Los fabulosos Baker Boys (The fabulous Baker Boys, 1989) de Steve Kloves

Y 20 años son muchos… recuerdo cuando la vi. Recuerdo como todo el mundo hablaba de Michelle Pfeiffer con su traje rojo encima de un piano. Todos los premios. Recuerdo que la vi como una triste historia de amor. Uff, y volviendola a ver he podido disfrutarla mucho más y he descubierto mucho más que una triste historia de amor (valga la redundancia).

Es una película sobre sueños rotos, sobre una maravillosa relación entre dos hermanos, sobre el desencanto, sobre la perra vida, sobre el miedo a amar y ser heridos, sobre las responsabilidades, sobre la cobardía de conseguir alcanzar las máximas cotas del talento, sobre la vida dura de los músicos de locales y hoteles (sin un ápice de glamour y sí mucho esfuerzo), sobre lo efímero del éxito y la fama…

Los fabulosos Baker Boys es una historia llena de matices gracias a tres interpretaciones mágicas: una bellísima, dura y desencantada Michelle Pfeiffer, un bellísimo (dios mío cómo me gusta) y más desencantado —qué poco se quiere Jack Baker, qué poco se aprecia y cómo duele— Jeff Bridges y un encantador y hastiado de responsabilidades Beau Bridges (qué grande… qué dignidad confiere a un personaje complicado).

Una película con los diálogos justos. Contenida pero que estalla en cada mirada. A veces se nos escapa una sonrisa pero siempre llena de melancolía. Llena de escenas con mucho sentimiento y emoción… Dos hermanos que se adoran pero que a la vez se hieren, ambos con una pasión por la música que no les ha hecho alcanzar sus sueños de gloria y sí mucho trabajo en salas y hoteles donde pocas veces existe un público entregado.

Ambos recorren salas con un espectáculo que repite las mismas melodías y las mismas bromas. Frank y Jack. Jack-Jeff se ahoga. Frank-Beau sigue con una energía arrolladora porque sabe que el negocio es el negocio y tiene que asumir responsabilidades (un hermano siempre deprimido, una familia, una casa…). Los tiempos cambian y si cuando eran jóvenes casi hallaron el camino hacia el éxito como jóvenes virtuosos al piano (sobre todo Jack) capaces de sentir el jazz en sus venas ahora recorren como fantasmas salas de fiestas siniestras… sabiendo que muchas veces no ofrecen arte…

Los Baker Boys se ahogan, los tiempos cambian, pero antes de eso Frank decide transformarse y Jack, asiente (se deja llevar por la monotonía melancólica… cada día se arrastra por los hoteles, cuida de un viejo perro, se siente acompañado en su viejo apartamento por una niña vecina y solitaria con problemas y, de vez en cuando, se acuesta con camareras de los sitios donde actúa, sin ataduras). Frank convence a su hermano para que contraten a una cantante que les acompañe. Y entonces aparece Susie Diamond, otro ser humano desencantado y claro, pero con una voz sensual que da un giro a los Baker Boys y devuelve un poco de la gloria pasada. Susie Diamond, sin embargo, se convierte en terremoto de sentimientos para ambos hermanos que se plantean su pasado y su futuro. Y ella va soltándoles verdades como puños y les abre definitivamente los ojos. Sobre todo abre los ojos a un cada vez más perdido Jack-Jeff que cada día busca más consuelo en litros de alcohol…

Ambos inician una breve, hermosa y dura relación sentimental que les remueve por dentro y por fuera. Frank-Beau estalla con todo lo que tenía dentro años y años. Al igual que Jack. Esos hermanos que se quieren cada día, que se admiran cada día, pero que se pelean y se hacen daño cada día…

La película está plagada de momentos inolvidables y cuenta con una hermosa banda sonora (trabajo del veterano Dave Grusin que ha realizado las bandas sonoras de numerosas películas de Sydney Pollack —productor de este trabajo—) llena de versiones muy especiales de canciones del pasado con la susurrante voz de Michelle o con la voz de dos hermanos. Mencionar la canción de Susie Diamond encima del piano en una noche de fin de año (Makin’ Whoopee’) o la tremendamente alegre canción en una sentida y nostálgica despedida de hermanos y que cambia de significado escuchándosela interpretar a ambos (You’re Sixteen’). Y también cuenta con una correcta y clásica dirección de su director y guionista Steve Kloves (que no ha vuelto a realizar otro trabajo semejante…, desapareció de la pantalla a pesar de su debut de oro).

Se me agolpan los momentos: la prueba a las cantantes, las discusiones y los diálogos entre Jack y Frank, la noche de fin de año entre Jack y Susie, Jack en el local de Jazz…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

3 comentarios en “Los fabulosos Baker Boys (The fabulous Baker Boys, 1989) de Steve Kloves

  1. Una película preciosa, bellísima, dura como la vida misma y a la vez sensual. Pocas películas (creo yo) pueden permitirse en lujo de ser consideradas dignas de denominarse sensuales. Y ésta lo es. Desde la música, pasando por unos extraordinarios Jeff Bridges (nunca ha estado más atractivo que en esta peli, para mi gusto) y Michelle Pfeiffer -que nos enamora a todos con su naturalidad y encanto- como una realización llena de exquisito gusto y serenidad que la historia requiere.
    Melancólica, triste pero con un final abierto a la esperanza, Los fabulosos Baker boys es una de mis películas favoritas y para mi gusto contiene una de las bandas sonoras más sugerentes que he escuchado nunca. Toca mi fibra sensible.

    Saludos!!

  2. Y sobre todo tiene un momento musical inolvidable… que ha sido por otra parte imitado (desde la burla hasta a mala imitación) una saciedad de veces. El momento traje rojo, piano y un Jeff Bridges atractivísimo.

    Yo es una película a la que tengo un gran cariño. Y además me parece que trata un bonito tema cinematográfico: las relaciones entre hermanos. Y aquí hay una bonita, nostálgica y dura relación de hermanos.

    Besos
    Hildy

  3. Totalmente de acuerdo contigo. La relación fraternal que existe entre Jeff y Beau Bridges (o Jack y Frank) está expuesta de manera totalmente veraz. Ambos transmiten ternura, sufrimiento y una melancolía infinita.
    El momento de Michelle Pfeiffer cantando encima del piano merece estar entre los momentos más memorables del cine. Sencillamente impagable.

    Abrazos!

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