Diccionario cinematográfico (94)

Actores (II): ayer me quedé pensando en esta profesión. Una profesión hermosa que permite manejar las emociones, los sentimientos, los gestos… Una profesión que cuenta con varias herramientas fundamentales: la memoria, el propio cuerpo, la voz, la inteligencia intelectual y emocional, el instinto, el subsconciente… Debe ser sensación mágica tanto en escenario de teatro, como en pantalla de cine e incluso de televisión el convertirse en otra persona, en personaje con alma y cabeza. Debe ser mágico transmutarse en otro y darse cuenta de que a través del cuerpo, las miradas, la voz… transmites al espectador. 

De pronto el espectador se convierte en esa persona que se mete de lleno en tu interpretación y siente un abanico de sensaciones emocionantes. Quizá alguna vez el actor siente cómo el espectador está tan metido en la película u obra que, de pronto, se de cuenta que las herramientas con las que cuenta están sirviendo para la creación de un personaje y para transmitir mil y una sensaciones, reflexiones… 

Debe ser un alivio, una alegría, y un suspirar por el trabajo bien realizado cuando el actor se enfrenta a un personaje…, y lo entiende. Y se empapa. Y lo interpreta. Y se transmuta. Y se convierte en otro. Ufff, qué trabajo. Qué emocionante trabajo. Lleno también de recovecos y pánicos… ¿y si no me transformo?¿Y si no transmito? ¿Y si no entiendo? 

Técnica, trabajo, creatividad…, y a veces, gracias, momentos mágicos. Son otros. Y los espectadores somos testigos privilegiados.

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