Nunca es tarde para enamorarse

Un título poco afortunado para película sencilla. Last Chance Harvey no es obra maestra. Ni será recordada por los siglos de los siglos. Es una pequeña historia que se sostiene por el reencuentro con dos actores que hacen bien su trabajo: actuar. Nunca es tarde para enamorarse es una película para ver en una tranquila y soleada tarde en la que apetezca historia humana, divertida y melancólica. Nunca es tarde para enamorarse es otra historia de amor, llena de escenas que los cinéfilos habremos visto millones de veces pero que con los intérpretes adecuados siempre, siempre funcionan.

 Confieso, que Hildy Johnson, ayer en sala de cine, se emocionó ante algunas escenas. Totalmente clásica, con una fotografía agradable, una banda sonora con melodías identificables que acompañan, como no, toda buena historia de amor…al borde siempre de lo cursi pero salvada siempre por dos grandes: Dustin Hoffman y Emma Thompson. Disfruté de lo lindo con un Londres hermoso y atractivo, con un americano y una británica que cruzan sus solitarias vidas en una cafetería del aeropuerto de Heathrow.

La dirección y el guión correctos corren a cargo de una misma persona, el novel Joel Hopkins. La pantalla se llena siempre con Hoffman y Thompson. Los dos en papeles de personas desencantadas y cansadas que arrastran la vida, y que avanzan, con esfuerzo hacia el final. Con desilusiones y desencantos continuos pero siempre atrapando la vida por sus distintas pasiones. A él, le engancha a la vida, su pasión por la música, a ella, le engancha a la vida, su pasión por la lectura y la escritura. Ambos no han tenido suerte en sus vidas familiares y relaciones de parejas. Ambos tienen ángel y encanto a pesar de la melancolía. Ambos tienen ganas de sonreír, de ser agradables, de ser queridos…, y ambos por casualidades de la vida se encuentran un fin de semana. Y ambos con temor pero mucha alegría descubre que quizá hayan encontrado una última oportunidad para encontrar una media naranja que permita una vida lo más feliz posible. 

Nunca es tarde para enamorarse no innova sino que está repleta de escenas que hemos podido vivir una y otra vez en otras películas. ¡¡¡Pero que más da si siguen siendo efectivas con los agradables rostros y las buenas interpretaciones de Hoffman y Thompson!!! Repasemos: ¿cuántas veces hemos vivido escenas de boda, discursos emotivos en dichas ceremonias, bailes felices…? ¿Quién no es capaz de decir películas donde los dos enamorados estén frente al piano. Casi siempre él tocando y curiosamente ella escuchando (¿no tocamos las mujeres el piano? Ese recurso de manera contraria sólo lo recuerdo en El piano de Jane Campion)? ¿Qué película romántica el protagonista o la protagonista cuenta con un par de amigos/as incondicionales? Sigan repasando su lista de películas románticas para el recuerdo, ¿a qué recuerdan a muchas madres y padres peculiares que de alguna manera siempre están al lado del personaje protagonista?¿Cuántas veces no han ido los amantes en momento de necesidad a comprar un vestido para la enamorada y se lo han pasado increíblemente probándose un modelo y otro, y otro y otro… hasta encontrar el adecuado?… Su homenaje más evidente al cine romántico, mil veces repetido, es la mítica escena de Tú y yo. Dos amantes que quedan en sitio determinado para continuar su amor por los siglos de los siglos y uno de ellos, por circunstancia accidentales o de salud, no puede acudir a la cita, dejando al otro con cara de melancolía.

Dustin, ya de hombre maduro, demuestra que sigue siendo hombre encantador, divertido y enamorable (como en los viejos tiempos de El graduado o Tootsie). Impagables los matices de su rostro cuando está desesperado, ilusionado, triste, cínico, cansado, hundido, esperanzado… y le sigue con este abanico de sensaciones y llena de encanto una linda Emma que recrea un personaje real y hermoso. Sencillo como la vida misma. Nunca es tarde para enamorarse es de esas películas que se disfrutan gracias a los intérpretes que tiene. Dos personajes con química que encuentran una última oportunidad, y nosotros, los espectadores somos testigos de su cercana y sencilla historia. Sólo hace falta un fin de semana en Londres.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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