Entre Apocalypto y Con faldas y a lo loco

La jornada de ayer además de dormir, comer con seres queridos, acabe mi día navideño con una sesión doble de cine. Mi hermano pequeño, que mucho le gusta el cine a él también, me llevaba recomendando desde hace tiempo la última de Gibson, y yo que no es santo de mi devoción (Dios mío, como se me pega este lenguaje digno de estas fechas) pues la iba dando largas, sobre todo porque no me gustó absolutamente nada La pasión de Cristo y me parece exagerada en exceso Braveheart (y eso que yo con los barroquismos de determinados directores y géneros disfruto de lo lindo).

Pues bueno, me dije, veamos Apocalypto y he de decir que me mantuvo en tensión durante toda la película. La persecución funciona. Ni un respiro. Es una buena película de aventuras sobre cómo un hombre trata de escapar de un grupo de bestias (que ojalá nunca me los encontrara) para salvar a su mujer embarazada y a su hijo que los ha dejado en una especie de hoyo profundo para salvarles del saqueo. Así la vi yo, como película de aventuras, no hagamos análisis sobre el mundo maya representado que no sé yo, no sé yo…

Y después consideré que me apetecía un clásico de los que nunca fallan y mira por donde que volví de nuevo con Botines, Charlie mondadientes, Osgood… Josephine, Dafne, Sugar…, es decir, volví a sumergirme en risas y risas en Con faldas y a lo loco. La decepción es imposible. Yo sigo llorando de la risa con ese tango nocturno, con esos besos eternos para quitar la impotencia de un millonario con gafas o moqueando por la ternura de una Sugar que se siente boba porque todos los hombres la rompen un poco el corazón.

Hablando de barroquismos, hoy me voy a ver Australia. Tengo barroquismo asegurado. Pero fijense ustedes creo que me va a gustar…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.