Avatar

Si miramos en la red el significado de la palabra avatar —fue lo primero que me llamó la atención— nos encontramos con infinitos significados. En wikipedia nos informan de que “en Internet y otras tecnologías de comunicación modernas, se denomina avatar a una representación gráfica, generalmente humana, que se asocia a un usuario para su identificación. Los avatares pueden ser fotografías o dibujos artísticos, y algunas tecnologías permiten el uso de representaciones tridimensionales”. Si nos vamos a nuestra querida RAE nos encontramos con que “(Del fr. avatar, y este del sánscr. avatâra, descenso o encarnación de un dios).

1. m. Fase, cambio, vicisitud. U. m. en pl.

2. m. En la religión hindú, encarnación terrestre de alguna deidad, en especial Visnú.

3. m. Reencarnación, transformación”.

Y es que Avatar de James Cameron recoge todos los significados de esta palabra. Los actores y escenarios virtuales ya son un hecho. Avatar supone una evolución de las nuevas tecnologías en el séptimo arte. Una evolución donde ya es posible combinar la actuación de actores de carne y hueso con otros virtuales y creérnoslo a pies juntillas. Hay una escena en la película donde una actriz virtual, una Navi, se encuentra con un actor de carne y hueso e interactúan. Y se nos olvida totalmente que uno de los actores es ‘virtual’, generado por ordenador (aunque hay que reconocer que para que esto sea posible es fundamental la existencia de un actor real que ‘done’ sus rasgos y movimientos minúsculos…, pero vamos que yo de técnica ya sabéis que lo que puedo aportar es mínimo, soy todo lo contrario a una experta, pero intento comprender… Para todos aquellos que queréis indagar en este mundo ya sabéis que podéis acudir, entre otros sitios, a cine.com —donde tengo ubicado mi blog— al blog de todo un experto en la materia, Jordi Alonso).

La RAE nos habla de un origen religioso de la palabra, ‘la encarnación terrestre de alguna deidad’…, sólo hay que fijarse un poco en el argumento. Ese marine con una discapacidad física, en silla de ruedas, que gracias a la tecnología científica toma posesión de un cuerpo biológico controlado de forma remota, un avatar, y de pronto sentir que ya no sufre esa discapacidad sino que puede de nuevo andar, correr…, y así este hombre llega a Pandora, una paraíso natural, y conoce a los Navi y su conexión con la naturaleza. Él forma parte de ‘esos hombres del cielo’ que no todos vienen con buenas intenciones. Sin embargo, él se convierte en una especie de elegido, viene del más allá pero se empapa de la ideología y formas de vida del pueblo Navi que le acoge y se transforma en un líder. Avatar es también reencarnación y transformación. Y eso es lo que vive sobre todo el personaje del marine discapacitado físico (Sam Worthington), una transformación primero física y posteriormente espiritual.

James Cameron tira la casa por la ventana con las nuevas tecnologías y se saca de la manga todo un mundo nuevo, Pandora, y lo crea con todo lujo de detalles tanto en apariencia y paisajes como en habitantes y criaturas que lo habitan. Después está su proyección en salas de cine de 3D donde todos los espectadores lucen felices sus gafas psicotrónicas para vivir y sentir un espectáculo. Porque eso supone el 3D, más espectáculo y entretenimiento. Y así lo he vivido yo como todo un espectáculo visual en el que hundirme y sentir. En lo que no se ha arriesgado el equipo de Avatar, que encabeza Cameron, ha sido en el contenido y en la estructura del guión ahí se ha optado por lo seguro, por la formula que funciona. Y, claro que funciona.

Avatar se ha ido al cine épico, de aventuras, al cine de indios y vaqueros con fondo ecológico. A personajes estereotipados, pero bien hechos, a la fantasía y situaciones de narraciones fantásticas. Ahí no nos sorprende pero tampoco aburre. Pensemos en películas como Bailando con lobos, Pequeño gran hombre o más atrás en el tiempo a Flecha rota… ¿a qué les suena el argumento?

Respecto a los aspectos de ciencia ficción volemos a aquellos replicantes de Blade Runner (¿no se crean mundo también fantásticos a base de maquetas o escenografías?) o a ese traspaso de mundos ‘reales’ y ‘ficticios’ a tiempos ‘pasados’ y ‘presentes’ y pensemos en estéticas, viajemos a Matrix o 12 monos, ¿no les sigue sonando todo?

Extranjero acogido, historia de amor incluida con mujer de población que le acoge, hermano guerrero que desconfía del extranjero pero que finalmente ambos se admiran como guerreros, invasores malos malísimos que les importa un bledo cultura y naturaleza que sólo quieren lo que pueden extraer de ese mundo aunque sea sembrando violencia y muerte, dentro de los invasores grupo de rebeldes (en este caso todos científicos y algún que otro militar) bueno buenísimos que se ponen de parte de la comunidad que acoge y como no pueden mediar luchan a su lado convirtiéndose en héroes y poseedores de estrategias que tratan de salvar a todo un pueblo que cuenta con valentía y sentimientos equilibrados con el entorno en el que viven (¿también huele a La misión?) y con técnicas de lucha.

Cameron claro está se va a la épica, a la lucha, a la guerra, a la violencia que mueve al hombre a la destrucción, a su afán de conquista irracional por obtener en este caso un mineral, llama la atención a la poca atención del ser humano a los entornos en este caso Pandora y a cómo aplasta a todo un pueblo si con ello obtiene beneficios económicos. Pero ese pueblo, el que habita en Pandora, responde y lucha. Y ahí viene la música celestial, los cánticos, las escenas heroicas a ser posible a cámara lenta…, y el espectador se muerde las uñas y se mete en la épica. Nada en el contenido es original pero lo que hay no deja de funcionar (aunque quizá con tanto presupuesto también hubiera estado bien una innovación en la forma de contar la historia, en el tipo de personajes…).

El director da un papel a su heroína particular, a una Sigourney Weaver tan guerrera como la teniente Ripley y tan comprometida y científica como en Gorilas en la niebla. ¡¡¡Y con una actitud incorrecta políticamente ahora en EEUU…, nuestra científica particular fuma como un carretero…!!! Ironías aparte, la Weaver ahí está en su papel de tía dura e inteligente que se convierte en la mejor cómplice del marine que se transforma. Ese marine que se transforma porque se empapa de ese pueblo o comunidad enemiga y descubre la conexión con otros seres y con un mundo natural y aprende a mirar, a comprender, a respetar…, de esa comunidad que le permite la oportunidad de recuperar sus piernas, de sentirse completo. Y cuando los seres humanos, ‘los seres del cielo’, destruyen el entorno natural, él sufre también la pérdida de un mundo equilibrado.

Así que si quieren espectáculo, entender qué es un ‘mundo virtual’ (¡¡¡oye, mira que son atractivos y bellos los Navi!!!) y qué significa evolucionar en nuevas tecnologías (es decir, ir algo más allá de Parque Jurásico, El señor de los anillos o la segunda trilogía de La guerra de las galaxias…), si quieren épica, dramatismo, amor, visitar otros mundos distintos y disfrutar de fauna y flora diferente, sentirse dentro de la pantalla, lucir unas gafas futuristas, adentrarse en un mundo de fantasía, emocionarse, vivir un espectáculo a lo teatro barroco lleno de sorpresas…, en fin, su película es Avatar.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons 

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