Banda aparte (Bande á parte, 1964) de Jean Luc-Godard

Esta obra la dirigió Godard cuatro años después de Al final de la escapada, película clave de la Nueva Ola Francesa, de ese grupo de jóvenes críticos amantes del cine que se pusieron detrás de la cámara para realizar películas. Jóvenes que dejaron claro que el cine era clave en sus vidas así como modo de expresión de sus inquietudes intelectuales, personales y culturales. El cine como necesidad de comunicación y medio de expresión. El cine como instrumento intelectual de un séptimo arte que evoluciona. Un movimiento nuevo y fresco que reflexiona sobre la propia manera de emplear el lenguaje cinematográfico y sobre distintos elementos de creatividad.

Jean Luc-Godard posee una amplía filmografía que plasman a un creador complejo y en continua evolución. Un director que puede ‘encantar’ o ‘cargar’ a partes iguales pero que no se puede negar el estudio de sus obras y planteamientos así como su uso original de las posibilidades que ofrece el cine.

Banda aparte crea momentos cinéfilos mágicos que componen una mitología especial. Godard continuamente está creando y continuamente está dando avisos al espectador de que esta creando una obra cinematográfica de la que es el autor. Él se sitúa como creador que mueve los hilos para poner en movimiento unos personajes y desarrollar una sencilla historia llena además de referencias cinéfilas, literarias y creativas que le llenan y cautivan. Como en Al final de la escapada desarrolla una historia-homenaje de serie B, con libertad creativa —que señala continuamente—, sobre película de robo chapucero y triángulo amoroso. Y sus héroes, que son tres, dos jóvenes chapuceros (sí vuelvo a repetir dicho adjetivo) con ansias de emular a sus héroes cinematográficos y literarios y una joven romántica de ojos grandes con pájaros en la cabeza están revestidos de un infantilismo e irresponsabilidad que les lleva a la tragedia y a la comedia. No son responsables del azar y destino, trágico para uno menos trágico para los otros. No son conscientes de que son manejados cual títeres por su creador.

Los tres se conocen en unas clases de inglés y ante la confesión de la joven que vive con una pareja rica de que conoce el escondite de una gran cantidad de dinero se ponen de acuerdo para dar el gran golpe. Mientras entre los tres, entre juegos y seducciones infantiles, se va trazando un triángulo amoroso.

La historia nos la cuenta el narrador-creador, que no es otro que Godard, que juega con los espectadores y con los personajes. El director nos recuerda con su voz en off y el uso del lenguaje cinematográfico que es él el que mueve los hilos. Interrumpe la trama haciéndonos partícipes de los sentimientos y pensamientos de los protagonistas u opinando sobre la trama, avisa de qué va la historia por si algún espectador entra tarde a la sala, nos avisa de que quizá puede elaborarse una segunda parte esta vez en color… Y no hace más que jugar con el montaje y los efectos sonoros y visuales.

Todos estos elementos formales a mí contribuyeron a atraparme y a meterme de lleno en la historia. Dejándome muchas escenas para el recuerdo: el minuto de silencio (total), el baile que se marcan los protagonistas en un bar con juego de sombrero e interrupciones del narrador incluidos, la carrera que se pegan los personajes para superar un récord absurdo de ser los más rápidos en recorrer las salas del Louvre, la canción que canta Anna Karina en el metro y las imágenes que acompañan a esa canción.

Banda aparte es un juego creativo que todavía atrapa. O por lo menos a mí me atrapó.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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