Nine

¡Tenía tantas ganas de ver esta película! El resultado: ni fu ni fa. Se deja ver, estuve entretenida en la sala que no es poco (ya lo digo muchas veces), tiene imágenes para recordar así como algún número musical destacable pero…, los híbridos es difícil que salgan bien. Así es un imposible remake de una película tan personal como 8 ½ donde se rescata el argumento pero, claro, no se ‘caza’ el espíritu felliniliano (aunque sí es homenajeado) ni tampoco ese buen rollo que te deja Nino Rota cuando crea melodías increíbles o no deslumbra la belleza de ese blanco y negro que recubre el mundo de Guido Contini con un Marcello inolvidable. Ni es tampoco ese cine musical deslumbrante, no quita que tenga escenografías alucinantes y algún número y canción destacable pero no inolvidable (supongo que sí será fiel al musical de Broadway en el que se inspira que fue un éxito para Antonio Banderas como Guido Contini). Ni es lo uno ni es lo otro…, ¿entonces? ¿Qué es? Sales como vacía de la sala de cine. ¿Me gustó? ¿No me gustó? ¿Sentí, no sentí? Reconoces la fuerza de ciertas imágenes, el buen elenco que acompaña a la película, los ecos lejanísimos de Fellini, la grandiosidad de algunos números…, pero me afirmo, ni fu ni fa. No salí deslumbrada y con ganas de cantar y bailar. Salí con sonrisa suave, con esa sonrisa que desvela que has pasado una tarde entretenida, sin más.

¿Con qué me quedo? Con el canto de amor al cine. Con las escenas de cine dentro del cine. Con los decorados, los vestuarios, las pruebas de cámara, las reuniones, las ruedas de prensa, el miedo a no crear, el espectáculo debe continuar, las estrellas, los actores, los productores, el guión, los nervios, los miedos, los éxitos, los fracasos, el público entregado…¡ACCIÓN!

Me quedo con ese Daniel Day Lewis (con carisma y elegancia suficiente. Siendo frívola, cómo le sienta el traje negro, la camisa blanca, las gafas de sol, ese pelo…) que explica al principio la esencia del cine y los sueños o que al final se eleva en una cámara, cual creador, con el niño de su infancia en su regazo y grita ¡ACCIÓN! Porque ésa es su pasión, el cine.

Me quedo con la galería de estrellas femeninas que representan las distintas facetas del creador cinematográfico en crisis. Lo carnal en Pe, el despertar sexual con Stacy Fergunson, lo glamuroso y aparente con la Hudson; lo estable, la compañera y amiga en la Cotillard; lo inalcanzable, la diva, en la Kidman; la realidad, la que te hace tener los pies en la tierra y te dice verdades como Pepito Grillo, la venerable y maravillosa Judi Dench y, por último, lo simbólico; la mamma italiana por antonomasia, una mítica Sophia Loren que asoma y no asoma.

Y están maravillosas, permítanme que señale a mis favoritas, la Cotillard y la Dench. Y sí, sí reconozco que está muy bien la canción de la Ferguson, Be italian y que la Kidman siempre se la da bien esa imagen de diva inalcanzable pero que es cercana y frágil, lo borda. O qué me dicen de esa Penélope Cruz cada vez más madonna italiana exuberante, elegante, sexy y bella.

Pero de pronto vienen a la cabeza aquellas que Fellini empleó para plasmar sus sueños, obsesiones, complejos y demás así como las escenas que protagonizaron junto al perdido creador con cara de Marcello, y claro se te encoge el corazón un poquillo porque…, ¿qué fue de los personajes de Claudia Cardinale, de Anouk Aimée, de Sandra Milo…, y por Dios, del rostro de La Seraghina alejada totalmente de una contundente y bella prostituta?

Sí ya sé que para meter los números musicales, se acude a los sueños de los personajes, a las creaciones delirantes de Guido, a los discursos o monólogos de algunos personajes pero… ¡es tan brutal la separación entre canciones e historia narrada! Los números, sí, algunos muy bonitos pero cierre los ojos, construya la película, ¿a que puede quitar mucho de los números y no pasa absolutamente nada? ¿Los echaríamos de menos? Sé que está haciendo lo mismo con otros musicales y que me dirá que también se pueden quitar los números musicales y no pasa nada…, pero ¿imaginan Cabaret sin alguna de las canciones de Liza Minnelli, que además describen el estado de ánimo del personaje? Hagan lo mismo con Nine y quiten la canción, muy chula sí y muy movida, de Kate Hudson, ¿la echarían de menos? ¿Modifica algo la historia? ¿Nos explica algo más de los sentimientos de los personajes? Sí, por ejemplo, están bien puestas o tienen algún sentido las canciones de la Cotillard o incluso la de Nicole Kidman (que por otra parte no son las canciones que más popularidad han adquirido). Be Italian es muy buena sí y el número musical está estupendamente planteado pero ¿qué aporta a la historia o a los personajes?

Lo dicho me quedo con el amor al cine que se destila en cada fotograma y en ese volver a querer retomar la historia del creador Guido Contini (que no Fellini, ésa es una importante diferencia). Lo demás, ni fu ni fa.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons 

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