…Y el mundo marcha (The crowd, 1928) de King Vidor

Inauguramos sección con una gran película silente del realizador King Vidor, …Y el mundo marcha. Película que domina la narración cinematográfica de manera perfecta. King Vidor nos regala la vida cotidiana de un hombre normal y corriente que pertenece a la multitud. Una persona que nos cruzamos en el camino. Con las alegrías, las frustraciones, los dramas, las fiestas, las tragedias, los errores y aciertos del hombre común del siglo XX y XI. Es la vida de John Sims y es un canto a la gente corriente, a la multitud, que sobrevive día a día y una crítica a la debilidad del mito del sueño americano.

Entre la comedia y el drama … Y el mundo marcha logra momentos de emoción intensa y muestra como a día de hoy sigue influyendo en cine y literatura. Sobre su influencia sólo pondré dos ejemplos: uno mil veces repetido tanto en la forma de filmar, de mostrar un rostro entre la multitud y en un entorno empresarial inhóspito e inhumano, y el otro más moderno y que hace hincapié en la temática. El ejemplo mil veces repetido es El apartamento de Billy Wilder. Y en concreto una escena, la presentación del personaje principal (en la de Vidor la presentación del personaje ya adulto y con trabajo) en una oficina como contable. En un piso alto y ante ciento y cientos de mesas impersonales. El efecto en ambas es magistral.

El segundo ejemplo es la última película de Mendes, la impresionante y dramática Revolutionary Road (que a su vez es una adaptación de la novela de Richard Yates del mismo título) y que refleja de manera cruda el deterioro de un matrimonio, del sueño americano y de sus ansias de destacar —siendo misión imposible— de entre la multitud.

En la historia de John y Mary hay amor, discusiones, reconciliaciones, dolor y frustración… hasta que de alguna manera John asume que vale como ser humano por lo que es él mismo y por lo que significa para sus seres más cercanos que le quieren con sus virtudes y defectos. King Vidor convierte escenas de la vida cotidiana en imágenes maestras.

Los actores no pertenecían al star system del momento, no eran estrellas, de esta manera se conseguía más credibilidad a la historia de hombres y mujeres corrientes. Tanto John como Mary son reflejados con sensibilidad por los rostros de James Murray (recrea a la perfección la complejidad del personaje y consigue empatizar con las emociones del espectador. Fue un actor prometedor que murió joven) y Eleanor Boardman (en aquel momento era la esposa del realizador). 

La historia de este matrimonio va pasando ante nuestros ojos y hasta los momentos cotidianos alcanzan cumbres de simbolismo: las cascadas que nunca se acaban como el amor de John y Mary. El protagonista siempre solitario ante la multitud menos al final que es tragado por un gentío de personas que ríen ante un espectáculo, el personaje está integrado con la multitud y al lado de los seres queridos disfrutando de las actuaciones de unos cómicos en un escenario. El hogar humilde de los protagonistas: todas las incomodidades, el baño que no funciona, la puerta que no cierra bien, el tren que pasa al lado de la ventana… carece de importancia en sus primeros meses de convivencia diaria. Después, estas mismas incomodidades serán motivo de discusión y distanciamiento de la pareja.

Los hijos sirven en un principio de unión, después también su cuidado les va distanciando, una desgracia con uno de sus hijos será el momento en que John Sims toque fondo. Sin embargo, la admiración de un niño pequeño hacia el que es su padre, sólo porque es su padre, será el punto de partida para que John vuelva a levantar la cabeza y no siga cayendo en una vida frustrada sino que luche como puede por las personas que quiere… por Mary.

 … Y el mundo marcha está lleno de escenas inolvidables donde se mezcla lo cotidiano, lo divertido, lo amargo y trágico y permite también un retrato de la vida de los neoyorquinos a principios del siglo XX. El enamoramiento de Mary y John en una cita a ciegas en un parque de atracciones, la noche de un matrimonio recién casado en un tren, John en su trabajo, el accidente de la niña, John y Mary en cada uno de sus momentos cotidianos en el hogar…

La película es sencilla pero intensa y finalmente es tan real y dura que en su momento no consiguió el beneplácito del público, no era precisamente una película de evasión. Se llevó a cabo por la cabezonería del productor Irving Thalberg que no se equivocaba al ver en la obra de Vidor una película para la posteridad. Si llega a ser por Mayer, la película no se hubiera llevado a cabo. De hecho es una película referencia de cómo el cine mudo alcanzó altas cotas de calidad y como hemos visto al principio sigue influenciando.

Su ritmo, la calidad de las imágenes y la historia que cuenta hace que esta película sea un deleite seguir contemplándola sin retirar ni un segundo los ojos de la pantalla. … Y el mundo marcha se encontraba en el momento álgido del cine silente y en un momento de transición técnica de la industria cinematográfica que ya había descubierto y empezaba a entrenarse en el cine sonoro. Estas películas demostraban que el arte silente había llegado a la cima de la calidad.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.