Sidney Poitier

Poitier cambió el papel de los afroamericanos en el cine. Él se convirtió en una especie de azotador de conciencia social sobre el conflicto racial en una época de cambios y transformaciones. Se convirtió en un símbolo y quizá este motivo fue el que a la larga perjudicó su carrera. Brilló con luz propia en los años 50 y 60 pero cuando el símbolo quedó superado, no pudo acceder a buenos papeles y su carrera se llenó de títulos que no pasarán a la historia del cine. Ni siquiera en las películas que empezó a dirigir en los años setenta. ¿Por qué si es un actor de mostrada solvencia no ha vuelto a resurgir de las cenizas? Son los misterios que deparan ciertas carreras.

Sin embargo, Poitier siempre ha mantenido en alza su nombre y aún en el siglo XXI no ha sido del todo olvidado. Protagonizó películas muy populares en los años 60 que aún sirven para rellenar la parrilla televisiva del mediodía o la noche y dotarla de cierta calidad. También es cierto que algunos de sus mejores trabajos apenas ven la luz.

Poitier no lo tuvo fácil. Su infancia la vivió en un ambiente de pobreza y delincuencia. En su adolescencia sintió lo que significaba el racismo. Y, tan sólo, cuando se fue a vivir a Nueva York empezó a subir escaleras, después de duro trabajo, en el mundo de la interpretación. Empezó en el mundo del teatro y se trabajó mucho el ser admitido en el American Negro Theatre, con constancia lo logró y pronto adquirió cierto renombre en los escenarios.

Pero curiosamente fue el cine quien le hizo saltar del anonimato y quien le convirtió en símbolo. En otra manera de presentar a un afroamericano en la pantalla que hasta ahora había estado, salvo muy raras excepciones, hasta arriba de estereotipos mal tratados.

Su debú fue en una muy buena y olvidada película de Joseph L. Mankiewicz, Un rayo de luz en 1950 donde Poitier es un doctor negro que se topa con unos delincuentes que le amargan la vida a través de su racismo exacerbado. Después destacaría también en una película de profesor (esta vez es Glenn Ford) que lleva a unos alumnos marginales por el buen camino —años más tarde él también se convertiría en este tipo de maestro— en una obra menor de Richard Brooks, Semilla de maldad. Con este director trabajaría también en otro melodrama de conflictos raciales que se titulaba Sangre sobre la tierra (1957) y en ese año tendría otro papel secundario relevante en otro melodrama histórico, La esclava libre.

En el año 1957 y 1961 el director Martin Ritt trabajó con Poitier en dos buenos papeles en dos películas olvidadas pero que merece la pena ser descubiertas. Ambas tienen una mirada y óptica moderna tanto de temática como de planteamiento de conflictos. La primera fue Donde la ciudad termina, interesante película de estibadores donde Poitier despliega todo su encanto como personaje. El es un obrero trabajador que entabla amistad con un joven conflictivo y acomplejado con cara de John Cassavettes. Ambos no sólo alimentan su amistad sino que comparten el duro trabajo más duro si cabe por los trapicheos de un de los jefes que además es racista. El drama está servido.

La segunda fue París Blues una buena película de jazz para lucimiento de Newman pero muy bien respaldado por un bello Poitier. La película transcurre en París donde dos músicos norteamericanos se encuentran en su salsa y entregados a su pasión… pero dos mujeres se cruzan por sus vidas y todo cambia. Quizá la historia que peor ha envejecido sea la de Poitier pero se deja ver muy bien y se entiende perfectamente en el contexto histórica de la película.

Poco a poco Poitier no dejaba indiferente y sus películas conseguían atraer a los espectadores que compraban religiosamente su entrada para ver una película donde actuara él. Así protagoniza Fugitivos en 1958 donde forma pareja con Tony Curtis, ambos tienen que huir unidos pese a sus diferencias. Éste fue su primer trabajo con Kramer. Un año más tarde actúa en uno de los ambiciosos proyectos de Preminger que ya había llevado el musical Carmen Jones sólo con intérpretes negros y repite jugada con otro musical clásico Porgy y Bess, el actor masculino ya no es Belafonte sino Poitier.

La academia es consciente de que Poitier se está convirtiendo en fenómeno sociológico y le premia con un oscar a mejor interpretación masculina en una simpática y sencilla película  —tengo recuerdos lejanísimos de ella, tendría que revisitarla—, Los lirios del valle (1963) donde Poitier ayuda con su trabajo a una comunidad de monjas. Este oscar es mil veces recordado porque fue el primero que recibió un actor negro.

Su gran y último año de gloria, donde alcanzó las cotas máximas de popularidad y donde protagonizó tres películas que son revisitadas una y otra vez en televisión, fue 1967. Con otra popular película de Kramer, Adivina quién viene esta noche, con un drama policial y racial, En el calor de la noche y con una pequeña película pero muy popular en la que se transforma en ese profesor que lleva por buen camino a jóvenes rebeldes, Rebelión en las aulas. A partir de este momento empezó el declive en secuelas o películas que no volvieron a situarlo a tan alto nivel. Lo que había representado no daba más de sí para nuevos argumentos…, y curiosamente, pese a su capacidad no se recicló o no le dejaron reciclarse en otro tipo de papeles que sin duda hubieran ganado con su presencia.

A partir de los setenta apareció en películas poco reseñables y sí es curioso destacar que se convirtió en director y protagonista de varias películas que mezclaban la aventura y la comedia en los mundos del western, el cine criminal o el boxeo…, que no funcionaron bien ni en taquilla, crítica y público.

Pero ahí sigue, Sidney Poitier, como leyenda, a sus 82 años, con una carrera donde interpretó muy buenos papeles, un actor además con el peso de ser también símbolo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

2 comentarios en “Sidney Poitier

  1. Spencer Tracy, Katharine Hepburn, Sidney Poitier, Katharine Houghton, Cecil Kellaway, Beah Richards, Roy Glenn, Isabel Sanford, Virginia Christine, Alexandra Hay, Barbara Randolph
    Guess Who’s Coming to Dinner
    The best film
    I love so much Katharine

  2. Welcome, Luisa
    Yes, it’s a wonderful movie.
    Katherine Hepburn is a great actress, and in this movie she is shining alongside the great love of her life, Spencer Tracy.

    Kiss
    Hildy

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