Ben y Sera.
Dos ángeles caídos.
Dos excluidos de la sociedad.
A pocos les importa lo que les pase.
Él es alcohólico y quiere autodestruirse a toda costa. Beber y beber hasta morir. Ha perdido a su familia, a sus amigos, su trabajo y cae y cae por el tobogán de su infierno interior.
Ella es prostituta. La vida no se lo ha puesto fácil. Y vive día a día arrastrando humillaciones y distintas violencias hacia su persona. Pero guarda, dentro de sus heridas, una capacidad sensible de amar y de dar.
Ambos se unen en Las Vegas.
Y ambos, destruidos, construyen una relación de amor, respeto, comprensión, tolerancia y aceptación total del uno y del otro.
Y su historia es dura, muy dura.
Pero Mike Figgis les rodea de una banda sonora maravillosa y de unas imágenes bellísimas y nos arrastra por su relación, muy hermosa.
Pasan los años y sus imágenes me persiguen. La sonrisa de Ben, la dulzura de Sera. La unión de su dolor y el amor que se profesan ambos.
Difícil de olvidar.
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