Diccionario cinematográfico (142)

Tríos: ¿Dónde caben dos, caben tres? La historia del cine ha reflejado tríos inolvidables de tres personas que se aman. A veces los tres, por mutuo acuerdo, lo saben. Otras veces estas relaciones se saben pero finalmente no pueden sostenerse y uno sale malparado o dos o quizá los tres. Son siempre relaciones complejas. Unas veces tienen final feliz, otra se ofrece una solución en la cual uno de los tres se termina sacrificando (o los tres) y otras es una tragedia. Alguna vez uno de los personajes no se entera de que está en un trío y lo va descubriendo poco a poco… Otras no lo descubre nunca, para el dúo sobra el tercero… y entonces, uff, cine negro en estado puro. Algunos tríos son muy pero que muy inocentes. No carnales (uno ama en silencio).

Hay tríos inocentes como el que se forma en Sabrina. Wilder hace un cuento de hadas donde la hija del chofer enamora a dos hermanos millonarios muy diferentes, el juerguista con cara de William Holden y el hombre gris con rostro de Bogart. Y ambos dos compiten por la linda Hepburn. Y es que el cine nos ha dejado muchas historias de hermanos que se enamoran de la misma mujer. Me vienen a la cabeza Duelo al sol melodrama del Oeste donde Perla Chávez, la mestiza, bebe los vientos por el pistolero de turno con cara de Peck y el hermano que quiere ser hombre de negocios con cara de Cotten. Y ambos aman a Perla aunque de maneras muy diferentes. Sólo puede acabar en tragedia. Como tragedia es también la historia de Leyendas de pasión donde una dama ni más ni menos es la enamorada de tres hermanos, ¡¡¡tres!!! El inocente, el realista y el idealista. Y la pobre no da pie con bola. Luego están dos hermanos juguetones y perversos en la Francia del 68 que admiten en sus juegos sexuales a un estudiante americano que pasaba por ahí en Soñadores. También podemos recordar la tierna y dura a la vez Wilbur se quiere suicidar donde hay un hermano que se quiere quitar continuamente y su hermano mayor que ama la vida. En la existencia de ambos entra en juego una tímida mujer que les trastocará el corazón. Y los tres se aman. Pero llega una tragedia que no pueden cambiar y el trío se convertirá en dúo.

Otros tríos no son nada pero que nada inocentes como el que se forma en tiempos de la depresión en la maravillosa Días del Cielo de Terrence Malick. Donde está la joven descarriada que tiene hambre, su chico, un joven rebelde que no quiere ser siempre pobre y el desprevenido granjero millonario y enfermo que se enamora de verdad de la joven y entra en un triángulo que no esperaba. La violencia estalla sin remedio.

Y volvemos a Francia donde hay dos mejores amigos, Jules y Jim que se enamoran de la misma mujer, Catherine. Y Truffaut hace que los tres se lo pasen muy bien pero tras la comedia lo tiñe todo de tragedia irremediable. También empieza como comedia y termina como drama la relación entre la española madura que inicia en el sexo a dos adolescentes mexicanos que aprenden a amar en Y tú mamá también. Aquí todos nos enganchamos a Maribel Verdú, Gael García Bernal y Diego Luna.

Seguimos con los amigos enamorados de la misma mujer y nos adentramos en La decisión de Sophie donde el joven escritor y soñador queda cautivado por una mujer rota por el dolor que ama a su vez a un intelectual con problemas de salud mental. Los tres se quieren pero el trío no es posible y sólo hay una salida drástica. Mientras viven momentos de amistad memorables. O con aires de melodrama volamos a Escrito sobre el viento donde dos amigos de distintas clases sociales se enamoran de la sofisticada Lauren Bacall. El millonario es un hombre acomplejado, su amigo humilde pero con ambiciones y las ideas claras. La Bacall pasará de unos brazos a otros. Robert Stack tratará de ser feliz y Hudson siempre tendrá los pies en la tierra y mucha paciencia. Otro melodrama a tener en cuenta con trío consentido es El manantial donde las piezas fundamentales de las relaciones complejas son un arquitecto incomprendido, una elegante y extraña mujer y un amigo que se convierte en magnate de prensa. Ahí están Gary Cooper, Patricia Neal y Raymond Massey. Seguimos el complejo mundo del melodrama con novela de Fitzgerald llevada al cine y un triángulo triste entre el gran Gatsby, la etérea e inconsciente Daisy y su esposo Tom. Era la vuelta a los años veinte con Redford, Mia Farrow y Bruce Dern.

El cine negro con sus mujeres fatales nos deja siempre tríos memorables donde uno no suele darse cuenta (y será el elemento a eliminar) o sí se dará cuenta y entrará de lleno en el juego. Un juego siempre peligroso. Así tenemos ejemplos memorables de mujeres que quieren deshacerse de sus esposos o amantes y hacen entrar a un tercero en acción capaz de todo o cegado de amor. Así el drama y el destino oscuro y lleno de sombras está presente en obras maestras como Forajidos, El cartero siempre llama dos veces, Perdición, Perversidad… Dentro del cine negro también nos encontramos con tríos complejos y asfixiantes como el que se produce en la maravillosa El extraño amor de Martha Ivers.

A veces encontramos toques de comedia en tríos consensuados como los que ocurren en Vicky Cristina Barcelona donde Allen une al trío perfecto con caras de Penélope Cruz, Scarlett Johanson y Javier Bardem. A la española y entre fogones hay trío en Dieta Mediterránea con Olivia Molina, Paco León y Alfonso Bassave. Pero mucho antes y con gran maestría Lubitchs ya nos regala un trío de risa en Una mujer para dos con Miriam Hopkins que logra una convivencia feliz con Gary Cooper y Fredic March.

Y volvemos a tierras del Oeste para hablar de tríos silenciosos que no culminan porque uno de los implicados no lo quiere (o dos) pero están ahí evidentes. Que se lo pregunten al Wayne de Centauros del desierto enamorado de su cuñada o a ese pistolero que responde al nombre de Shane enamorado de la mujer de la familia de granjeros que le acoge durante una temporada en Raices profundas. O también en otro tipo de Oeste, esa tierra que deja de ser de ganaderos para empezar a implantarse pozos de petróleo, esa Texas que entierra pasiones y sentimientos como Gigante, esa película río donde dos enemigos el ganadero de toda la vida y el nuevo rico de petróleo suspiran por los mismos ojos azules. Ahí los protagonistas son Rock Hudson, el rebelde James Dean que nunca podrá consumar su amor y  Liz Taylor siempre fiel al marido ganadero.

Es curioso porque Dean en las únicas películas que dejó siempre protagonizó tríos. En Al este del Edén con su hermano odiado y amado a la vez. Él se enamora de la novia del hermano la insegura con rostro de Julie Harris. Y ella entra en el juego. O en Rebelde sin causa donde Dean es un joven inadaptado que se enamora de la popular del instituto pero lo que no se espera es que de él se enamore también el chico más impopular con cara dulce, Sal Mineo. Los tres formarán un trío muy peculiar.

Como también será peculiar el trío entre esas dos maestras calumniadas por una niña maleducada y el doctor del pueblo en Esos tres… que luego sería un trío muy distinto años después en La Calumnia ambas dirigidas por William Wyler con censura y sin censura… pero de tríos van las dos.

Y para terminar esta ristra de tríos interminable nos quedamos con Lo que el viento se llevó y esa Scarlata O’Hara que no sabe si acostarse con el caradura de Rhett o con el etéreo Ashley. Y los dos la desean alguna vez. Aunque Rhett es el más consciente del trío. O con el trío de Casablanca entre la hermosa Ilsa que se debate entre Rick, el duro del bar y su amor de París, y Victor, el marido que es héroe de la resistencia. Los tres saben lo que hay y lo solucionan de la manera mejor posible, provocando los menos daños posibles…, siempre hay un perdedor.

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