Frost contra Nixon (Frost/Nixon, 2008) de Ron Howard

Hago confesión: Frost contra Nixon ha sido toda una sorpresa.

Sigo con la confesión: la sorpresa ha sido gracias sobre todo a la construcción de un personaje y a la increíble interpretación del actor que lo representa: Frank Langella.

Frank Langella se transforma en un Nixon humano muy humano y con un carisma superior al hombre real en el que se metamorfosea.

Frank Langella es un Nixon con personalidad compleja llena de matices que realiza un duelo con un entrevistador. Los dos tienen mucho que ganar y perder. Es una batalla. Y ambos lo saben. Los dos se convierten en rivales de nivel (aunque Frank Langella gana por goleada en interpretación y carisma a un Michael Sheen al que se come con patatas fritas. Aunque su personaje también tiene su profundidad y su aquel pero no está tan increíblemente descrito ni interpretado).

Nixon, en el momento que se realizan las famosas entrevistas, es un ex presidente con un alto índice de impopularidad, ha dimitido por el caso Watergate, tiene problemas de salud, Ford al tomar el cargo de presidente ha quitado toda posibilidad de que se le juzgue por actuaciones ilegales en el ejercicio del poder, ahora Nixon es un hombre retirado pero que no soporta la palabra jubilación, que no asume no estar en activo y con el poder en sus manos y que ve en estas entrevistas una posibilidad de limpiar de nuevo su imagen y volver a resurgir de las cenizas.

Frost es un popular presentador de programas espectáculo con poco prestigio en el periodismo serio o de investigación política pero que sabe mucho de audiencias y del mundo televisivo. No se acerca a Nixon para una entrevista de análisis político sino como una posibilidad de alcanzar cotas de audiencia altísimas y también por un cambio de prestigio en su trabajo, que se el considere como un periodista capaz de abordar una entrevista seria. Al principio, aborda su trabajo como siempre, como espectáculo que mueve audiencias pero poco a poco al intimar con su adversario y con los hombres de su equipo de producción y realización, se mete de lleno en una batalla intelectual entre dos cerebros que tienen mucho que ganar y mucho que perder.

La importancia histórica de estas entrevistas de Frost a Nixon es que ahí el ex-presidente confesó que había realizado durante su mandato actos ilegales y también mostró arrepentimiento por todo lo que había sucedido.

Sin embargo, la película no deja de ser polémica porque el personaje de Nixon, representado por Langella (con un guión que es una adaptación de una obra de teatro de Peter Morgan), presenta un gran atractivo (que no sabemos si poseía el personaje real) como persona con un alto nivel intelectual y con un conocimiento amplio de la persuasión, el debate y la manipulación. Es tal el poder de seducción que irradia que en toda su complejidad el espectador termina compadeciendo y entendiendo a una figura compleja y más gris de lo que es el personaje cinematográfico. Langella consigue plasmar un hombre con todos sus defectos y también virtudes y logra representar a un interesante personaje político…, que sinceramente, no creo que sea cercano al original. Nos regala escenas inmensas como esa explosión de sinceridad en una llamada telefónica a Frost, que luego no recuerda.

Por otra parte, también supone una sorpresa que ante esta película, de carácter político y contenida, el director sea Ron Howard, un realizador que conoce los entresijos del cine comercial y que cuando lo hace bien da en la diana, en sus hombros se sitúan taquillazos como Cocoon, Willow o Una mente maravillosa. También es el que está llevando a pantalla —con más pena que gloria pero con dividendos en taquilla— los best seller de Dan Brown. Así que Frost contra Nixon es una apuesta arriesgada del director que logra una narración cinematográfica ágil apoyado también por un buen guión y un reparto acertado. La película se presenta como un falso documental con declaraciones de los protagonistas y con la recreación de las entrevistas y el ritmo nunca decae.

Vuelvo a repetir Frost contra Nixon me supuso una sorpresa y además me hizo dudar de nuevo de si el oscar del año pasado se lo merecía Sean Penn. Mi apuesta fue por Mike Rourke pero después de haber visto a Langella…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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