Malditos bastardos (Inglorious Bastards, 2009) de Quentin Tarantino

Philip Roth hace seis años publicaba la novela La conjura contra América donde el autor presentaba una ficción histórica, una historia alternativa, sobre qué habría pasado si el aviador Charles Lindbergh se hubiera presentado a las elecciones y hubiese derrotado al presidente Roosevelt. De esta manera analizaba el antisemitismo latente en la vida estadounidense. Los protagonistas son una familia americana judía que es testigo de este ‘acontecimiento histórico’ y sus consecuencias en su vida diaria.

En el cine también se han creado juegos de una historia alternativa para levantar determinadas películas. Así Quentin Tarantino en Malditos bastardos no duda en presentar su particular ‘acontecimiento histórico cinematográfico’ que hubiera cambiado el rumbo de la historia y levanta un enorme mecano de referencias cinematográficas que envuelven las aventuras de estos bastardos junto a la historia de la judía Shosanna (Mélanie Laurent). Tarantino ofrece, además de cine bélico, de espionaje, de aventuras, del Oeste y de serie B, su continuo canto de amor al séptimo arte.

Así Malditos bastardos se convierte en un ejercicio de referencias y en un ejercicio visual de secuencias con fuerza donde el director muestra su virtuosismo en el uso y las posibilidades del lenguaje cinematográfico. Como es habitual en Tarantino pone en pie personajes que serán recordados y aunque no es una de sus historias más redondas en cuanto construcción de guión, sí es una obra cinematográfica que sugiere múltiples análisis.

Lo que sí muestra Tarantino es un análisis del uso del cine por parte de la Alemania nazi que a través de Joseph Goebbels, ministro de propaganda, tomó una importancia relevante como arma propagandística. A Goebbels y a Hitler les gustaba el cine y lo emplean como instrumento así tratan de construir un imperio cinematográfico con una productora potente y un equipo de directores, actores y guionistas al servicio de la ideología. Así en Malditos bastardos a partir de esta premisa se crea un argumento cinéfilo de interés. La escena culminante transcurre en un sala de cine en la Francia ocupada cuya dueña es una joven judía que ve en la oportunidad que se le ofrece de organizar en su sala un estreno de una película nazi donde acudirán todas las autoridades más importantes, la posibilidad de llevar a cabo una venganza.

También Tarantino muestra su interés por la industria cinematográfica alemana anterior a la subida del poder nazi y nombra en contadas ocasiones su admiración por el expresionismo alemán y los avances cinematográficos del cine alemán representados por la obra del director G. W. Pabst. Por otra parte, cuando vemos aparecer por primera vez a Shosanna en su cine y su primera conversación con el héroe de guerra Fredrick Zoller, ella está cambiando la programación donde elimina las letras de uno de sus estrenos, una de las famosas películas de montaña y alpinismo, un subgénero alemán, donde una de las actrices más famosas fue la posterior directora alemana afín a la causa, Leni Riefenstahl. También, en el estreno aparece como invitado uno de los grandes actores de la industria alemana que no dejó de hacer cine ni emigró a EEUU durante el periodo hitleriano, Emil Jannings (protagonista de películas fundamentales de la filmografía alemana como El último, Fausto o El ángel azul). Por otra parte, algunos de los personajes importantes de la trama están relacionados con el cine. Así la espía doble con rostro de Diane Kruger es una famosa y admirada actriz alemana y uno de los héroes de guerra que trata de llevar a cabo la Operación Kino en colaboración con los malditos bastardos, es un crítico de cine británico. La proyección final es una película propagandística alemana donde el propio héroe de guerra alemán Fredrick Zoller (Daniel Brülh) es el actor que representa su propia hazaña bélica en la pantalla.

En la escena de presentación del héroe de guerra británico, el crítico de cine, se habla de cómo los alemanes tratan de construir un imperio cinematográfico que sea una respuesta a la industria hollywoodiense donde los grandes productores son prácticamente todos judíos norteamericanos. Así realizan un juego donde comparan a Goebbels no con el productor Mayer sino con David O’Selnick.

La historia paralela a la de Shosanna, que será ayudada en su plan por su amor: un proyeccionista negro (Jacky Ido), y su cine es la andadura de los malditos bastardos un grupo de norteamericanos judíos al mando de Aldo el Apache (Brad Pitt) que se dedican a matar de manera brutal a alemanes nazis y que terminan también —mediante la Operación Kino— en el estreno de cine nazi en la Francia ocupada.

De esta manera, Tarantino crea a mi gusto tres secuencias de gran fuerza visual. La primera secuencia donde narra la muerte de la familia de Shosanna, la escena que transcurre en la taberna y la última escena en la sala de cine. En esta primera secuencia Tarantino emplea su cinefilia para crear una escena llena de referencias a las películas del Oeste americano (a John Ford) y también su amor por el spaghetti western. Así además a lo largo de la película los malditos bastardos son presentados como cazafortunas y fuera de la ley (hasta cortan cabelleras) o clásicos personajes del cine bélico, como una especie de siete magníficos, siete samuráis, grupo salvaje o doce del patíbulo…

En la escena de la taberna donde mantiene en todo momento la tensión y la adrenalina, a través del juego con los soldados alemanes y posteriormente con el alto mando de las SS, Tarantino además crea continúas referencias cinéfilas realizando su particular homenaje a King Kong en una escena tensa y con buen ritmo cinematográfico creando una atmósfera agobiante y llena de suspense. Y la última escena narrada con múltiples detalles desde la cuidada recreación de una especial y bonita sala de cine con su cabina de proyección, su hall, sus imágenes tras la pantalla cinematográfica, su homenaje a las películas de nitrato peligrosamente inflamables…, la tensión creada minuto a minuto.

La escena final entre Shosanna y el héroe de guerra alemán muestra una tragedia similar a Duelo al sol pero en un pequeño espacio cerrado.

Por último señalar la facilidad de Tarantino para crear personajes para la memoria cinéfila. Aquí en esta producción se lleva la palma un malo malísimo elegante, políglota, educado con el rostro de Christoph Waltz, el comandante Hans Landa. No es más que otro cazafortunas como se demostrará a lo largo de la película y que con una elegancia y educación escalofriantes siembra el mal allá por donde pasa.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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