Moscú no cree en las lágrimas (Moskva slezam ne verit, 1980) de Vladimir Menshov

Nada, absolutamente nada conocía de esta película. Me la compré porque me llamó la atención su título. Me gustó. Luego empecé, como hago siempre, a informarme sobre ella en la Red y poco encontré. Se la menciona sobre todo porque se llevó el oscar a la mejor película extranjera en 1980 y por su popularidad en Rusia o en Cuba. La sinopsis me seguía llamando la atención. Me gusta enfrentarme a estas sorpresas, sentarme a ver una película de la que no tengo ni idea ni del director, ni de los intérpretes ni de nada de nada.

Y la sorpresa ha sido bonita e interesante. He podido disfrutar de una película tierna y humana pero también de un documento histórico y sociológico sorpresivo (por desconocimiento, claro está). En la película transcurren 20 años, comienza en 1958 y termina en 1978. El periodo histórico que abarca es la etapa del gobierno de Nikita Jrushchov y posteriormente de Leonid Brézhnev. Abarca una etapa de destalinización del primer dirigente y estancamiento o aversión al cambio del segundo y entre medias el periodo de una cierto desarrollo económico y social.

La película es una tragicomedia que no trata asuntos políticos sino humanos y se detiene en la historia de tres amigas, tres jóvenes que nos las encontramos en una residencia femenina y las acompañamos desde la veintena hasta que casi cumplen  los cuarenta: ellas son Katerina, Liudmila y Antonina. Las tres viven en Moscú y las tres durante veinte años conviven con sus alegrias y penas además de tratar siempre de buscar la felicidad a pesar de las dificultades.

Así la película sorprende por su frescura y porque de alguna manera es capaz de retratar a sus personajes con gran cariño en sus momentos más felices y en los más desgraciados, sin embargo, siempre prevalece la ternura de los buenos momentos y es un bello canto a la amistad.

Sorprende porque termina siendo una película universal y un reflejo de aquellos años que curiosamente puede trasladarse a otros lugares del mundo que en su momento se sintieron identificados con las vicisitudes de las tres heroínas. Así como las cuestiones que trata dejan perpleja a una cuando se plantean temas que se podrían creer superados en un sistema comunista —habiendo diferencias claras— y se plasma claramente que no es así. En ese Moscú de los años cincuenta existen las clases sociales y sus diferencias, en ese Moscú hay mujeres que sienten que su futuro será mejor si consiguen una buena boda, en ese Moscú se combate contra la soledad, en ese Moscú hay problemas y dependencias como el alcoholismo, en ese Moscú las heroínas sueñan con enamorarse y formar una familia, en ese Moscú se sueña con el éxito y la fama, en ese Moscú también se produce la inmigración del campo a la ciudad en busca de oportunidades y prosperidad social y económica, ahí también es dura —aunque con más facilidades y menos estigma social que en otras culturas en aquellos años— la situación de una madre soltera, en ese Moscú las familias quieren comprarse una televisión a plazos, conseguir un hogar cómodo y comprar un buen coche…

La protagonista absoluta, una de las tres amigas, Katarina, madre soltera, sustituye su soledad y su desolada situación personal por la superación profesional. Katarina muestra que la igualdad de género en el trabajo sí fue una realidad en la Unión Soviética y narra como una obrera prospera hasta convertirse en la directora de una fábrica. Pero la sorpresa es mayúscula cuando descubrimos que ahí también los hombres siguen teniendo una mentalidad patriarcal, es decir, el hombre siente que tiene que ganar más dinero que la mujer amada o tener un cargo superior y que si ocurre lo contrario puede haber problemas… Y ésa es una dificultad que encuentra Katarina cuando, por fin, encuentra al hombre de su vida. Sin embargo, como tragicomedia, los personajes superan la barrera.

Por otra parte, también asistimos al desarrollismo, que también se produce en la URRSS, de los años cincuenta, sesenta y setenta, así las heroínas evolucionan en su situación socioeconómica. Por supuesto, me llamó la atención el reflejo del mundo laboral en las fábricas (el otro día escribí un post sobre el tema así se podría también incorporar también Moscú no cree en las lágrimas). Otra visión interesante es el inicio en la URRSS de la televisión y cómo se ve como un instrumento que evolucionará en el futuro hasta tal punto que hará desaparecer el cine, los libros, el teatro…¡¡¡en veinte años!!! Es divertido porque esta reflexión aparece tanto en los años 50 como en los 70 y lo escuchan distintos personajes…, y todavía, ¡¡¡y gracias!!!, continúa el cine, el teatro, los libros…

Moscú no cree en las lágrimas no sólo cuenta con la interesante interpretación de las tres amigas (Vera Alentova, Irina Muravyova y Raisa Ryazanova) sino también con un buen reparto masculino donde sobre todo llama la atención el carisma de Aleksey Batalov. Cada uno de los personajes tiene una personalidad determinada y a cada uno de ellos les tomas un gran cariño. Así disfrutamos del paso de los años de las tres protagonistas entre situaciones cotidianas y de intensa emoción, entre lágrimas y risas. Momentos preciosos de reuniones y comidas en la casa de campo, en los comedores, en la residencia femenina, en bodas, en pequeñas fiestas privadas…, donde sus personajes tratan, como todo el mundo, de encontrar aquello que les hace felices. Al final lo que cuentan son las buenas amistades, las reuniones agradables, las esperanzas e ilusiones, el amor si se encuentra…

Una de las canciones que aparece varias veces en su banda sonora es el universal bolero Bésame mucho en escenas claves de la trama. Escenas que marcarán la existencia de Katerina. Su director Vladimir Menshov, en los extras del dvd, cuenta como era una película de presupuesto mínimo y cómo todos se vieron sorprendidos por el éxito mundial de la película y su carrera hasta los Oscars. Menshov también es actor y últimamente cosechó éxito como intérprete al ser uno de los protagonistas de una saga de cine fantástico ruso —género no muy visitado por estos lares— que fue todo un taquillazo en su país de origen (Guardianes de la noche y Guardianes del día).

Moscú no cree en las lágrimas ha sido una agradable sorpresa con happy end incluido.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons 

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