Senso (Senso, 1954) de Luchino Visconti

Il Trovatore de Giuseppe Verdi suena en el Teatro de La Fenice en la bella Venecia. Finales del siglo XIX (1966), los austriacos ocupan Italia y la rebeldía de los italianos se está organizando…

En los palcos, mientras se sucede el drama de una ópera, se sucede la vida social, las intrigas políticas, la diferencia de clases sociales, los chismes, las historias de amor.

De pronto, acaba uno de los actos y desde los palcos más altos empiezan a gritar que Viva Italia y se empiezan a lanzar una lluvia de papeles con los colores de la bandera italiana y ramilletes de flores.

Un joven oficial austriaco se ríe de la ofensa. Un noble que le escucha se enfrenta a él y le reta a duelo.

De todo esto es testigo la bella y madura condesa Livia Serpieri quien se preocupa por el noble, su primo. Así que decide llevar al palco al oficial Franz Mahler, un joven altivo que tiene fama de conquistar corazones, para evitar que luchen. Éste le dice que no se preocupe, que todo lo puede frenar un arrestro.

A la dama le da un fuerte dolor de cabeza y le pide a su esposo, un hombre mayor que simpatiza y trabaja con los austriacos, que salgan de la ópera. Que no se encuentra bien.

Éste es el arranque de Senso que ya muestra el amor de Visconti hacia la ópera y su gusto por la reconstrucción exquisita de una época, la importancia de las escenografías y ambientaciones y las artes que empleará para ir contando la decadencia de una clase social y el resurgimiento de otra época histórica. Así emplea el melodrama histórico con notas de Ópera trágica para contar el obsesivo y humillante amor que sufre la condesa Serpiere —que abraza la causa italiana por admiración hacia su primo y por lleva la contraria al esposo anciano (listo personaje que se coloca al lado de aquel que detentará el poder y le permitirá seguir con su acomodada vida)— hacia el joven oficial Franz Mahler.

Visconti no emplea sólo su vasta cultura en la recreación de un periodo a ritmo de melodrama y ópera sino que también en sus encuadres y composiciones se inspira en los grandes pintores del siglo XIX que también le sirven como fuente para la recreación de vestuarios.

Así vamos viajando a través de la condesa Sarpiere por su torbellino de sentimientos y por la transformación del joven oficial (sin duda lo más interesante de la película). Porque Senso se cuenta a través de las emociones y sentimientos de la condesa. Así vamos desde una condesa con afán de ser heroína que queda cautivada por la belleza y gallardía del oficial enemigo. Un joven que le parece héroe romántico. Al principio le rechaza como enemigo, después en un paseo nocturno por la bella Venecia queda cautivada por el joven galán, entonces se entrega y en la intimidad de un cuarto le ama, le mira, le toca…, y le entrega un mechón de sus cabellos. Después viene el abandono y la condesa no entiende y trata de buscarle obsesivamente. Más tarde llega el reencuentro, y ya vemos algo más allá que la condesa sobre la verdadera alma del joven oficial. De nuevo la separación y algo más tarde ella corre a sus brazos a pesar de una carta de advertencia. La humillación más dolorosa donde la condesa se quita la venda de los ojos y ve al verdadero hombre del que se ha enamorado (él nunca se ha ocultado y así lo dice con una sinceridad que desarma…, con una crueldad que rompe) y, por último, la venganza más cruel.

Franz Mahler no es un héroe romántico, Mahler es un vividor que quiere sobrevivir, que utiliza a las personas, que disfruta de la vagancia, el poder y el placer, que no le interesa la guerra ni se traga el morir por la patria (es todo lo contrario al primo de la condesa)…, que sabe que está viviendo el fin de su clase, de la aristocracia, y trata de alargarlo…, trata de sobrevivir. Y para él la condesa Sarpieri sólo es una pieza más a la que manipular porque sabe que ella se va a dejar…, en el fondo, ya se lo dice en el último encuentro, son más iguales de lo que piensa ella.

La condesa Sarpieri se obsesiona de amor. Primero se obsesiona con la causa de su primo, al que admira y le hace huir de su insatisfecha vida junto al marido mayor. Después, se obsesiona con Mahler de tal manera que no tiene reparo en darle el dinero para la causa rebelde que le ha dejado su primo para que la resguarde. Porque ella ahora es una mujer que ama ciegamente. Y cuando se ve en el espejo, en esa escena humillante donde Mahler, sucio y alcoholizado, le hace compartir mesa con una joven prostituta (que muestra más compasión por la situación que ninguno de los dos), se deja arrastrar por las calles, ajena a la guerra y a la situación que vive en esos momentos Italia o el ejército austríaco, y se venga extirpando su obsesión, eliminando al objeto de su deseo…

Así Visconti, que abandona su etapa más contemporánea y neorrealista, reconstruye un tema que le obsesiona hasta el final de su carrera como director cinematográfico, la decadencia del ser humano. Y lo reviste de melodrama romántico entre dos seres decadentes. Una hermosa y sensual Alida Valli con aires de soprano trágica de ópera clásica y un apuesto y decadente Farley Granger que con su apostura esconde su verdadero espíritu.

Senso es la adaptación de una novela corta de Camillo Boito donde en el guión trabajaron la guionista Suso Cecchi D’Amico, que ya había colaborado con Visconti en Bellisima o Rocco y sus hermanos y que le acompañaría hasta el final en El inocente; el propio director y los escritoresTennessee Williams y Paul Bowles (geniales en historias opresivas, amores obsesivos, decadencias y tragedias varias).

Como siempre Visconti regala escenas de una fuerza visual que envuelve. No sólo la escena del teatro. Sino la de los encuentros entre los amantes: el paseo nocturno, en la intimidad del cuarto, en la casa de campo donde se ha retirado la condesa junto al esposo durante la guerra, la escena maravillosa del granero vacío, la dura escena final clímax de una ópera trágica…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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