Homenaje a Jeff Bridges

Jeff Bridges con su pelo largo y barba, con sus canas y sonrisa especial, lleno de energía. Sincero y sin protocolos, recoge su Oscar. Y, sinceramente a mí es el único premio de la gala que me ha alegrado y emocionado al enterarme esta mañana. Porque a Bridges le tengo un cariño especial. Muchos de sus personajes me han llenado.

Desde la primera vez que le vi aparecer en pantalla he sido espectadora fiel. Ya le he dedicado un post en la sección Un rostro en la oscuridad pero da igual. Le quiero escribir unas líneas.

Porque recuerdo que siendo niña le vi en Starman (1984) y me enamoré del personaje y el actor que lo encarnaba. Ya subió a mis altares. Desde ese momento no he dejado de visitarle cuando he tenido oportunidad en la sala oscura y en la gran pantalla blanca.

Todavía no he visto Corazón rebelde pero sí el trailer y he leido el argumento y algunas informaciones más. Y sé que me gustará. Que será de esos personajes que me emocionen. Esos perdedores en busca de segunda oportunidad y encima con guitarra y tristes canciones del mundo country. Trataré de visitarle sin falta esta semana.

Bridges era de esos actores con varias nominaciones en su carrera pero ninguna estatuilla. Le habían nominado por sus apariciones en La última película,  Un botín de 500.000 dólares, Starman y Candidata al poder. Y nunca se había alzado con el premio y le olvidaron en varias ocasiones.

Su carrera discurre entre perdedores, galanes, héroes de acción, malvados…, tiene personajes de culto como El Nota (que todo hay que decirlo, no es de mis favoritos) y Gilliam le ha querido para su Universo particular en dos de sus películas. Esa película-medicina que es El rey pescador (me encanta) y Tideland (que no he visto aún). Su carrera está llena de altibajos como su vida de luces y sombras. Como todos los que pasamos por este mundo. Altibajos, luces y sombras.

Dicen que en su discurso se le ha visto hombre emocionado y agradecido. Agradecido a sus padres, a su esposa, a sus compañeros…., agradecido por amar el cine y su profesión.

Y entonces pasan metros de celuloide por mi mente y le veo como el muchacho de la última película que luego es hombre desencantado en Texasville. Al profesor tímido que quiere estar con una mujer pero sin sexo de por medio en ese intento de regresar a la comedia romántica pura y dura de la mano de Barbra Streisand.  A sus tres míticos Jack a los que amo: el pianista solitario y desencantado que luce su cara gris junto a su hermano (también en la vida real, Beau), un hombre lleno de energía; el locutor de radio que de lo más alto cae y cae por el tobogán de la culpabilidad y desesperación o ese Jack con ukalele que siempre, siempre anda corriendo por la vida intentando alcanzar su sueño, una Alaska helada, y evitando que le rompan el corazón.

Recuerdo a ese malo malísimo que se pasea por Iron Man, calvo y con barba. A El Nota, ese hippy trasnochado, rey del porro y la vagancia, con chaqueta de lana y cara de alucinado… pero que nos enamora. O a ese hombre aterrorizado por unos vecinos peores de lo que él piensa en la temible Arlington Road. O ese otro que trata de vivir sin miedo a la vida después de haber sobrevivido a un terrible accidente. O a ese hombre marcado por una tragedia familiar, roto de dolor y enamorado que ve cómo su mujer se rompe en pedazos sin que él pueda o quiera hacer nada…

Y todos los papeles que me quedan aún por ver y recordar.

Felicito a Bridges. El único premio que me ha alegrado realmente.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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