Diccionario cinematográfico (140)

Sonrisa de Julia Roberts: sonrisa amplia, muy amplia. Enorme. Labios desplegados y una dentadura perfecta y blanca. La sonrisa de Julia es su rasgo de distinción, su sello. Y así ha recogido el premio Donostia, sonriendo. Como las grandes divas de Hollywood, Julia tiene su sello. De Liz Taylor eran sus ojos violetas, de la Davis sus enormes ojos saltones, de Audrey Hepburn su sonrisa y cuello de gacela, de Jean Harlow su melena platino y de la Hayworth su melena pelirroja, de Cyd Charisse sus largas piernas, de Claudette Colbert sus pomulos marcados, de la Monroe su sensual lunar junto a su melena también platino, de Lauren Bacall su voz…, y de la Roberts, su sonrisa.

Su sonrisa la convirtió en la Novia de América (ya saben que por esos lares cada época tiene su novia, la primera creo que fue Mary Pickford) en su juventud y ahora en su madurez elegante sigue haciendo estragos allá por donde pasa. Allá por donde actúa. Su sonrisa infalible en comedia romántica o drama. Siempre tiene tiempo de reír y sonreír.

La Pretty Woman por excelencia, la magnolia de acero diabética, la estudiante de línea mortal, la mujer maltratada que duerme junto a su enemigo, la campanilla malhumorada, la mujer luchadora por sus derechos, la musa de los Ocean Eleven, la fotógrafa de closer, la novia que se fuga, la estrella desgraciada que encuentra amor en Notting Hill…, todas, todas lucen una sonrisa que ilumina la pantalla… Ahora come, reza y ama… y sonríe a diestro y siniestro a Javier Bardem. ¡Oh, por Dios, y seguro que también al bellísimo James Franco!

Incluso los que la atacan, la atacan por su sonrisa. Pero no se puede negar lo innegable. La sonrisa de Julia Roberts es su marca, su sello…

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