Forrest Gump (Forrest Gump, 1994) de Robert Zimeckis

Forrest Gump es una película que me genera sentimientos encontrados. Y voy a tratar de explicarme.

Me gusta cómo está contada la historia de este personaje llamado Forrest Gump con un coeficiente intelectual inferior a la media. Me gusta que se cuente desde su punto de vista. Desde su visión.

Me gustan las dosis de romanticismo de esa historia entre Forrest y su amiga de la infancia, Jenny.

Me gusta la ‘aparente’ inocencia que destila la película así como el ‘aparente’ idealismo latente.

Recuerdo con cariño una de las frases que se vierten en la película porque luego me ha inspirado más de una anécdota divertida y broma continua. Incluso he filosofado con ¡¡¡corre, Forrest, corre!!! y Forrest corre, no importa la dirección, corre y corre y no para.

Reconozco que cuando la veo me engancha. Y que además en ciertos momentos me conmueve o emociona.

Otro mérito de la película es la presencia de un actor que se prodiga poco en la pantalla (y no acierta mucho con sus elecciones) pero que a mí particularmente me gusta: Gary Sinise. Aquí me gusta él y su personaje el teniente Dan.

Me gusta una primera mirada superficial donde todos los personajes protagonistas son de alguna manera personajes al margen, excluidos de la sociedad por diferentes motivos.

Pero ¿entonces dónde están esos sentimientos encontrados? Cuando analizas un poco más profundamente el fondo de la historia de Forrest Gump. Cuando rascas y rascas…, entonces esta película-medicina plantea algunos peros… Porque Robert Zimeckis plantea su particular punto de vista sobre la historia de EEUU en los 50, 60, 70 y 80 y entonces ese punto de vista me parece coherente con el director pero a mí, particularmente me chirría…, y ahí surgen los sentimientos encontrados…, que no impiden que vuelva a verla con gusto porque me centro en lo que me conmueve o analizo los puntos que me chocan.

Centrémonos en las historias paralelas de Forrest y sobre todo en el amor de su vida, Jenny (con el rostro dulce y tranquilo de Robin Wright Penn). Jenny tiene una infancia marcada por abusos sexuales a partir de ahí va por su vida dando tumbos donde su única relación duradera es la que mantiene con su amigo de la infancia Forrest. Así Jenny va de mal en peor y con una simplificación risible se narra su paso por movimientos alternativos y pacifistas así como la liberación sexual que además la conducen no a la lucha por un mundo más justo o a adquirir una conciencia social y política sino a las drogas, los malos tratos y la prostitución. Así el movimiento pacifista que generó Vietnam viene a ser representado por un grupo de fantasmas y lunáticos y se presenta, en un momento determinado, una recreación ridícula y payasa de los Panteras Negras. Para Jenny el paso por estos movimientos no supone nada positivo sino más y más perdición hasta tal punto que es un personaje trágico que finalmente sufre todas las consecuencias de su ‘mala vida’ enfermando de SIDA. Lo único ‘puro y sano’ en su vida es su relación con Forrest.

Si nos centramos en Forrest el va corriendo por la vida, corre, Forrest, corre, sin reflexión alguna ante los acontecimientos históricos y aprovechando las circunstancias que le ofrece la vida hasta tal punto que logra poner en pie el sueño americano del que no tiene nada y consigue todo por ser emprendedor a su manera, por su buena estrella y lo bien que le va con la libre empresa que le permite tanto a él como al teniente Dann volverse millonarios para toda la vida.

Destaco la velada crítica al ejército donde Forrest encaja como un guante como él dice porque sólo tiene que obedecer y seguir las órdenes tal y como se las plantean sin hacerse preguntas, reflexiones o cuestiones de algún tipo. Durante su entrenamiento un superior le dice que es un genio por la respuesta de Forrest: Obedecer, señor, obedecer. O a cómo las personas se unen a movimientos sin sentido para buscar significados a sus vidas, perseguir a un Forrest silencioso que corre sin rumbo fijo y sin ninguna razón aparente (aunque sí la hay, olvidar el daño emocional que le causa la ausencia de Jenny que es la única persona que le puede hacer reaccionar con violencia si alguien osa dañarla).

La trayectoria y transformación del teniente Dann también tiene puntos interesantes de análisis. Él es un militar por tradición familiar, un hombre pragmático, que prefiere morir en combate como un héroe… a sobrevivir sin piernas. De un hombre seguro de sí mismo se transforma en un hombre que se odia y se autodestruye. Sólo curiosamente Forrest, otro excluido como él, le hará de nuevo asumir su situación y tomar nuevos retos (se le da bien la libre empresa y los negocios…, ya se sabe, ‘hazte a ti mismo’), reconciliarse con él mismo, que Forrest lo interpreta como que se reconcilia con Dios. El teniente Dann de ex militar mutilado y alcohólico, se convierte en multimillonario que además se enamora de una vietnamita (superficial reconciliación y análisis de una guerra cruenta). Es curioso cómo mientras Dan está enfadado con el mundo en su silla de ruedas casa con la estética hippy (¿recuerdan a Jon Voigh en El regreso? Él sí realiza una reflexión y una conciencia de lo que ha sido la guerra de Vietnam) y cuando se reconcilia con el mundo y se vuelve millonario además de conseguir dos piernas de titanio, se corta el pelo, se afeita la barba y se pone traje y corbata, todo un yuppi.

Y así se podrían analizar un montón de escenas, situaciones históricas y personajes…, con su cara y su cruz. Pero por qué no, de esta manera su visionado se convierte en interesante y descubrir sus múltiples análisis en un juego apasionante.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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