Diccionario cinematográfico (95)

Jóvenes rebeldes: el chico de la moto mira los peces de colores encerrados en una pecera. Él los quiere libres. A la vuelta de la esquina, con su moto y trofeo, un joven salvaje vestido de cuero y con gorra, sonríe de una manera inolvidable a la camarera de la barra de un viejo bar. Por ahí, corren los niños ricos con sus coches, carreras suicidas, porque se aburren, porque son rebeldes sin causa. El joven de la cazadora roja quiere encontrar algo de sentido a una vida que se le presenta mediocre. Y juega con la niña rebelde y más bonita del instituto en una piscina vacía. Juegan a que se enamoran, se quieren y protegen. Mientras el amigo al que todos marginan, menos ellos, duerme plácido, quizá por fin le haya tocado un momento de felicidad.

El lágrima en su mundo absurdo y feo es feliz… hasta que fija su mirada en la niña rubia y popular del instituto. ¿Será capaz de que ella se acerque a sus amigos, padres y demás pandilla de marginales y deje su mundo de princesita? El lágrima, siempre peina su tupe, lleva su cazadora de cuero negra, y un tatuaje que da nombre a su mote. Los Sharks y los jets son las pandillas dueñas de un barrio que luchan por unos metros calles y esquinas, por un local o por otro, por alcanzar sus sueños… dentro de un barrio donde es complicado encontrar salidas. Ellos son rebeldes, tienen encuentros con los policías… pero los más rebeldes serán dos jóvenes, uno de cada pandilla, que se enamoran locamente, perdidamente, hasta el final, Tony y María. No les importan códigos y fronteras.

En un barrio londinense, años 80, un joven paquistaní y un joven hooligan marginal y violento… recuperan su vieja amistad. Se unen para montar un negocio, una lavandería, y se aman contra todo pronóstico, tirando muros y prejuicios. Muy alejada de historia, surgen otros rebeldes de un colegio de elite, de niños de padres con posibles que sueñan grandes carreras y futuros para sus hijos. Son niños con la vida ya hecha para ser abogados, jueces, médicos, empresarios… pero dejan que entre un poco de poesía en sus vidas con el nuevo profesor de literatura. Uno de ellos, uno de los jóvenes, lleva al extremo la máxima de Carpe Diem. Es rebelde sensible con ganas de mucho arte en su vida. De pronto se caen sus sueños y es consciente de que es condenado para siempre a una vida gris que jamás le dará la felicidad. Y toma resolución drástica. Nunca conseguirá la vida que quiere.

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