Dos versiones de Ana Karenina (Clarence Brown, 1935. Julien Duvivier, 1948)

La gran novela de Leon Tolstoi ha tenido varias versiones cinematográficas. Ninguna ha sido absolutamente redonda ni ha podido captar el enorme mural y la profundidad de la obra original pero las versiones de Brown y Duvivier captan, brevemente, la esencia y dejan momentos de buen cine. Ambas merecen la pena verse y disfrutarlas.

Tampoco me pregunten por qué pero cuando imagino a Karenina no veo el rostro de Greta Garbo ni el de Vivien Leigh. Ignoro cuál sería la actriz con la esencia de Ana. Sin embargo, ambas películas están hechas al servicio de las grandes estrellas femeninas del momento, la sueca y diva Garbo, la británica y todavía radiante Vivien Leigh.

Los dos filmes se centran, del universo plural de personajes que puebla la novela, en Karenina y Vronsky. Es inevitable. La película de 1935 cuenta y refleja un mundo elegante y glamuroso con heroína a la que va envolviendo una soledad absoluta que la aboca a su trágico final. Se convierte en buen melodrama de época donde Garbo cumple perfectamente con su papel principal. La de 1948 trata de ser más fiel al espíritu de la obra e incluso trata de desarrollar un poco más a otros personajes secundarios. Aborda más la psicología de los personajes pero no llega al fondo y quizá eso la reviste de cierta frialdad y difícil empatía con los personajes.

La película de Brown es una película de gran estudio y presupuesto al servicio de una estrella a la que ponen a un oponente atractivo que realiza un buen papel como Vronski, ni más ni menos, que Fredric March que gana muchos puntos respecto al soso oponente con el que se encuentra la Karerina de Duvivier, un olvidable Kieron Moore. Por su parte, la de Duvivier presenta un marido de Ana bastante más desarrollado y muy bien interpretado por Ralph Richardson que en la de Brown está interpretado por un secundario de oro pero su personaje se diluye bastante en melodrama y tiene pocas probabilidades de lucimiento (el gran Basil Rathbone).

El ritmo y la construcción de la historia, y así mismo se permite más licencias, es casi perfecta en la película de 1935. No así ocurre lo mismo con la versión de los años 40 que tiene sus altibajos. Sin embargo, a pesar de que es más fría, menos glamurosa y menos intensa, de la de Duvivier me quedó sobre todo con dos escenas que me parecen mucho mejor rodadas y que da momentos de mejor cine que la siempre correctísima y elegante versión de su antecesora. Duvivier señala en muchos más casos el destino fatal de la protagonista, juega más con ciertos simbolismos, y es brillante en la escena que narra la carrera de caballos que protagoniza Vronski sólo a través del rostro y el punto de vista de Vivien que ve la carrera desde el palco y llega a un lirismo hermoso en la trágica escena final…, la de Brown tiene un añadido horrible que a mi gusto sobra totalmente y rompe la tragedia y el drama del personaje principal.

Duvivier también da algo más de personalidad a personajes secundarios (tampoco mucho más) como Kitty y Levi que en la de Brown apenas están perfilados. Y también es más osado, la película se rodó casi una década más tarde, al no obviar en absoluto no sólo el adulterio sino el embarazo de la heroína por su amante. La de Brown, sin embargo, incide bastante más en la historia de amor de los protagonistas y en el rechazo que sufre la heroína por una aristocracia que juega continuamente a las apariencias y a la doble moral que además siempre perjudica a la mujer y coarta su libertad como persona (al final es traicionada incluso por su propio amante que tiene una postura mucho más cómoda de cara a la sociedad). Como he dicho incide más en los elementos melodramáticos y crea más intensidad y emoción en la relación de la heroína con su hijo. Además Brown cuenta con una elegancia en la puesta en escena, unos decorados y un vestuario que dan puntos al resultado final. La de Duvivier es más de buenos momentos y más irregular en algunas secuencias.

Respecto a la divas que interpretan al gran personaje de Karenina, quizá vea más cercana a la protagonista en el rostro, las maneras y la caracterización a Vivien Leigh, no obstante, la  Karenina de Greta Garbo ofrece un abanico de matices geniales sobre todo de mujer enamorada y víctima de las apariencias y dobles morales, curiosamente, su personaje es más cercano y mundano y más fácil su identificación con el público que puede vivir más su drama y lamentarse de su final. La Karenina de Leigh termina siendo más compleja pero también fría y distante, glacial, y a veces, es difícil la empatía con el personaje.

No obstante, como amante de la obra original, creo que merece la pena —primero y por siempre leer una vez en la vida la novela— visionar estas dos adaptaciones cinematográficas y envolverse de un mundo pasado y de una heroína literaria como Karenina. En ambas películas el mundo de los trenes, las estaciones, los raíles y los vagones tienen un protagonismo que merece la pena señalar. Gracias a la nieve, el humo y las nieblas se crean en ambas ambientes que rozan las máximas cotas del romanticismo trágico.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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