La tierra de la gran promesa (Ziemia obiecana, 1975) de Andrzej Wajda

Parto de un total desconocimiento de la obra cinematográfica del director polaco Andrzej Wajda y también de que La tierra de la gran promesa es la primera película que veo de este realizador. Parto también de poca sabiduría sobre los profesionales que salieron de la Escuela Polaca de Cine (siendo el más internacionalmente conocido Roman Polanski). Sólo decir que La tierra de la gran promesa me ha impactado de manera brutal.

Vivir las andanzas de tres amigos amorales (uno polaco, otro judío y el de más allá alemán) que realizan todas sus pesquisas para construir una industria en la ciudad de Lodz ha sido escalofriante. Nos situamos a finales del siglo XIX y en esta localidad polaca se encuentra el centro de la industria textil, así, la película narra de manera impactante los pasos de un capitalismo feroz, sin ningún tipo de ética, que sólo mira por la producción y la acumulación de riqueza. Los trabajadores no son seres humanos, ya lo dicen varias veces distintos personajes de la película, los empresarios no los miran como personas con alma sino como piezas del engranaje para producir y poder enriquecerse. Pero es que a los empresarios, usureros, jefes…, tampoco se les puede tildar de humanos.

La tierra de la gran promesa (que es una adaptación de una novela del escritor polaco W. S. Reymont) está llena de escenas duras, tan duras que en más de una ocasión aparté la vista. Pinta de una manera que hace temblar los distintos ambientes y las distintas situaciones que se producen en esta película coral o tapiz de época. No es de extrañar que al final, entre los trabajadores, en otra escena extrema, salga a relucir una bandera roja.

Dentro de una película coral, destacan los intérpretes que ponen cara a los tres amigos (que son los que digamos dan un sentido narrativo a esta obra). Así he podido conocer a tres intérpretes, con los que ha trabajado Wadja en varias ocasiones, Daniel Olbrychski (él es el joven polaco, frío como el hielo, pero que serán sus devaneos amorosos los que en un principio no le dejarán prosperar), Wojciech Pszoniak (es el joven judío con dotes para las relaciones sociales y los tratos) y, por último, Andrzej Seweryn (como el alemán luterano que se va dejando llevar y se mete de lleno en el negocio con sus dos amigos).

Los cimientos de un capitalismo cruel van desarrollándose a lo largo de esta historia, la caída y ya poco peso de la clase aristocrática, la subida al poder de hombres sin escrúpulos que se van enriqueciendo a costa de la explotación y la pobreza de sus trabajadores…

Para que os hagáis una idea. En una de las primeras escenas se ve uno de los protagonistas repasando y revisando el trabajo de las máquinas textiles y los obreros. De pronto, ve cómo una de las telas que sale de una máquina va empapada de sangre, metros y metros, se da la vuelta y se ve cómo a uno de los obreros la máquina le ha arrancado el brazo. A él tan sólo le preocupa la cantidad de producción pérdida, pide que quiten de ahí al obrero sin mostrar compasión ni dar solución alguna, y exige que se siga trabajando y se recupere la producción que se ha perdido. Sin pestañear siquiera. Y escenas con esta crudeza aún hay más.

Otra escena que merece un pequeño análisis y que llama la atención es toda la que transcurre en el teatro. Entre el esperpento y el análisis de esa nueva clase que se está formando de hombres de negocios. Las relaciones entre ellos. La vida en los palcos y en el patio de butacas. Lo que menos interesa es un ballet de jovencitas a lo Degás o un número cómico que roza el esperpento. Así como, también queda reflejado cómo los protagonistas miran a las damas tan sólo por las joyas que ostentan y las posibilidades de subir escala social.

Dentro de este tapiz de personalidades brutales donde se hacen y deshacen tratos, se desprende algún personaje secundario positivo que da por lo menos una visión de que hay gente con ápices de dignidad y de humanidad. Entre estos personajes destacarían un empleado que no aguanta el sistema de trabajo y el trato que reciben los obreros y que abandona su puesto expresando todo lo que piensa a sus jefes o la dama aristocrática que en un principio es el objetivo amoroso de dos de los protagonistas que termina retirándose y no entrando en el juego de las apariencias. En un momento dado también muestra interés por la suerte de los trabajadores de la fábrica de su prometido.

La tierra de la gran promesa es una película de análisis no sólo por lo que cuenta sino por el año en que está realizada, por cómo lo cuenta, por la novela que adapta, por la presentación y exposición de un capitalismo sin concesiones, por el periodo en que la rodó Wadja y el lugar que ocupa en su obra.

Ahora, confieso que sin tener muchos conocimientos del director o del cine polaco, La tierra de la gran promesa impacta y es imposible que deje indiferente.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

3 comentarios en “La tierra de la gran promesa (Ziemia obiecana, 1975) de Andrzej Wajda

  1. ¿Estás fascinado con la cinematografía?
    Quizás algunas veces te sientas frente a la pantalla negra después de una gran sesión de cine y te preguntas – ¿Cómo lo hicieron? ¿De dónde salen esas ideas? Hemos estado dirigiendo el proyecto de Andrzej Wajda por más de 10 años y tiene la intención de responder estas preguntas. Dos álbumes y una película que contienen las ilustraciones y bocetos privados de Wajda comentados por el famoso director de cine pueden ser tuyos si nos ayudas a terminar el proyecto. Para más información visita nuestro perfil en Facebook o contáctanos – tu nombre será colocado entre aquellos que financien la edición especial de los álbumes. http://www.facebook.com/wajdaartproject

  2. Hola, acabo de ver la película en 2021. Estoy buscando críticas porque quisiera discutir sobre lo que vi. Me parece muy interesante tu análisis. yo conozco varias películas de Wajda, por ejemplo Powidoki, o Katyn. En esas dos se nota lo viciado que es el régimen comunista. En La tierra Prometida, es evidente que muestra lo desalmado que es Carol y lo ambicioso de Moryc. Me parece triste que muchos lo quieran ver como propaganda de izquierda. Porque Wajda, me parece, trasciende estas ideologías. Definitivamente, esta película no busca darnos un mensaje moralino, pero sí demostrarnos los excesos que tiene una vida donde prima el poder antes de lo humano. Me gustó mucho la película, pero siento que quisiera desentrañarla mucho más.

  3. Bienvenido Aaron, gracias por dejar tu comentario.
    ¡¡¡Desde el 2009 no he vuelto a ver otra vez «La tierra de la gran promesa», pero, sin embargo, tengo secuencias grabadas en mi mente, que aún no he olvidado!!!
    Me viene bien tu comentario porque me recuerdas que tengo una asignatura pendiente con la filmografía de Andrzej Wajda.
    Siento ahora mismo no poder comentar más matices de la película, pero me has animado a volver a Wajda.
    Últimamente he visto películas polacas que me han gustado mucho como las del director Pawel Pawlikowski (Ida o Cold War).

    Beso
    Hildy Johnson

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