Yo creo en ti (Call Northside 777, 1948) de Henry Hathaway

Yo creo en ti es de esas películas que no tienen la popularidad de otras pero que cuando se rescatan del viejo baúl te atrapan con fuerza porque tiene varios asuntos a su favor. Sé que hablo siempre demasiado del olvido pero eso es lo que ocurre con su realizador Henry Hathaway (El beso de la muerte o Niágara) que, sin embargo, realiza aquí una labor cuidada de dirección que permite además convertir la película en un buenísimo retrato sociológico.

Es de esas películas que están basadas en un hecho real… y te atrapa de principio a fin con aires de realidad cercanas al documental. El argumento ya es fascinante: en un importante periódico el redactor jefe se fija en un anuncio en el que se recompensa con una alta cantidad de dinero a quien investigue y descubra a los asesinos de un agente de policía asesinado hace once años. Lo curioso es que ya hay dos personas encerradas en la cárcel por dicho crimen. El redactor jefe manda a su reportero a que busque qué y quién hay destrás del anuncio.

El reportero es escéptico. Se toma la historia como un encargo de su jefe, sin darle mayor importancia. Ni implicarse lo más mínimo. Los culpables ya están cumpliendo cadena perpetua. Pero ¿quién ha puesto el anuncio? El periodista descubre a una mujer mayor que se dedica a limpiar escaleras. Es la madre de uno de los presos que lleva trabajando toda la vida pero desde que apresaron a su hijo hace once años, mucho más. Ella va ahorrando moneda a moneda para poder recibir ayuda porque cree en la inocencia del hijo y en que fue injustamente encarcelado.

El periodista va evolucionando a lo largo de la película: primero, totalmente escéptico. Escribe sin corazón, de encargo. Pone las tintas en esa mujer que lleva años limpiando escaleras para sacar de la cárcel a su hijo. Pero no cree en la inocencia del hijo. Después, cuando su redactor jefe pide que siga ahondando en la historia continúa de manera escéptica y explota el interés humano de la noticia. Sin embargo, poco a poco, según va escuchando a distintas personas y va conociendo más al recluso… y sobre todo va investigando más (apoyado por su jefe), se va interesando por la historia y finalmente se implica totalmente en demostrar a toda costa la inocencia del presidiario. Aunque este largo camino no lo tiene nada fácil, sortea mil y un obtáculos sobre todo cuando descubre error judicial y alguna que otra mala actuación del cuerpo policial.

El rostro del periodista escéptico y crítico, que cree que un hombre que ha matado a un policía debe estar en la cárcel y cumplir cadena perpetua, pero que finalmente se implica en el caso cuando ve cosas contradictorias y luchará hasta al final para averiguar la verdad o por lo menos ya que eso lo tiene muy difícil, demostrar la inocencia de una persona que lleva once años encerrado injustamente, es de James Stewart. Que, cómo no, da la talla de profesional serio en busca de la verdad y en proceso continuo de transformación. Su jefe es el siempre eficaz Lee J. Cobb (quizá su personaje no está en exceso desarrollado) y el preso, otro olvidado, Richard Conte (habitual en el cine negro y en el de espionaje).

El estilo de la película es seco y directo. Buen blanco y negro. Tiene algunas fallas de guión pero todo queda perdonado cuando se ve esa narración vital y realista que nos hace ver cómo era en los años cuarenta el trabajo de un periodista, los métodos de investigación, los medios de las redacciones…, y descubres que detrás del hilo que tira el periodista (y que no puede llegar a tirar más) hay un montón de asuntos de la policía, de la justicia, de altos cargos…

Vemos al principo el Chicago de los 30, de la ley seca, y nos empapamos del Chicago de los 40. De los barrios marginales, de los muchachos con mala suerte. De los métodos de fotografía. Del funcionamiento de los medios de prensa escrita. De las fallas y aciertos de la democracia. De métodos de investigación modernos como la famosa máquina de la verdad o polígrafo…

Vamos una joya de documentación histórica, una buena narración que atrapa y entretiene y varios intérpretes que hacen de Yo creo en ti una película que merece la pena ver por lo menos una vez en la vida.

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