Los actores de Reencuentro (The big chill, 1983) de Lawrence Kasdan

Hoy les toca a ellos. Mañana a ellas. Son los protagonistas de maravillosa y nostálgica película de principios de los ochenta. Su fórmula es fácil: reencuentro de un grupo de amigos y amigas a raíz del suicidio de uno de ellos, sueños rotos, en qué se han convertido, cuál ha sido el rumbo de sus vidas, amores y desamores, besos y discusiones, risas y llantos, recuerdos…, sin embargo, todavía se quieren y quieren seguir queriéndose. Y, de fondo, una banda sonora estupenda y un guión que funciona. Kasdan nos regala una película donde reúne a un elenco masculino y femenino que serían los rostros de los ochenta. Un gran reparto de actores y actrices, algunos ya en el olvido (esperando que resuciten) y otros con sus altos y bajos pero siempre presentes.

Por esta bella película sobre la amistad (¿por qué todo el mundo recuerda Los amigos de Peter —también maravillosa— y ésta cayó más en olvido?) repasaremos y recordaremos los rostros de cuatro actores que merece la pena no olvidar.

Tom Berenger

Desaparecido en la pantalla cinematográfica, su cara recorre subproductos o recorre su robusto cuerpo por las series de televisión. Lástima de rostro que paseó por películas de los ochenta y noventa dignas de recordar. Rostro serio, mirada triste, sonrisa irónica…, y mala selección de títulos que le relegaron al olvido.

Nada parecia predecir su decadencia cuando durante los ochenta y principios de los noventa apareció en títulos interesantes y bajo la dirección de buenos profesionales. Yo todavía espero su resurrección.

Conquistó como ese actor mediocre de televisión, que preveía un gran futuro, que sólo se siente seguro ante sus amigos de toda la vida en la mencionada Reencuentro. Después aterrorizó como el sargento Barnes en Platoon (1986). Su éxito en taquilla fue evidente en el thriller La sombra del testigo (1987). Ofreció otro papel ambiguo con su cara de hombre bello pero de mentalidad racista en El sendero de la traición, 1988, y parecía que iba viento en popa cuando apareció en película íntima como El prado (1990). Aún daba sorpresas en taquilla con la curiosa La noche de los cristales rotos (1991) y formaba parte de la interesante pero fallida Jugando en los campos del señor (1991). A partir de ese momento ha seguido apareciendo sin pena ni gloria en diversos títulos de cine y televisión sin que volvamos a sentir su magnetismo como intérprete.

Kevin Kline

Rey de la comedia más alocada o rey del drama absoluto. Actor fetiche durante años del director Lawrence Kasdan. Todavía le quedan muchas sorpresas por darnos. Si ya nos dejó en el asiento con ese drama entre los dramas que fue su debú: La decisión de Sophie, fue de la mano de Kasdan como consiguió el estrellato.

Primero fue el hombre soñado y perfecto, el progresista que se vuelve, sin embargo, hombre de negocios, en Reencuentro. Ahí Kasdan de la mano y no le soltó dejando que su rostro se fuera afianzando en Silverado (1985), Te amaré hasta que te mate (1990), Grand Canyon (1991) o la romántica French Kiss (1995).

Sin embargo, sorprende al personal y se convierte en uno de los comediantes imprescindibles de los ochenta y noventa. Y reímos con él en taquillazos como Un pez llamado Wanda, 1988, o la divertidísima In&out (1997).

Su rostro, sin embargo, sigue siendo el rey del drama y nos tiene con el corazón encogido en Grita libertad (1987) o en la magnífica La tormenta de hielo (1997). En el siglo XXI sigue presente en películas de distinta índole si bien ninguna ha alcanzado una dosis de emoción similar a sus producciones de los ochenta y noventa. Yo sigo esperando. Mientras me conformo con La casa de mi vida, El club de los emperadores, De-lovely o El último show.

William Hurt

Otro de los actores fetiches de Kasdan y con carrera que merece la pena de veras. A partir de los noventa se ha decantado más por papeles secundarios o películas más arriesgadas. Todavía sigue alumbrando, con destellos brillantes de vez en cuando, las salas oscuras de cine.

Fuego en el cuerpo dio la campanada de salida en 1981 a un nuevo rostro que pisaba con fuerza. De Kasdan, claro. También le ofrece precioso papel de yonqui desencantado en Reencuentro. Le ofrece papel bombón de hombre deprimido que termina viendo la luz en El turista accidental y también le ofrece papel en la irregular Te amaré hasta que te mate.

Sin embargo, Hurt se convierte en icono de los ochenta y actor de prestigio con papeles arriesgados como el de homosexual en la maravillosa El beso de la mujer araña (1985) o convierte en supertaquillazo la historia de amor con una sordomuda en Hijos de un dios menor (1986).

Poco a poco va distanciando sus intervenciones y más bien como secundario dejando atrás su estela de estrella así le vemos en los noventa en Alice de Woody Allen o en productos cinematográficos de cine independiente como Smoke.

En el siglo XXI vuelve a estar presente con los directores del momento en películas como El bosque o en otra interpretación alabada y dura en Una historia de violencia.

Jeff Goldblum

Actor de cara extraña y altísimo. Físico peculiar que no pasa desapercibido. Sigue presente en las pantallas de las salas de cine y en los salones de las casas en series de televisión. De carrera irregular, ha sido protagonista de grandes taquillazos y tiene en su haber extrañas apariciones.

Al principio trabajó con Kasdan tanto en Reencuentro, como periodista cínico y niño grande obsesinado por el sexo, como en Silverado. Su golpe de suerte fue protagonizar película de culto, La mosca (1986). Fernando Trueba le tomó como protagonista en la extraña El sueño del mono loco en 1989.

Otro golpe de suerte fue cruzarse en el camino de Spielberg que le ha hecho protagonista de la saga interminable (parece que va a haber otra más) Parque jurásico y también estuvo en el taquillazo de Independence Day. En el año 2000 protagonizó Punto de mira sobre el rodaje de la película La Sal de la tierra por Biberman, un director en la lista negra de la caza de brujas.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

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