Momentos inolvidables de Casablanca

Ya tocaba.

Casablanca reúne un sinfín de momentos inolvidables.

Ya tocaba escribir algo.

Parece que no se va a decir nada original sobre el café de Rick, La Bella Aurora o El loro azul.

Parece que no se va a decir nada original de un Sam que toca al piano As time goes by a unos amantes que habían perdido París pero lo recuperan de nuevo en Casablanca.

Parece que no se va a decir nada original de unos diálogos que vienen una y otra vez a la cabeza. Creo que éste es el comienzo de una bella amistad. Siempre nos quedará París. ¿Profesión? Borracho. Los alemanes iban de gris y tú ibas de azul. De todos los cafés de todas las ciudades del mundo, tuvo que venir justo al mío…

Parece que no se va a decir nada original de cada uno de los maravillosos personajes: de Rick, Ilsa, Víctor, capitán Renault, Sam, Ugarte, Ferrari, el ladrón de carteras, los abuelos que se van a las americas, el anciano y tierno tabernero, la novia despechada, esa pareja de jóvenes búlgaros que necesitan dinero para un visado…

Parece que no se va a decir nada original de esa escena que me emociona hasta las lágrimas cada vez que la veo: cuando está el mayor Strasser, con unos colegas cantando canciones nazis y llega Víctor y pide a la orquesta que toque La Marsellesa y todo el café de Rick se pone en pie a cantar hasta la novia despechada que había ligado con un oficial nazi y les hacen callar.

Sí, lo parece.

Pero es inevitable.

Cada vez que veo a Bogart con su cara cínica, su borrachera, desencantado pero absolutamente enamorado de Ilsa y de las causas perdidas.

Cada vez que veo el rostro bello de Bergman, esos ojos que brillan, o una lágrima que cae… que ama con locura a dos hombres.

Cada vez que veo a Víctor, el hombre de la Resistencia, pero ser humano que ama a su mujer y la necesita. Y lo dice.

Cada vez que veo a ese genial cínico que es el capitán Renault, que al final muestra quizá un mismo fondo que el de Rick… Pero él siempre tiene más morro.

Es inevitable. No me importa no ser original.

Y me dejo llevar por la lluvia en una estación de tren y una mujer que no llega y un hombre que espera con cara crispada. Y una nota que llega. Ella no irá…

Y me dejo llevar por ese cantante que con piano me dice al oído que un beso es sólo un beso.

Me envuelvo en el humo de los cigarrillos y las copas de alcohol que se sirven en el Rick’s Café.

Vuelo en un avión que me lleva a Lisboa y sé que siempre me quedará París.

Acompaño a un Rick borracho con el corazón roto y la cabeza llena de recuerdos. Y a una Ilsa que no puede olvidar y que descubre que ama a dos hombres y no tiene ni fuerzas para decidir. Y esos dos hombres la aman.

Me tomo un copa con el tabernero amable y con el de la barra, sí ese con bigotillo que se emociona ante las buenas acciones.

Desaparezco en la niebla con gabardina y sombrero, un cigarro, y al lado mío, un buen amigo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

5 comentarios en “Momentos inolvidables de Casablanca

  1. Y aquí sigo revolviendo el baúl de los recuerdos de Hildy… A mí también me emociona hasta las lágrimas CADA VEZ QUE LA VEO la escena en la cual el valiente de Víctor Laszlo hace frente a los nazis con algo tan sencillo como cantar La Marsellesa (en realidad siempre me emociona que se cante un himno nacional como acto de resistencia, porque evidencia claramente que la resistencia también es un acto de amor a la patria), y esa mirada de Ilsa, llena de admiración y creo que también de amor, y seguramente reafirmando porqué eligió a este hombre cuando podría haberse subido al tren en París con Rick…
    ¡Ah, qué película! Y aunque ya no las hagan así, al menos siempre nos quedará Casablanca…
    Un beso grande, me quedo suspirando porque la verdad es que yo no sé con cuál de los dos me quedaría, si con Rick o con Laszlo… Bet.-

  2. Ah, qué película, querida Bet. Tienes razón. Siempre nos quedará Casablanca. Y a mí, según la época, me quedaría con Rick o me me quedaría con Laszlo… Qué gran complicación. También me quedo suspirando.
    Sí, emocionante esa escena… Laszlo y La Marsellesa.

    Luego vería a Paul Henreid en otro momento romántico que me apasiona en una película con Bette Davis, La extraña pasajera (donde también aparece Claude Rains)… y es encender a la vez dos cigarrillos. Uno para él, otro para la amada. ¡Lástima que hace años dejé de fumar!

    Pero luego recuerdo a Bogart desayunando con Gloria Grahame en un lugar solitario… y hablando de cómo escribir una escena de amor… y…

    Besos
    Hildy

  3. ¡Muero por La extraña pasajera y sobre todo por Henreid encendiendo dos cigarrillos a la vez! Yo no fumo (nunca lo hice), pero creo que le aceptaría uno si él me lo ofreciera. Y aquí me acordé de otra favorita en común, The bang wagon, en la parte en que Cyd Charisse acepta por fin un cigarrillo a Fred Astaire, quien comprueba divertido que efectivamente ella no sabe fumar, jaja. Bellísimas películas todas, y qué tentación saltar de una a otra, pero me contengo…
    Besos, Bet.-

  4. Amiga Hildy

    Aquí vengo yo, años después de que hayas escrito este post sobre Casablanca, para decir las mismas cosas que tú has dicho. Así que yo tampoco seré original aunque tengo la impresión de que la falta de originalidad a la hora de comentar las cosas de «Casablanca» es una virtud de quienes la disfrutan como amantes del cine y de la propia película. Esta película se ha hecho inmortal a base de que las sucesivas generaciones que la han visto se hayan entusiasmado por las mismas escenas, los mismos diálogos y los mismos personajes. Así que, ¡bendita falta de originalidad! porque quizá llegue el día en que lleguen los ultracuerpos con sus vainas y nos sustituyan por una réplica idéntica de nosotros mismos, pero sin emociones. A partir de ese día «Casablanca» dejará de ser inmortal y desaparecerá de nuestras vidas.

    Si tuviera que escoger un único momento preferido lo tendría difícil. Siempre me ha gustado mucho la primera vez que Ilsa entra en Ricks acompañada de Viktor y, sobre todo, cuando ella se acerca a Sam y le pide que le toque «su» canción. Esta última vez que la he visto, me ha calado hondo la crueldad con que Rick se dirige a Ilsa en las distintas escenas que tienen ambos desde que se reencuentran hasta que ella le apunta con la pistola.

    Y cada vez que vuelvo a ver esta película, más me gusta el despreciable capitán Renault (Ja!)

    Saludos

  5. ¡Querido Mainardo, pero qué alegría más grande leerte!… jajajaja, cómo me marcó cuando era pequeña la película de las vainas… pero la de blanco y negro… la de Don Siegel.
    Y Casablanca…, como dices, siempre que haya un amante del cine…, disfrutará de los momentos inolvidables.
    Ya sabes, quedamos en el Rick’s Café… con el capitán Renault, a ver con qué comentario nos sorprende esta vez.

    Beso
    Hildy

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