Diccionario cinematográfico (93)

Robbie y Cecilia: Cecilia y Robbie. Vuelve a mí. Y en el fondo los ojos de Briony Tallis en busca de expiación. Si me tirara, ¿me salvarías? Gracias por salvarme. Vuelve a mí. Los ojos de Robbie ven dos siluetas en la fuente. Una horquilla que representa una estrella brillante. Y dos amantes crucificados en la biblioteca. La pequeña Tallis lee: «En mis sueños te beso el coño, tu dulce coño húmedo. En mis pensamientos te hago el amor sin parar todo el día». Todos son apuntes para que cree una particular historia alrededor de Robbie y Cecilia. Dos jóvenes, de distintas clases sociales, que una cálida noche deciden tirar barreras sociales, prejucios y decirse que se aman y desean. A Briony se le escapa otra historia real que sus ojos de niña no ven. Y despechada en el amor por un Robbie ideal que se le escapa, comete un error imposible de enmendar. Cecilia y Robbie se separan. Ella con un vaporoso traje verde, le susurra al oído: Te quiero. Vuelve a mí. A él le obligan a bajar la cabeza y llevar sobre sus hombros un crimen que no ha cometido. Las clases altas y las apariencias no mueven un dedo por los jóvenes amantes y por la mentira de una niña. La vida sigue. 

Dunquerque. Segunda Guerra Mundial. Robbie sigue sucumbiendo ante el horror. Se siente enfermo. Llora ante lo que ve. Siente. Y sobrevive por el recuerdo de una casa en la playa con las ventanas azules. Vuelve a mí. Él sueña en volver con la cabeza bien alta y casarse con la amada Cecilia que le espera. Esa Cecilia que ha renunciado a la clase alta, a la familia, a las apariencias…, para que Robbie pueda volver a sus brazos. Briony es una adolescente atormentada que sigue dejando volar a su imaginación para buscar la manera de encontrar una expiación posible de su pecado de niña. Ahora tiene otra mirada. Empieza a recomponer todo el puzzle que vivió en aquel caluroso día de verano. Recuerda otra realidad, la que se le escapó. Y le hace daño. Ahora sigue los pasos de la hermana rebelde, sólo busca el perdón. Se convierte en severa enfermera pero la puede la sensibilidad. El soldado francés al que le huye la vida por la cabeza, que mira con ternura a la enfermera Tallis, que llora porque tiene miedo, y la dice con pena que la recuerda y la ama. Todo producto del desvarío de la muerte, de la vida que acaba, del miedo a cerrar los ojos sin recordar… Mientras Robbie se apaga entre sueños y enfermedades. Entre apariciones de la bella Cecilia y una casa en la playa, símbolo de la felicidad. Robbie llora, desesperado, ante pantalla de cine inmensa donde dos amantes franceses se aman y besan. Robbie encuentra un momento de descanso cuando la imagen de su madre le deja reposar, y le lava los pies. La playa de Dunquerque es pesadilla y quizá punto final de un viaje hacia la desolación. Quizá un viaje sin vuelta. Briony se encuentra con los dos jóvenes amantes a los que les cuesta el perdón, pero los ve juntos. Amándose… 

Una anciana Briony que ve como su vida se acaba. Deja su última novela donde devuelve a Robbie y a Cecilia toda la vida y felicidad que les arrebató. Les devuelve la casa con ventanas azules junto a la playa. Vuelve a mí. ¿Me salvarías? Gracias por salvarme. La anciana Tallis imagina la historia de dos amantes que se encuentran después de la mentira de una niña y siguen amándose. Aunque quizá todos los recuerdos sean mentira. Aunque quizá los dos amantes nunca volvieran a encontrarse. Aunque lo único que quedara quizá, de esa historia enterrada, fueran dos siluetas en la fuente. 

Cecilia y Robbie corren por la playa. 

Briony está sola. ¿Me salvarías? Quizá la creatividad y la imaginación la hayan salvado…, y un Robbie ideal que sólo susurra y desea a Cecilia.

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