Corazón rebelde (Crazy heart)

Bienvenidos a la triste historia de Bad Blake, un cantante de música country y compositor-poeta de tristes baladas de oportunidades perdidas. Bienvenidos a la reencarnación del eterno perdedor aferrado a la botella, a los litros de alcohol, a los miles de kilómetros por carreteras y locales de pequeñas localidades, aficionado a mujeres solitarias que sólo quieren sexo con el tipo duro de sombrero tejano que las enternece el corazón y, a veces, las hace protagonistas de sus canciones, para salir de la rutina.

Bienvenidos a la historia de un hombre cansado de cincuenta y siete años con más pena que gloria, que tras una vida alcoholizado y entregado a su guitarra y a todo tipo de escenarios, se da cuenta de que es un hombre cada vez más mayor, más enfermo de la mala vida, y más consciente de su soledad de tejano. Sus canciones cobran más auténtica realidad. El tejano, el cantante de country, reflexiona sobre el costo de su vida, sobre su soledad arrastrada y elegida… Tras el dolor que arrastra y los daños que sabe que ha hecho, sólo tiene algo claro…, su amor a la voz cascada, a sus letras que surgen tras la inspiración y la puta dura vida, a esos escenarios cutres o no donde arrastra sus canciones, a esos músicos que le acompañan, a ese público cada vez más anciano que aún siente ante sus baladas…

Corazón rebelde no es una película ambiciosa, ni innovadora, ni complicada…, puede que sin la increíble interpretación y carisma de Jeff Bridges no pasara de película de sobremesa. La película es Bad Blake, es Jeff Bridges. Desde este post le nombro mejor perdedor entre los perdedores, mejor tirado entre los tirados, porque siempre logra ser creíble, convencer y conmover. Y después está que la película refleja ese mundo de la música country (que casi es otro género cinematográfico musical genuinamente americano, claro) que nos queda lejano pero envuelven esos temas del tipo duro que se le rompe el alma en pedazos después de siempre llevar una vida agitada. Y Jeff convence con su guitarra, con su forma de cantar, con sus movimientos en todo tipo de escenarios… caer es igual que volar, dice una de sus letras.

Jeff es la encarnación del perdedor cansado al límite de sus fuerzas pero que siempre resurge por su pasión, por su espíritu de superviviente. A lo largo de su carrera ha sido ese tirado en busca de segunda oportunidad con litros de alcohol en sus venas. A veces, esa segunda oportunidad se le ha concedido, otras veces no la ha alcanzado y en Corazón rebelde se queda a medias. No podía ser de otra manera para un Bad cansado de serlo. Jeff es ese perdedor que nos rompe el corazón bien sea en Corazón roto (interpretación de Bridges que reivindico), El rey pescador, Los fabulosos Baker Boys…, o ese personaje que es El Nota, tirado por vocación.

Y es que los retratos de perdedores que quieren enmendar errores cuando ya es demasiado tarde dejan historias conmovedoras (yo no olvido cómo el año pasado me deje llevar por El Luchador con cara de Mike Rourke) sobre sus intentos de recuperar lazos del pasado o tratar de construir sólidas historias presentes a pesar de los obstáculos.

Corazón rebelde nos deja además una galería de secundarios con personajes humanos, muy humanos, que tratan de dar una segunda oportunidad o no abandonarle nunca a ese cantante country que aguanta y aguanta con sus tragos de whisky y su cigarro tras otro. La mujer periodista con niño de cuatro años que hace soñar al solitario Bad con una posibilidad de relación de futuro (Maggie Gyllenhaal), aquel joven cantante (especial Colin Farrell) que le tuvo de maestro y ahora llena estadios ahogado por la nostalgia y los recuerdos de etapas pasadas junto a un Bad en tiempos de gloria y abrumado por la caída del que fue su mentor (él sabe que es poeta, algo que a él le falta) o ese anciano fiel que no le deja ni a sol y sombra que le quiere tal y como es (Robert Duvall).

Sólo pongo peros a una cuestión: no hay química entre el niño de cuatro años y Jeff. El niño (pobrecito mío no tiene la culpa) no me enternece o conmueve. No puedo evitar recordar a Edward Furlog —cuando era un niño, ¿dónde te has metido?— (que trabajó con Bridges en Corazón roto como adolescente y me emocionó la relación en cada segundo de proyección) u otros niños (como ese gran niño vestido de Casper junto Kevin Costner en Un mundo perfecto) que consiguen establecer una química especial con los personajes maduros.

Me quito el sombrero ante ese perdedor con cara de Bridges que me hace reír y sufrir por partes iguales. Que me hace que quiera escuchar otra triste canción en un solitario escenario… Caer es igual que volar…, un corazón rebelde que se pide una segunda oportunidad a sí mismo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.