House by the river (1950) de Fritz Lang

Entre medias de sus joyas de cine negro con Joan Bennett y las que vendrían de Gloria Grahame se encuentra esta desconocida película de Lang. Una historia llamativa de ambiente angustioso, película de época, con noche, agua y espejos. Llena de simbolismos.

Sólo imaginar un final más fuerte del que tiene (si cabe) hace que se desinfle un poco la magia y negrura de sus imágenes. El pesimismo de Lang sigue presente con toda su fuerza. Así como la construcción de personajes que te hace razonar y cuestionarte distintos asuntos.No necesita actores conocidos, porque cuenta con un ambiente que envuelve toda la película. Esa noche, ese río que arrastra bultos que no se sabe muy bien qué son. Esa casa de luces y sombras. Esos personajes de ciudad pequeña, a veces, opresores. Esa historia de amor subterránea. Ese escritor fracasado y demente. Lascivo.

La película ya merece la pena tan sólo por sus diez primeros minutos de metraje, donde Lang con una elegancia inusitada describe a un personaje oscuro y un asesinato vil e inesperado.

Los personajes, por actores poco conocidos, tienen fuerza. El escritor fracasado ávido de fama, lascivo y perverso (en los años cincuenta recibe castigo, quizá en los ochenta o noventa hubiera sido más terrorífico). El sentimiento de culpa pero también sus ganas de publicidad y éxito son un cóctel explosivo de maquinaciones oscuras que afectan a los seres que más pueden quererle. Su dulce esposa, que se sabe compañera de un ser al que no conoce y atraída por el hermano de su marido que tiene una cojera física y afectiva. La vecina cotilla, siempre atenta, pero a la vez siempre con posibilidades de ser testigo. La sirvienta chismosa, celosa, vengativa y que llega a creerse dueña y señora de la persona a la durante años ha dado servicio.

Lang presenta una historia cuidada, y como no me canso de decir con un ambiente que envuelve y una fotografía que atrapa. La banda sonora también acompaña a esta casa al lado del río que aguarda pesadillas. Su pesimismo siempre nos aguarda…

Con las sombras de la casa al lado del río…, vuelvo a darme cuenta de que Lang es grande entre los grandes.

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