Asfalto (Asphalt, 1929) de Joe May

Gracias a Cinema de perra gorda por sus descubrimientos 

Apenas queda para que arrase el cine hablado y, sin embargo, el cine silente…, el lenguaje cinematográfico ha llegado muy alto. El cine como todo un mundo de imágenes en movimiento había alcanzado su madurez artística. El sonido supuso un cambio y el adaptarse a las nuevas técnicas un nuevo campo de experimentación y de formas de contar. A veces significó un retraso hasta… que pronto volvió a brillar una vez que se vivió la adaptación con los equipamientos de sonido y con las posibilidades que podían facilitar. El sonido llevó a la primera revolución cinematográfica, al primer periodo de cambios.

Así a finales de los años 20 las obras cinematográficas alcanzaron una nota muy alta en cuanto obra artística. Alemania era una potencia cinematográfica fuerte. De hecho si echamos un vistazo a los exiliados europeos en Hollywood durante los años treinta veremos que había una nómina alta de ‘artistas’ en varias áreas necesarias para la creación de una película de origen alemán.

Todo aquel que ama el cine probablemente sepa y conozca a Fritz Lang. Sin duda le suene alguna obra de su etapa muda. Quizá esté familiarizado con su etapa americana. Si mencionamos Metrópolis o M, el asesino de Dusseldorf. O si recordamos Sólo se vive una vez, Perversidad, La mujer del cuadro o Mientras Nueva York duerme… no nos quedamos indiferentes. Sabemos que detrás estaba Lang con una trayectoria enorme. Al final de su carrera regresó a Alemania y realizó un díptico de aventuras exóticas La tumba india y El tigre de Esnapur…, historias que hacía mucho tiempo atrás escribió la que fue su esposa y colaboradora, Thea von Harbou.

Fritz Lang, en realidad, realizó unos remakes de unas obras ya rodadas en el cine alemán a principios de los 20… cuando él trabajaba como guionista y repitió con un realizador de éxito… que se apagó en Hollywood (donde también dirigió películas) y cayó en olvido. Estamos hablando de Joe May.

Y este realizador olvidado en los albores del cine sonoro, rodó Asfalto, película intensa. Y ahí ya había huellas del cine urbano, del cine noir, del cine negro que estaba por llegar… Es la única obra que he podido ver de May. Pero su mundo y manera de rodar y plasmar una historia me ha dicho mucho.

Sencilla historia. Policía honrado y bueno, buen hijo de su padre y su madre, buen trabajador, buen ciudadano…, después de un día duro trabajo detiene a una bella dama a la que han pillado robando en una joyería. El joven policía honrado cae en manos de la arpía, que por supuesto tiene todos los ingredientes de una femme fatale. El mundo ordenado del joven policía se cae en pedazos. Su vida sucumbe en un tobogán de destrucción y caída cuando se enamora apasionadamente de la ladrona. Pero toda buena femme fatale tiene su corazón… y a pesar tener un chulo a su lado (toda femme fatale anda con el chulo de turno), ésta, la de Asfalto cae rendida en los brazos del inocente policía. Y no sólo eso sino que será capaz de sacrificarse por él. Sólo por amor.

¿Sencillo, no? Sin embargo, Joe May logra arrastrarnos por esta historia ya por nosotros muy conocida. Primero nos devora con la visión de la ciudad, una ciudad viva. En movimiento. Después nos implica con los personajes en escena magnífica sobre robo y detención de la chica en una joyería. Nos arrastra a la pasión que se dispara en la ordenada vida del joven policía cuando la chica se abalanza en sus brazos para suplicarle que no la detenga. Y vamos viendo la transformación del chico que pierde la cabeza de amor. Joe May nos deja enormes y preciosos primeros planos de los dos protagonistas en éxtasis. El joven cae en lo más bajo cuando se enfrenta en pelea (con ritmo y violencia) con el chulo de la chica. Se va vencido a casa de sus padres y ese padre, que es viejo policía, decide que su chico debe dar respuesta a la justicia por sus actos. Pero ahí está la femme fatale para caer redimida por amor y volver a dar orden al caos de vida en la que ha transformado la existencia del amado.

Todo además aderezado en el excelente dvd con una banda sonora genial, especial para el visionado de la película (merecerían un post aparte todos esos compositores que se han especializado en recuperar o volver a crear las composiciones que acompañaban las películas mudas). La película además ofrece el retrato de una espectacular mujer tentáculo con cara de Betty Amman, elegante, morena, sensual y con ojos enormes. Toda ella llena, se come, la enorme pantalla y al espectador. Así como merece la pena la transformación del ordenado joven policía en un hombre apasionado y atormentado a través de la cara de Gustav Fröhlich (que fue también el protagonista de Metrópolis).

Joe May ha sido sin duda un descubrimiento… del que me queda mucho por ver y aprender.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.  

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.