El blog de Hildy Johnson

Simplemente, un blog "de cine"

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El bruto (El bruto, 1953) de Luis Buñuel

El Bruto

El bruto, el abuelo y la femme fatale.

La etapa mexicana de Luis Buñuel es una mina de descubrimientos impagables. Y pese que El bruto fue una película de encargo y no figuraba entre las favoritas del propio director (pues parece ser que no pudo realizarla tal y como él quería, con absoluta libertad), se trata de una obra de rico análisis y de un desaforado y apasionante melodrama con connotaciones sociales. La huella de Buñuel la convierte, a mi parecer, en una joya a reivindicar. Además cuenta con un reparto carismático que imprime una fuerza añadida a cada una de las secuencias: Katy Jurado, arrebatadora; Pedro Armendáriz, un actor con una presencia que emana en cada momento que aparece; Andrés Soler, un actor imprescindible en la filmografía de oro mexicana; y todo un descubrimiento, el actor español Paco Martínez, que hace un abuelo buñueliano y que cada vez que sale en pantalla es imposible apartar la mirada de él.

La premisa de la historia tiene raíces sociales: Andrés (Andrés Soler), un hombre de negocios (que tienen que ver con la carne) y propietario de un inmueble quiere desahuciar a sus inquilinos, todos humildes, para poder construirse un hogar más grande y cómodo. No tiene miramiento alguno y la ley está de su parte, pero se topa con la oposición vecinal, liderada por varios vecinos, entre los que se encuentra Carmelo González (Roberto Meyer), un obrero que vive con su joven hija, Meche (Rosita Arenas). Andrés asesorado por su joven amante, Paloma (Katy Jurado), decide contratar a Pedro (Pedro Armendáriz), un hombre muy bruto y con pocas luces, que además conoce desde hace años (para el bruto Andrés es su patrón y le sigue con fidelidad eterna), para pegar, asustar e intimidar a los líderes. Pedro pone en marcha la maquinaría: deja su trabajo en el matadero, abandona su hogar ya de por sí desestructurado, se va a casa del patrón… y golpea al líder más visible, Carmelo. A partir de estos acontecimientos se desata un melodrama desaforado, donde el bruto, a pesar de todos sus defectos, no solo se va convirtiendo también en víctima como los demás inquilinos, sino que también va tomando conciencia…, pero de nada le sirve.

Luis Buñuel vuelve a mostrar su manera especial de reflejar las injusticias sociales y a las personas sin recursos, en el margen, a las que imprime toda su humanidad, sin máscaras, con el deterioro también moral, pero por las circunstancias sociales que les rodean, que no les dejan respiro, y por la lucha salvaje por la supervivencia. Así se puede realizar un complejo análisis de su filmografía a través de sus personajes en situación de exclusión social: Las Hurdes, Los olvidados, Nazarín, Viridiana… y también El bruto. Así sobre todo dos de los personajes, el bruto y Paloma, pese a sus comportamientos discutibles a lo largo de toda la película, el retrato final es el de dos víctimas del sistema establecido. Dos supervivientes en un sistema injusto, que traicionan una y otra vez a los suyos para sobrevivir. Mientras que el bruto, solo a través de Meche, toma una especie de conciencia de la situación, pero demasiado tarde y que soluciona por instinto y por la fuerza, lo que le lleva a un callejón sin salida; Paloma es consciente al final de su brutal soledad y de que vuelve a estar en el punto de partida, sin nada. Por parte los inquilinos, aunque los muestra cansados, indignados, hartos, dispuestos a la violencia como recurso para sus derechos, etcétera, sí que aflora un sentido de solidaridad y comunidad, aunque también es dinamitado por las circunstancias, parece que hagan lo que hagan no tienen posibilidad de alcanzar un poco de felicidad. El bruto es una película oscura y desoladora.

Como no, Luis Buñuel también presenta al hombre de negocios y propietario, al burgués, de una manera demoledora. Andrés no muestra ningún atisbo de piedad hacia sus inquilinos, al bruto lo manipula y maneja, y es capaz de todo por conseguir sus intereses. Es un hombre desagradable y enclenque, que utiliza su cabeza para sus maquinaciones, negocios y relaciones. Solo muestra algo parecido al amor por su anciano padre al que cuida, don Pepe. Don Pepe, un abuelo enfermo, que ha vuelto a ser un niño despota, travieso y caprichoso, del que intuyes cómo fue en el pasado, por información dosificada que se nos va aportando, pero del que Paco Martínez deja, sin embargo, un retrato que no solo provoca momentos hilarantes, sino también de compasión. Y también se intuye que Andrés pese a su machismo y comportamientos como tal, realmente sí que se ha enamorado de Paloma. No siembra precisamente mucho amor, pues sus relaciones con los otros son de poder y sometimiento.

El bruto además muestra el genio de Luis Buñuel no solo para la puesta en escena, creador de simbolismos y personajes, sino su capacidad para reflejar de manera especial la sensualidad y sexualidad. En El bruto recarga el ambiente y, en ese sentido, tanto Katy Jurado como Pedro Armendáriz en la evolución y descripción de su relación logran una sexualidad latente brutal. Así mismo, hay dos relaciones sexuales con dos mujeres diferentes fuera campo y de naturaleza distinta: una del bruto con Paloma y otra de el bruto con Meche. En una, la carne al fuego se abrasa y carboniza mientras realizan el acto sexual. En otra, una vela se va consumiendo poco a poco. Hay sensualidad en el mordisco que da Paloma a Pedro en el pecho y en cómo toca sus músculos o en cómo esta juguetea con el abuelo, don Pepe. La primera vez que se unen sexualmente Paloma y Pedro, este se la encuentra en su cama dormida, como un bello y oscuro objeto de deseo. Y no falta un triángulo amoroso: el bruto se mueve entre dos mujeres. La pasional Paloma que actúa como una femme fatale que lleva a la perdición a los dos personajes masculinos, pero que al final es también vista como víctima. Y Meche que pese a saber que el bruto ha complicado más su vida y la ha dejado más al margen de lo que estaba, se enamora y decide seguirlo. Pedro se siente deseado por la primera y se siente otra persona por cómo lo mira Meche, que ve más allá del bruto.

El bruto es también una película violenta tanto en lo emocional como en lo físico. En lo emocional no solo es un melodrama desaforado, donde el clímax lo consigue en todo momento una Katy Jurado que termina siendo golpeada, pero aun así ella decide aferrarse a la pierna del hombre deseado. O cuando culmina su venganza, la vemos como una mujer vencida, que pasa ante un gallo intacto, y a un camino de soledad asegurada. Y en lo físico no es solo la violencia del bruto, es también la de Andrés, la de los inquilinos, que no encuentran otra vía para defenderse…, la del ambiente que los envuelve a todos. Porque en la película Buñuel también deja que el espectador pasee por los distintos ambientes que son también protagonistas de la atmósfera sensual, opresiva y violenta: el matadero, la obra, la casa de Andrés, la carnicería, los distintos almacenes donde vive Pedro, el primer hogar del bruto, el inmueble donde viven los inquilinos, la casa de Meche…

El bruto es otra buena obra cinematográfica de Luis Buñuel de su periodo mexicano que hay que rescatar del olvido.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

2 comentarios en “El bruto (El bruto, 1953) de Luis Buñuel

  1. Un texto espléndido, mi querida Hildy, de una película que demuestra, una vez más, que el cine «menor» de algunos creadores vale filmografías enteras de otros más cacareados. Los cincuenta mexicanos de Buñuel, como bien dices, son impagables, en pequeños clásicos como este o incluso «La ilusión viaja en tranvía». Cómo es capaz de llevar un género a su terreno para ofrecer algo distinto, cómo introduce la retranca (humor somardas, o somardón, se llama por aquí, y Buñuel lo ejerció toda su vida) allí donde es impensable hallarla… Para mí Buñuel es el más grande, no cabe duda. Como dijo Cocteau, «no es el primero ni el segundo; es único».

    Una amiga mía me contó que una vez se chocó con él en el paseo de la Independencia de Zaragoza. Ella, que era muy pequeña, recuerda que chocó con un señor alto, sobrio, elegante, que la miró serio, severo. Cuando pasaron de largo, su madre se agachó y le dijo al oído: «¿Sabes quién era ese señor? Don Luis Buñuel». Don Luis. Cuando veo documentales mexicanos y observo que siguen llamándolo así quienes trabajaron con él y lo trataron en vida, me convenzo, más que nunca, que aquella gente de aquel cine era de otra pasta.

    Todos los temas, todos los intereses de Buñuel, la contradicción, la tentación, la fe, la miseria moral… Todo está aquí. Cualquiera de sus películas es inagotable.

    Besos

  2. Mi querido Alfredo, qué buen recuerdo el de tu amiga… Sí, viéndole en fotos… te sale Don Luis. Y lo de la mirada seria y severa…, pero con un humor especial seguro…
    Qué gozada de filmografía.

    Beso
    Hildy

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