ojos y todos los cerebros de mosquito hacen un mohín y también lanzan miraditas con sus ojos tan tan hermosos, y otro mohín, y Martha les lame las cachas, y los cerebro-de-mosquito echan un trotecito hasta el bar para armarse de valor, y se arman de valor, y luego, de rebote, a por la vieja Martha, que les baila un poquito, que los calienta a todos… mentalmente… y ellos otra vez de cabeza al bar, se arman de más valor y sus esposas y sus novias ponen las narices en alto… a veces hasta el techo… y de nuevo los cerebro-de-mosquito vuelven al surtidor de soda donde se recargan un poco más, mientras que Martha-chán se queda sentadita, con las faldas levantadas hasta la nariz, casi ahogada -no te imaginas lo asfixiante que es estar con el vestido por encima de la cabeza-, ¡asfixiante!, a esperar a los cerebro-de-mosquito; ahora ya parece que por fin se han armado de valor… ¡pero eso es todo, monada! Cielos, es verdad que de vez en cuando hay un hermoso potencial, pero, ¡cielos! Cielos, cielos, cielos. Pero así son las cosas en la sociedad civilizada. Todos esos guapísimos cerebro-de-mosquito. Pobrecitos. En toda mi vida, sólo un hombre… me ha hecho feliz. ¿Lo sabías? ¡Uno!

(…)… me refería a George, por supuesto. Eh… George; mi marido.

(…)… George, que anda por ahí, en la oscuridad… George, que es bueno conmigo, y a quien trato a patadas; que me comprende y a quien rechazo; que sabe hacerme reír pero me contengo; que me abraza, por la noche, para darme calor, y a quien muerdo hasta hacer sangrar; el que siempre aprende nuestros juegos tan deprisa como yo cambio las reglas; George que quiere hacerme feliz, y yo no quiero ser feliz; y también sí, quiero ser feliz. Pobre George, pobre Martha, triste.

(…)… a quien no perdonaré haber echado el ancla; que después de verme dijera: sí; aquí me quedo, que ha hecho el odioso, lacerante, insultante error de amarme y ha de ser castigado por eso. Pobre George y pobre Martha.

(…)… que soporta, por insoportable que parezca; que es tierno, que es cruel; que comprende, por incomprensible que parezca…

(…)… Un día de éstos… ¡Ja!… una noche, una noche tonta, empadada de alcohol… me pasaré de la raya… y acabaré por descalabrarlo… o lo echaré para siempre.. y eso es lo que me merezco.»

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.  

Un comentario en «Sus ojos violetas se cerraron…»

  1. Querido Christian… Cleopatra te espera, merece la pena. Además ahí se encendieron las chispas con Burton…
    Besos
    Hildy

    Sí, Liz era Liz… y de verdad tiene algunas películas imprescindibles en su filmografía.
    Besos y seguimos encontrándonos en el blog, Carmen
    Hildy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.