El león en invierno (The lion in winter, 1968) de Anthony Harvey

El león en invierno es una película sobre el poder. El león en invierno es una película de intérpretes que brillan porque actúan frente a un buen texto de base, un guión bien construido que es una adaptación de una obra de teatro de Broadway. El guión está escrito por el mismo autor que también es guionista, James Goldman (posteriormente sería el autor de esa pequeña joya de cine romántico que es Robin y Marian, una historia que transcurre sólo unos años después de ésta que ahora comentamos).

El león de invierno se sitúa ya en los últimos años del reino de Enrique II de Inglaterra. Rey poderoso de la Edad Media que conoce los tejemanejes del poder. Como dice en más de una ocasión sabe cómo jugar la baraja. Es perro viejo y sabe de negociaciones, juegos y manipulaciones para mantener el poder, y curiosamente, también la paz. Que ya dice en propias palabras que está cansado de lucha y conquista. Ahora quiere que su reino se mantenga intacto en uno de sus hijos en aquel que le suceda. Y para eso organiza el gran juego, un gran tablero a quien invita a varios, sólo pide que jueguen como él o mejor que él. No hay reglas, vale la traición, la manipulación, el complots…, y de vez en cuando, algún atisbo de sentimiento, la consciencia de que todo es un gran juego.

Enrique II, en plena Navidad, se deja acompañar de otra jugadora y rival increíble: su señora esposa, Leonor de Aquitania, a la que tiene encerrada en un castillo y tan sólo en ocasiones como ésta la llama para que acuda. Y Leonor, mujer inteligente y de artes, sabe de juego. Vaya si sabe y desentierra todas sus armas porque en tantos días de encierro tiene tiempo mucho tiempo para pensar, pensar… Ambos se divierten, ambos se dañan, ambos son perros viejos, tan sólo a veces se desnudan y se quitan las máscaras y se reconocen que se admiran y que hay algo llamado cariño que quizá los una más de lo que piensen aunque siempre luchen a través de la dialéctica y de lenguaje.

Para que el tablero esté completo faltan los más jóvenes. Los hijos, el rey joven de Francia y la hermana de éste que se convertirá en la futura esposa del sucesor al trono. Enrique deja claro un asunto: se parece al rey Lear en cuanto a reino enorme y tiene a hijos que ama… pero él no va a dividir en ningún caso el reino. Y quiere que sus hijos luchen, manipulen y le traicionen, que aprendan el juego de la política y la negociación.

En la película se encuentra la austeridad de la Edad Media en el castillo de Chinon, en sus ambientes, en esas comidas que se celebran, en los ropajes de los protagonistas…, no hay nada mítico de corte elegante. Es ruda y dura como ese rey que tiene más de cincuenta años y sigue vivo con un gran reino. Ya lo dice Leonor, ya lo sabe el mismo, siempre supo jugar.

El guión no oculta aspectos interesantes de ese reino. Aunque sólo aparecen tres hijos siempre se nos informa de manera sutil que son muchos los vastagos que Leonor ha dado a Enrique II y a su ex marido (sólo mujeres por eso no se mantuvo ese matrimonio, como dice con ironía Leonor, “a eso queda relegado mi sexo”) el anterior rey de Francia (y contrincante de Enrique como ahora el sucesor y joven hijo del francés, Felipe). Nos habla también de la ilegítima, de la amante que parece ser más amó Enrique II que ya ha muerto, la bella Rosamunda y también de sus enfrentamientos con la iglesia y Thomas Becket (curiosamente Peter O’ Toole años antes había sido un Enrique II que se enfrenta al amigo que es la Iglesia, Becket con cara de Richard Burton).

Las piezas ya están puestas. Leonor de Aquitania apuesta para el reino por su hijo al que ama (ambos mantienen una relación de amor-odio digna del castillo donde acontece): Ricardo que será en el futuro Ricardo Corazón de León (y ya a la mayoría nos viene la sonrisa porque le reconocemos como aquel monarca que vivió en tiempos de Robin Hood, paladín del buen cine de aventuras). Y Enrique apuesta por el hijo pequeño, adolescente tontorrón pero con la suficiente malicia para reinar, Juan que será Juan sin Tierra (y volvemos a sonreír porque será el rival de Robin). En medio queda el manipulador e inteligente Godofredo que juega a quedar al lado de quien ostente el poder, él es cerebro que manipula con cuál de los dos hermanos podrá pensar y gobernar mejor en su sombra… Después están otras dos piezas fundamentales, las relaciones internacionales, representadas por los dos hermanos. Por una parte el joven Felipe que ya está entrenado en el juego y aprende rápido, llega a Chinon para que se cumpla el trato (para eso entregaron a la hermana) de matrimonio de la joven Alais con dote incluida con el futuro sucesor y él quiere que ese matrimonio obviamente le beneficie en un futuro. Y ahí está la joven Alais, que no la gusta ser peón siempre movido por unos y por otros, ella se encontraba bien en su papel de nueva amante de Enrique II…, y por lo tanto también jugará para dejar de ser empleada como mera pieza de juego.

Así el espectáculo está servido en una película de intérpretes que se trasmutan en sus personajes. Peter O´Toole inmenso, bestia y a veces tierno, rey del juego del poder, como Enrique II. Katharine Hepburn —que ganó Oscar— ofrece magnífico retrato de una Leonor inteligente pero también trágica (como cada uno de los personajes). Entre los hijos vemos a un joven Anthony Hopkins como Ricardo y a otro más joven Timothy Dalton como el rey de Francia. La película está dirigida por Anthony Harvey de manera correcta y clásica, no volvió a encontrarse material y reparto igual. Y de fondo la música de John Barry que ya grita su presencia en bandas sonoras.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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