Dos secundarios de oro

Ya sabeis de mi amor por los actores secundarios y de cómo me encanta recordarles porque su presencia es de una gran importancia en el Olimpo de los inmortales del cine. Gracias a sus caracterizaciones, a la creación de sus personajes, muchas películas brillaron hasta extremos impensables. Algunos de ellos consiguieron roles protagonistas que demostraron lo que era evidente: eran grandes, muy grandes. Podían dar vida a toda una escena y darle todo su valor o robar sin esfuerzo el plano al actor o actriz protagonista…, también podían conquistar una película entera.

Hoy me gustaría recordar a dos hombres que se llamaban Walter y que lograron crear personajes inolvidables que permiten que jamás caigan en olvido. Además ambos trabajaron en la época dorada de Hollywood con los mejores realizadores y técnicos cinematográficos. Los dos tuvieron largas carreras (¡¡¡lo que me queda aún por descubrir!!!) y trabajaron junto a los actores más míticos. Son Walter Huston y Walter Brennan.

Walter Huston

De ilustre saga, padre del director John Huston y abuelo de Angelica y Danny Huston, Walter Huston realizó su primer papel importante en película puente entre cine silente y hablado, fue un western, El Virginiano (1929) donde ya trabajaba como oponente de la estrella en alza Gary Cooper. El director fue Victor Fleming. Y es que Huston trabajó siempre con los mejores realizadores. Un año después abordaba papel protagonista en la primera película hablada de Griffith, uno de los padres indiscutibles del lenguaje cinematográfico, Abraham Lincoln.

Huston contaba con un rostro severo, duro y serio que le permitía construir personajes complejos de personalidades difíciles. A veces tras esa severidad se escondía la ternura y la humanidad. Los matices hacían especiales sus trabajos interpretativos. Tan pronto estaba en una comedia social de Frank Capra (La locura del dolar) como en una película de gánsters de Howard Hawks (The criminal code).

Lewis Milestone le facilitó personaje jugoso de predicador complejo, negativo y tremendo que hace la vida imposible a una prostituta que viaja en su mismo barco. El enfrentamiento moral y las venganzas entre Huston y una brillante Joan Crawford dotan de un encanto especial a un melodrama de 1932, Bajo la lluvia. También se puso en manos del gran William Wyler que le dio papel importante en otro melodrama intenso, Desengaño (1936), que pronto tendremos ocasión de analizar. Los matices fueron el secreto para dotar de humanidad a su personaje.

A principios de los cuarenta continuó carrera brillante trabajando para los mejores directores del panorama. Sólo en el año 1941 trabajó con Jean Renoir en su aventura americana (Aguas pantanosas), estuvo presente con uno de sus personajes duros en película de femme fatale del extravagante, barroco y en muchas ocasiones genial Josef von Sternberg (El embrujo de Shangai) y trabajó por vez primera con su hijo en su brillante debú como director, El halcón maltés.

Los cuarenta fueron fructíferos y tuvo apariciones inolvidables recreando personajes siniestros, complejos u otros de gran humanidad que le hacen grande e inolvidable. Tan pronto estaba a las órdenes de Michael Curtiz en una especie de musical (Yanqui Dandy) como se caracterizaba de un Doc Holliday en una versión especial de Billy El Niño (El forajido que ha pasado a la historia por la lucha de Howard Hughes con la censura y la exuberancia de su estrella femenina, Jane Russell. Sin embargo, ahí estaban Huston y Mitchell, haciendo bien su trabajo). De pronto se vestía de doctor ruso comprometido (en película propagandista de unión entre EEUU y Rusia como aliados contra el fascismo) en La Estrella del Norte como se caracterizaba para ser uno de los personajes de película ingeniosa de misterio adaptando una de las novelas ingeniosas de Aghata Christie, Diez negritos (en el experimento americano de René Clair). Su presencia también es un valor en clásicos como Duelo al sol de King Vidor o en la gótica e interesante El castillo de Dragonwyck de Joseph L. Mankiewicz.

Su hijo le regala papel que le hace inmortal y por el que es más recordado en 1948. Él es uno de los tres buscadores de oro que protagonizan la impactante El tesoro de Sierra Madre. De los tres, él es el perro viejo, el conocedor de oficio, el que advierte del poder del dinero y la ambición sobre el alma de los buscadores…, él es la voz de la experiencia, el más mayor pero también el mejor superviviente. Y se despidió del mundo dejando un western donde su papel era de personaje fuerte y duro, un padre ranchero que choca continuamente con su hija (una Barbara Stanwyck siempre eficaz, siempre buena). Ahí fue la última vez que le vimos en Las furias de Anthony Mann.

Walter Brennan

Es de esos secundarios de oro, oro, que aparece en mil ciento películas y cuyo rostro siempre nos es familiar. Como otros de su estirpe, era experto en robar escenas y estar casi siempre grande. Poco a poco terminó especializándose como secundario imprescindible en las mejores películas del Oeste. Rostro amable y proclive al buen humor nos regaló escenas inolvidables.

Empezó como extra en películas del cine mudo y fue escalando poco a poco hasta alcanzar sus primeros papeles de importancia en los años 30. Dos asuntos fueron providenciales para su carrera su encuentro con el actor Gary Cooper y, por otra parte, su unión a directores como Howard Hawks y William Wyler. También hay rarezas en su filmografía como una joya desconocida de Lang (que aún no he tenido oportunidad de ver), Los verdugos también mueren, donde Brennan sorprende con un registro totalmente diferente (aunque siempre fue versátil incluso dentro del género western).

Con el primero, Gary Cooper estableció una pareja cinematográfica que dio sus frutos en películas todavía recordadas que fueron grandes éxitos de la época. Tres valen de muestra: El forastero de William Wyler, la maravillosa Juan Nadie de Frank Capra y la patriótica con mucho éxito en su momento, El sargento York de Howard Hawks.

Los dos directores (Hawks, Wyler) le convirtieron en habitual en sus rodajes además de darle papeles por los que será eternamente recordado (sobre todo en sus incursiones en el Oeste).  Con Hawks y Wyler entró en contacto en películas que primero rodó uno y luego terminó el otro pero que permitieron mostrar a Brennan sus bondades como intérprete (La ciudad sin ley y Rivales ambas de mediados de los años 30). Por separado Wyler le ofreció también El forajido. Sin embargo, Brennan fue de la compañía de actores que repetía con el gran Hawks en sus obras maestras como Tener y no tener, Río Rojo o sobre todo su papel más entrañable y recordado en la maravillosa (creo que diría que es de mis western favoritos) Río Bravo, donde Brennan es un abuelo sin dientes, con malas pulgas, cojo… y compañero inseparable de John Wayne y Dean Martin.

Walter Brennan es un rostro habitual en el género del Oeste y siempre trabajó con grandes especialistas en este tipo de cine como el maestro John Ford (Pasión de los fuertes), Raoul Walsh o Anthony Mann.

Los dos juntos

Walter Huston y Walter Brennan aparecieron juntos, que yo sepa, en dos películas: Aguas pantanosas y La Estrella del Norte.

Los dos eran grandes.Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

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