Joseph Cotten

No me digan por qué pero le veo aparecer en la sala oscura, en pantalla brillante, y me es imposible no mirarle o quedarme incluso un poco hipnotizada. Cotten es uno de los olvidados. Ni siquiera en su momento tuvo estatus de estrella (ni creo que le importara) ni nunca le hicieron mención en la gala de los Oscar (tampoco creo que lo echara de menos) y sin embargo tiene en su filmografía películas inolvidables y maravillosas…, personajes inmortales. Él era actor y ahí dejó películas para demostrarlo. No dejó de trabajar nunca hasta que le muerte se lo llevó…

Caballero elegante de pelo ondulado y mirada franca (tan franca que podía volverse turbia…, él era perfecto para personajes desengañados, para enamorados de imposibles y para malvados bajo un rostro de caballero honrado). Versátil, podía ser encantador o complejo…, pero sin duda Cotten fuera protagonista o secundario dejaba huella en la pantalla.

No fue estrella pero sí bien considerado. Trabajó con buenos directores y fue el compañero de las damas más prestigiosas desde Jennifer Jones a Ingrid Bergman pasando por Marilyn Monroe rodeando a Bette Davis o a la bella Loretta Young y desembocando en Olivia de Havilland. Él siempre impecable consiguiera o no el amor.

Llegó de la mano del niño genial de la industria. Ambos se conocieron en el mundo del teatro en los años 30, ambos trabajaban duro para los montajes del Mercury Theatre. Orson Welles estaba preparando una obra maestra, su debut cinematográfico como director y se hizo acompañar de sus amigos y trabajadores actores del Mercury…, entre ellos Cotten. Welles realizó Ciudadano Kane en 1941 y ahí estaba Cotten con buen papel, no como magnate pero sí como el hombre tímido y amigo fiel de Kane, que nos ofrece uno de los puntos de vista para entender a un personaje complejo…

Siempre fue amigo de Welles y trabajaron más veces juntos. En El cuarto mandamiento (1942), historia de familia decadente y amores imposibles, Cotten como caballero de finales del XIX y protagonista de pasiones que se desatan…, con contención. Ese mismo año ambos actuaron y escribieron el guión de una película de cine negro que no he podido ver Estambul de Norman Foster. También aparece como senador en Otelo (1952) según Welles. Todavía con el genio en plena ebullición creativa realizó una aparición secundaria, secundaria, secundaria en Sed de mal en 1958.

Pero quizás el trabajo donde ambos son más recordados sea en El tercer hombre (1949) de Carol Reed. Película a la que tengo cariño inmenso. Historia de una amistad nada fácil. Historia de un amor imposible. Historia que protagoniza un Cotten de quitarse el sombrero y un Welles enigmático. Siempre le veo ahí solitario, al lado de un automóvil, viendo como pasa y se aleja el amor de su vida con melodía de fondo.

En Cotten creyó sin duda alguna el productor más popular del momento, David O. Selznick, que le dio la oportunidad de trabajar con el maestro del suspense y le puso en el reparto de las mejores películas de la que sería su amante y su amada esposa Jennifer Jones.

Con la Jones trabajó en una típica película bélica a lo señora Miniver de ánimos a la población civil que se tituló  Desde que te fuiste (1944). Pero destacó junto a esta actriz (que protagonizó películas memorables pero cuya cara de mermelada me estropea a veces la credibilidad de maravillosas historias) en Duelo al sol (1943) donde ejercía del buen hijo enamorado de la mestiza Perla Chavez que ofrece su corazón al péfido hermano con cara de chuleta encantador Gregory Peck. Historia de amores desatados donde Cotten cumplía de hombre despechado. Y también protagonizaron otra película poética y misteriosa de amor más allá de la muerte o de la vida, Jennie (1948).

Con el maestro del suspense trabajó en una de sus interpretaciones más recordadas. Él es el hombre encantador, el tío deseado por toda sobrina, guapo, elegante, inteligente…, y psicópata. Cotten cumplió, de manera maravillosa, en personalidad compleja y creó personaje destacable en La sombra de una duda (1943). Y con Hitchcock de nuevo se convirtió en caballero de siglo XIX en una de las obras más desconocidas del maestro, Atormentada (que yo no he logrado ver todavía) en 1949 junto a una asustada Ingrid Bergman. Con la Bergman ya había trabajado en un clásico maravilloso de Cukor, muy a lo Hitchcock (todo hay que decirlo), Luz que agoniza (1944) donde Cotten es el bien, el hombre enamorado que rescata a la dama, de las garras del mal un impagable y siempre correcto Charles Boyer.

En los años 50 Cotten continúa fuerte y sigue con esos papeles que explotan su lado de caballero con alma compleja, reverso de maldad o simplemente de hombre despechado. Ahí nos lo encontramos como ese hombre obsesivamente enamorado de mujer explosiva e infiel, la bomba sexual de los 50, Marilyn Monroe, en ese divertimento que se llama Niágara (1953).

Joseph durante los años 50, 60, 70 y hasta los 80 siguió trabajando sin parar en películas de serie B, en ciencia ficción, en western crepusculares, en cine de terror y también de catástrofes…, y su presencia siempre podía merecer la pena. Así lo vemos más tenebroso y caballeresco junto a una Olivia de Havilland en papel de malvada en la notable Canción de cuna para un cadáver (1964) y es una gozada verlos a ambos.

En los setenta los ávidos cinéfilos no olvidan sus apariciones en películas de culto como Cuando el destino nos alcance con un Charlton Heston en epopeya futurista o El abominable doctor Phibes junto a Vicent Price en una historia de doctores locos y venganzas. Como no, fue de las viejas glorias invitadas en cine de catástrofes tipo Aeropuerto 77 (1977) o intérprete de prestigio en superproducción bélica en Tora, Tora, Tora (1970).

Un Cotten anciano estuvo también presente en un western crepuscular que fue todo un fracaso en la época (los ochenta) de Michael Cimino, La puerta del cielo (que a pesar de todo lo que dicen de él me muero de ganas de verlo) porque él era un actor que nunca dejó de trabajar…

Joseph Cotten para siempre un rostro en la oscuridad… viendo pasar de largo al amor de su vida con música de fondo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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