Relato criminal (The undercover man, 1949) de Joseph H. Lewis

Voy a intentar explicar mejor mis reparos sobre Enemigos públicos mirando un clásico de los años cuarenta. Un clásico más o menos desconocido y tampoco redondo, es decir, no es obra maestra pero sí es una obra cinematográfica bien hecha y a tener en cuenta.

Ninguno de los actores sobra, eran los tiempos en que los personajes secundarios eran cuidados y esenciales para la trama. También, es cierto que no todos están aprovechados pero hay un abánico util de personajes secundarios bien resueltos… ¿cuál estaba bien desarrollado en Enemigos públicos?

También entendemos las motivaciones de los protagonistas a un lado y a otro de la ley. En esta película, Relato criminal el punto de vista es radicalmente distinto al de Enemigos públicos, el punto de vista está situado al lado de los que con la ley en la mano —y algún que otro truco que les permita ciertas actuaciones— tratan de encarcelar a los grandes capos de la mafia. Son hombres que no se dejan corromper y trabajan jornadas interminables para conseguir pistas que les permitan juzgar a los delincuentes de la Depresión. No son considerados héroes, ni populares entre los ciudadanos, son anónimos que se tiran horas de su vida tratando de encarcelar a aquellos que se enriquecen dejando corrupción y muerte por el camino. El gran jefe de la mafia no aparece ni una sola vez en toda la película pero se siente su presencia y tan sólo tenemos contacto con sus esbirros y víctimas. Ese abogado corrupto (Barry Kelley) es genial en su papel y cometido (eso sí que es un personaje secundario mimado y desarrollado).

Hay otros personajes secundarios geniales, ese triste sargento de policía que facilita la primera buena pista al agente federal del tesoro (el incorruptible Glenn Ford, un actor que no es santo de mi devoción pero he de reconocer que tiene filmografía interesante y papeles adecuados. Éste es uno de ellos). El sargento tiene la cara de John F. Hamilton al que yo siempre guardaré en mi memoria por su papel maravilloso en La ley de silencio como padre de Eva Marie Saint. Es el hombre de la cara triste de destino trágico por un fallo del pasado que mancha su carrera.

Las muertes, tanto fuera de cámara como a cámara, se sienten. Emocionan. ¿Les da pena alguna de las muertes de Enemigos públicos espectacularidad aparte? Esa muerte de uno de los esbirros corriendo por una tumultuosa calle popular perseguido a gritos por su hija que ve cómo le cosen a balazos…

En algo fallan las dos. En la compañera femenina. En la función del personaje que enamora al protagonista. En ambas, estas mujeres están interpretadas por buenas actrices con sobrado talento (en esta Nina Foch) y sin embargo son desaprovechadas en el papel de mujer florero. Devotas amantes y mujeres a la espera del héroe. Alguna vez en peligros y rodeadas de un halo de mujer soñada.

En Relato criminal la estructura es clásica y la película se va poniendo más y más emocionante según avanza el metraje y tiene su escena clímax. Sin embargo, Enemigos públicos (que como repetí ayer me entretuvo y me volvió a enamorar mi Johnny pero claro hay que se objetiva) tiene todo el rato altos y bajos en su estructura y está poblada de escenas clímax que no ayudan en absoluto a contar mejor la historia o a emocionar por las actitudes de sus personajes. Nos deja igual. Sus personajes no tienen alma, algo que sí tienen cada uno de los personajes de Relato criminal (hasta los papeles más mínimos e incluso los peor desarrollados están mejor que cualquier secundario de la película de Mann).

Así que os digo, no está mal pasar una tarde con la acción y las imágenes impactantes (algunas bellas) de Enemigos públicos pero combinarla con otra tarde en la que se vea un clásico tipo Relato criminal para poder ver cómo se cuenta bien una historia (la cantidad de recursos tanto visuales como de guión con los que se puede relatar bien una película), sin ser obra maestra pero sí de factura intachable, incluido el guión. No tenemos más que mirar al pasado para no confundirnos con el presente.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

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