Diccionario cinematográfico (126)

Comedia negra: Dos abuelillas encantadoras preparan arsénico para administraserlo a algún solitario al que nadie espera. El sobrino está desesperado por los horrores que encuentra en el sotano…, pronto va a casarse pero sus ancianas tías le tienen preparado un regalo de bodas que no se espera. Ellas preparan una fiesta especial donde invitan al bueno de Monsieur Verdoux antes de que liquide alguna socia-viuda-solitaria-millonaria que le haga heredar unos milloncejos, el paro obligado le ha dejado en una situación muy mala. En una esquina de la habitación festiva esconden su amor Harold y Maude. El bueno de Harold es un jovencillo millonario excéntrico que ante el vacío de su vida trata de suicidarse una y otra vez o asiste continuamente a funerales. Ahí conoce a la superabuela Maude que le muestra lo que verdaderamente es la energía de la vida. Harold y Maude están acompañados por el verdugo jubilado, el funcionario que hace correctamente su trabajo, que les está diciendo lo que le cuesta a su yerno ejercer el puesto que hereda. No falta una dulce ancianita, la vecina de arriba, que cuenta consternada que no sabe qué ha sido de su quinteto de vecinos de la puerta de al lado. A ella le parecían unos jóvenes muy simpáticos y atentos. Llaman a la puerta. Las abuelillas corren y se encuentran con Wendell Ambruster y su dulce pareja…, ambos conocieron el amor cuando acudieron al funeral de sus padres-amantes. De pronto se apagan las luces, comienza el juego, el multimillonario Lionel Twain anuncia que habrá un cadáver en los postres y claro ha invitado a los mejores detectives del momento como investigadores privados. Todos aplauden de alegría y placer. La noche es larga y promete diversión. Al fondo hay un ataud y una familia que lo rodea, una familia inglesa que esconde miles de secretos para celebrar un funeral de muerte al patriarca. Ya se van acercando los familiares…, y un hombre muy bajito…, muy sospechoso. Al fondo un teléfono rojo suena a la espera de órdenes disparatadas, el mundo está en guerra, quizá se oigan instrucciones para la trampa 22 o soluciones surrealistas para que el mundo salte en mil pedazos. Pero mientras las abuelillas piden tranquilidad y van dando sus copitas de arsénico a los invitados a la fiesta…

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