Cuatro éxitos de los años ochenta con moralina…

Para aquella generación que nació en los años setenta hay varias películas que supusieron un hito en los ochenta. Éxitos de sala grande, bocatas y coca-colas. Películas de buena factura contemporáneas a la época con bandas sonoras que aún forman parte de la memoria cinéfila.

Los ochenta, como toda década, estuvieron trufados de éxitos que nadie dejaba de ver. Así hoy recuerdo —porque las he vuelto a ver hace poco, es que con esto de que soy inmortal hago un ejercicio de nacer de nuevo en cada década y luego en otras volver a recordar— cuatro películas americanas que fueron hitos en su momento porque llenaron las salas comerciales.

Hoy se dejan ver bien porque eran productos cuidados y bien rodados con los intérpretes de moda del momento. Sin embargo si rascas un poco vienen con mensaje y moralina porque reflejan el momento que se vivía en un EEUU conservador bajo el dominio de un presidente que fue actor de cine Ronald Reagan (1981-1989) que era la voz cantante de la libre empresa y de Dios todopoderoso.

Las cuatro películas que han servido para remover mi nostalgia han sido: Flashdance y Atracción fatal ambas de Adrian Lyne de 1983 y 1987 respectivamente. American gigoló que dirigió el guionista Paul Schrader en 1980. Y por último Footloose que dirigió el artesano Herbert Ross en 1983.

Lo primero es descubrir cómo las películas han creado referentes y escenas inolvidables así como intérpretes unidos a esa década. Algunos hoy en activo, otros olvidados. Flashdance supuso el nacimiento (pero pronto caída en olvido) de una estrella con rostro de Jennifer Beals. La Beals se convirtió en icono y todas las niñas del instituto en clase de gimnasia bailaban al son de su música (aunque curioso la Beals sólo puso el rostro, no sabía bailar). De su paternaire Michael Nouri nada se volvió a saber (parece ser que lo acogió la televisión). En Atracción fatal eran protagonistas dos estrellas en la cima del éxito en aquellos momentos: Michael Douglas y Glenn Close, ambos siguen en activo. Y una secundaria que vivió sus añitos de gloria Anne Archer y de vez en cuando la recordamos cuando aparece como secundaria. American Gigoló supuso el despegue definitivo de un nuevo sex symbol masculino, Richard Gere. También aparece un secundario imprescindible desde los años setenta Hector Elizondo y una modelo actriz olvidada Lauren Hutton. Por último la película de Ross ofrece una galería de jóvenes rostros del momento donde nos encontramos con Kevin Bacon, Lori Singer (que prefirió seguir su carrera como concertista de violín), Sarah Jessica Parker cuando no era icono de la moda y el desaparecido Chris Penn junto a los veteranos John Lithgow y Diane Wiest.

Primero recordaremos los dos éxitos de Adrian Lyne que también dejó en los ochenta otra campanada erótico festivo con estrellas sex symbols (Kim Basinger y Mickey Rourke): Nueve semanas y media. Y es que a Lyne eso de la infidelidad o de las relaciones que se salen del sistema familiar tradicional no lo lleva nada bien y es el leit motiv de su carrera cinematográfica (siendo la mejor su última película hasta la fecha, Infiel). Siempre reviste sus películas con una atmósfera erótica que es el secreto de su éxito pero rascas y surge su moralina. Las infidelidades nunca salen bien y generan dramas y destruyen parejas y familias. Toma ya.

Así en Flashdance nos presenta a una especie de cenicienta soldadora de día, bailarina de striptease de noche con la cara angelical pero el cuerpo de infarto de Jennifer Beals. Pero esta jovencinta que trata de abrirse camino y sueña con ingresar en una prestigiosa escuela de danza es muy pero que muy buena chica y sigue por el camino recto para conseguir su sueño a pesar que día a día lucha contra las tentaciones que la conducen a la mala vida. Ella además vela porque sus amigas también se aparten del mal camino. Además puntualmente acude a la iglesia y confiesa entre lágrimas sus pecados y dudas al amable confesor. Y así la Beals no sólo consigue ingresar en la escuela en su recto camino sino que además logra al amor de su vida, un hombre bueno que además es el jefe de la empresa donde trabaja como soldadora.

Por su parte en Atracción fatal un sólido y entretenido film de terror con psicópata de turno y con escenas tórridas y calientes, Lyne nos dice en alto: ‘cuidado marido puedes pagar caro una infidelidad’. Así nos presenta a Michael Douglas, un joven marido con todo lo que un hombre puede desear: un buen trabajo, un agradable grupo de amigos, una hermosa mujer, una casa de ensueño y una niña encantadora como hija. Pero todo esto puede perderse y derrumbarse cuando nuestro Michael tiene en un fin de semana un momento de debilidad: se lía con una atractiva compañera de trabajo con el rostro de Glenn Close. Pero resulta que la Close no está muy bien de la cabeza y se convierte en acosadora de Michael y en una fuerza del mal capaz de hacer pagar caro a nuestro protagonista su infidelidad, de destrozar su modelo de familia feliz que él cuida con mimo. Pero la familia unida jamás será vencida y entonces, a pesar de que su mujer sufre mucho porque el marido infiel, ambos se unirán para hacer desaparecer la pieza que destroza sus cimientos, es decir, a la pobre psicópata que está como las maracas de Machín. Y es curioso porque Lyne apuesta por el modelo de familia tradicional, ése es el buen modelo, y la mujer ejecutiva atractiva que ha elegido no formar una familia la presenta como un ser con inestabilidad emocional, un ser herido y solitario y con graves problemas de salud mental.

Nos vamos al nacimiento de un mito erótico, Richard Gere, y su reencarnación de un gigoló que mima a sus clientas millonarias. Un hombre frío que va tras sus objetivos: vivir bien en casa de lujo, tener un físico de infarto, cuidar su estética y rodearse de personas que le sirven para conseguir su ascenso social. Gere se mueve como pez en el agua en un mundo en que prima lo material, la consecución del placer y las apariencias sociales. Hasta que tiene un problema y su mundo se derrumba porque todo es superficial. El atormentado y conflictivo guionista y director Paul Schrader ofrece en American Gigoló una película interesante pero envuelta en su peculiar y atormentado mundo. El guionista marcado por su férrea educación en religión cristiana vomita en sus películas personajes autodestructivos, difíciles relaciones familiares y de pareja, un mundo sexual sórdido y unos bajos fondos que tratan de emerger… De las cuatro películas que aparecen en este post me parece la propuesta más sincera y más inteligente aunque Schrader no deja de reflejar su compleja moral en el personaje de Gere. El gigoló de pronto, cuando cae en una trampa y es acusado de un asesinato violento con tintes sexuales, se da cuenta de ese mundo superficial en el que vive donde sus relaciones no sirven de nada, todo el mundo le deja solo y arrinconado. Donde es consciente de que ya no es un hombre joven y que pronto vendrá la soledad y la caída en el tobogan…, que de pronto ve que pierde todo lo que ha construido y donde una buena apariencia y sus trucos sociales no sirven de nada. Finalmente será redimido por amor en una escena preciosa, la que cierra la película. Cuando todo lo tiene perdido sólo responde una mujer casada con un prestigioso político que ve más allá de lo superficial en el gigoló y que lo ama a pesar de que haya perdido todo. Lo redime porque él también responde a ese amor. Es la única que le echa una mano y él respira feliz…

Por último un musical generacional fue lo que supuso Footloose donde jóvenes estrellas hicieron las delicias de los fans. Sobre todo el joven rebelde de ciudad Kevin Bacon que va a una localidad rural donde los jóvenes no pueden escuchar música ni bailar. En esta comunidad están bajo el dominio del pastor de la iglesia que cree en la mala influencia de los nuevos grupos musicales y sus ritmos. Pero no sabe que está incubando una juventud rebelde malsana y reprimida donde la primera perjudicada es su hija. Esta extraña ley no es más que el dolor de un padre ante la violenta muerte de un hijo mayor cuando regresaba de un concierto. Así los jóvenes viven en un ambiente de prohibición y sermones de iglesia que luego combinan con un ‘equivocado y peligroso’ sentido de la libertad. Así hace falta que llegue el bueno de Kevin y convenza a todos sobre las virtudes de la música y la danza que sólo genera buenos sentimientos y buen rollo. Bacon lucha por conseguir el permiso para organizar un baile festivo y además enamora a la guapa hija del predicador que es algo ligera de cascos y también se siente continuamente frustrada. Kevin consigue convertirse en líder y enseña a la guapa chica el respeto a la pareja, al compromiso, vamos que la convierte en una novia ideal de la muerte. Y el baile final sólo tiene buen rollo que nos hace a todos bailar a lo loco. Vamos, que por bailar bailan hasta el predicador y su comprensiva mujer.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.