New York, New York (New York, New York, 1977) de Martin Scorsese

Ya lo he escrito otras veces: amo el trabajo cinematográfico de Martin Scorsese y eso me hace que incluso en sus trabajos más criticados, yo siempre vea algo que me permite seguir adorándolo y tenerle en un pedestal que nada logra romper.

New York, New York es un musical emocionante que además refleja los conocimientos cinéfilos de un hombre que además de dirigir ama el cine sobre todas las cosas y posee una capacidad de análisis y visión de la historia del cine muy interesante.

New York, New York es una delicia para todos los sentidos. Además de crear una canción mítica (que como ya sabe todo el mundo fue posteriormente inmortalizada con un éxito estratosférico por Frank Sinatra), la película es un canto de amor apasionado al género musical y a su mejor periodo durante los años cincuenta y esas producciones inolvidables de la MGM en el departamento de Arthur Freed.

Lo interesante de la propuesta de Scorsese, que él mismo ha confesado una y otra vez, es plantear y construir un musical clásico absolutamente cinematográfico con todos los elementos que le convierten en un género único pero con una mentalidad y una forma de ver la vida realista y acorde con el tiempo en que el director filmaba (años setenta del convulso siglo XX). Así New York, New York es un musical de estudio con decorados luminosos, de cuidada estética tanto de ambiente como de caracterización de cada uno de los personajes donde todo es artificio pero donde se desarrolla la crónica realista de una historia de amor entre dos seres muy diferentes que se aman pero que debido a diferencias creativas y artísticas fracasarán en su relación sentimental.

Los protagonistas de este romance en clave musical son: el actor fetiche de Scorsese en aquellos años, Robert de Niro, y una espectacular figura del musical ya tardío, Liza Minnelli (hija de Vincente Minnelli y Judy Garland). Y ocurre que Minnelli está absolutamente mágica, y Scorsese la mima y la adora con la cámara, y ocurre el milagro: a veces la Minnelli parece estar protagonizando un musical de los que elevaron a su madre al Olimpo de las actrices con ángel. La Minnelli emociona y desgarra como la Garland con su voz potente y su interpretación de mujer fuerte y a la vez de una sensibilidad extrema. Esos enormes ojos marrones de pestañas impresionantes que nos miran… Y la cámara adora a la Minnelli porque la filma un hombre, en esos momentos, enamorado de su estrella. Tal y como le pasó a Minnelli con la Garland. Así madre e hija se muestran con un brillo especial en sus rostros.

Robert de Niro ofrece el papel de artista atormentado y maldito, hombre complicado pero con carisma y encanto especial que se transforma con su música, el jazz y el saxo (otra de las pasiones de Scorsese) y que ama a la Minnelli pero también su libertad de artista y claro esto trae múltiples complicaciones que construyen el drama sentimental.

Scorsese tira la casa por la ventana y revive todo el equipo humano necesario para poner en pie un mastodóntico musical como en los viejos tiempos, como si reviviera al equipo de especialistas de Arthur Freed, dejando momentos musicales inolvidables. Construye decorados impresionantes, emplea cientos de extras, cuida la estética, el vestuario, la peluquería, crea coreografías, canciones y melodías para regalarnos un canto de amor además a New York, New York (ciudad siempre escuchada pero siempre recreada artificialmente, sin embargo, se convierte en uno de los homenajes más hermosos al espíritu de esta ciudad en periodo de posguerra).

En este mundo de artificios regala incluso número final musical largo (independiente de la trama general), trabajado y maravilloso simulando esas piezas magistrales independientes de la trama que nos dejaron los grandes. Números inolvidables para recordar como el que interpreta Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia sobre un artista que quiere triunfar en Broadway pero se cruza en su camino una mujer fatal o Fred Astaire en la maravillosa Melodías de Broadway 1955 donde asistimos a un número que recoge todos los ingredientes del cine negro… En este caso Scorsese pone a Liza en un número musical atrayente donde de nuevo el director canta su amor al cine y a su poder de creación de sueños con la historia de una acomodadora de una gran sala que al ayudar a un desconocido a encontrar su guante en la sala oscura cambia su vida radicalmente…

Y así  con una ciudad recreada, con canciones y coreografías espectaculares y un mundo de artificio que hace soñar a los espectadores, Scorsese coloca con un realismo que sorprende la historia de amor entre la cantante Francine Evans y el saxofonista Jimmy Doyle que pueblan esta historia de momentos íntimos y personales, que disecciona una relación sentimental que se rompe a pedazos de un hombre y mujer que no dejan, a pesar de su fracaso, de amarse.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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