Forajidos (The killers, 1946) de Robert Siodmak / Código del hampa (The killers, 1964) de Don Siegel

Ernest Hemingway publicó en 1927 un relato corto titulado Los asesinos. Un cuento en el que básicamente se cuenta cómo dos tipos entran en un bar de un pueblo y se comportan de manera violenta con el dueño del bar, un cliente y el cocinero. Les informan de que están esperando a que llegue el Sueco a cenar para dispararle. Confiesan que no le conocen de nada, que es un asesinato por dinero. El Sueco no va esa noche a cenar. Cuando los asesinos se van, los tres testigos reaccionan de manera distinta ante el asunto. El dueño del bar opina que alguien debe avisar al Sueco, el cocinero afirma que él no quiere saber nada de esta historia y el cliente decide que va a ser él el que va a avisar al Sueco a la pensión donde vive. El cliente se acerca a la pensión y le cuenta todo al Sueco. Éste no reacciona, dice que no se va a mover de la habitación, que no va a escapar, no le sorprende la historia y dice que una vez cometió un error. Le da las gracias y se queda en el cuarto. Una de las mujeres que cuida la pensión informa al cliente de que el Sueco es un buen hombre, un hombre educado, que fue boxeador y que sin duda en ese momento no se encuentra bien porque en todo el día no ha salido del cuarto. El cliente vuelve al bar indignado porque no puede entender cómo el Sueco no ha huído de una muerte segura y se siente impotente por no poder impedir un asesinato a sangre fría, sugiere que quiere abandonar el pueblo. El dueño del bar considera que ha cumplido con su deber y ha hecho lo que está en su mano para impedirlo y el cocinero sigue sin querer saber nada.

Un relato simple, construido a través del diálogo, directo. Con final abierto. ¿Quiénes son los asesinos?¿Por qué van a matar al Sueco? ¿Quién es el Sueco?¿Fue boxeador? ¿Por qué no huye ante una muerte inminente? ¿Qué error cometió?

Y entonces entra en acción el cine y dos películas americanas para contarnos todo. Para cerrarnos ese final. La primera la dirige Robert Siodmak en los años cuarenta, con un guión de Anthony Veiller y la segunda la realiza Don Siegel, con un guión de Gene L. Coon.

Las dos cuentan con reparto impresionante. La de los años cuarenta con un maravilloso Burt Lancaster, una bella y mujer fatal Ava Gadner y con un siempre correcto Edmond O’Brien además de una galería de actores secundarios que realizan sus roles con precisión. La segunda no se queda corta con Lee Marvin, Angie Dickinson, John Cassavetes, Ronald Reagan y un siniestro matón con cara de Clu Gulager.

Si me tengo que quedar con una de los dos, sin duda, con la de Robert Siodmak. Código del Hampa es una buena película de violencia, acción y cine negro de los sesenta pero parte más que del relato de Hemingway, de otra interpretación, un remake encubierto de Forajidos. Pero también está llena de aciertos y da en el clavo en muchos asuntos.

El clásico de Forajidos relata en la primera secuencia todo el relato de Hemingway y a partir de ahí desarrolla en maravillosos flash back toda la historia del Sueco y por qué se deja matar, sin huir de su destino. No se me puede ocurrir otro Sueco que no sea un maravilloso Burt Lancaster que se transforma en un boxeador fracasado que cae rendido y cegado por amor a una mujer que es la mantenida de un gángster. Por ella, delinque. Ella le mata en vida en ese quiero y no quiero. En ese te amo ahora, me salvas, y mientras te pudres en la cárcel te olvido, y cuando sales vuelvo a amarte. Y te ayudo y te aviso de que te traicionan pero yo también te traiciono y te dejo tirado. Y al Sueco se le rompe el corazón y la vida en pedazos. Se cansa de huir.

Forajidos nos cuenta todo sobre el Sueco a través de la investigación que lleva a cabo un agente de seguros y un policía amigo. Burt Lancaster consigue que el espectador empatice con él y entienda su conducta. El Sueco es víctima del mundo que le rodea, de un destino que él, finalmente, se niega a modificar. Los asesinos sólo aparecen en la primera secuencia y cumplen con su trabajo.

En Código del hampa, los asesinos son los grandes protagonistas, Lee Marvin y Clu Galager cumplen con su cometido. Asesinan a un hombre por encargo. Pero el asesino curtido, un Marvin en estado de gracia, quiere entender por qué un hombre no hace nada para evitar su muerte. E investiga. Interroga a los que le conocieron y a través de ellos conoce todo lo que quiere saber sobre su víctima. Ese muerto en vida. Éste es uno de los grandes aciertos de esta película. Sin embargo, el cambio de profesión del Sueco y de nombre no son en absoluto acertados. Sí que es cierto que está más en consonancia con la época en la que se rodó la película. El Sueco se transforma en un corredor de coches (¡¡¡Ay esas transparencias de los sesenta!!!) con cara de John Cassavetes (y lo siento por John pero no me convence ni me enternece hasta los extremos que lo logra Lancaster).

El tratamiento como se permitía en los años sesenta es más violento. Y la mujer fatal llega a todo su esplendor con una Angie Dickinson bellísima y compleja. Pero Código del Hampa no es del Sueco, se lo comen con patatas los asesinos. Al final también es un acierto el ver cómo todos se ven abocados a un destino escrito en sus caras desde el principio de la trama. La violencia genera más violencia. La ambición desbordada y el culto al dinero sólo puede llevar a una calle sin salida. No hay puerta abierta ni para el asesino que se las sabe todas.

Como curiosidad última, también existe un corto del ruso Andrei Tarkovsky que adapta literalmente el cuento de Hemingway, lo realizó en 1958 como un ejercicio de clase mientras se preparaba para ser director.

3 comentarios en “Forajidos (The killers, 1946) de Robert Siodmak / Código del hampa (The killers, 1964) de Don Siegel

  1. Voy a cometer sacrilegio con «Forajidos». Cierto que es la pionera, que tenemos a un guapísimo y más vulnerable que nunca Burt Lancaster – un muerto en vida gracias a una vampiresa – y a una Ava Gardner que jamás estuvo más bella que aquí – qué bien le sienta el blanco y negro a esta mujer, mucho mejor que el color. Y la película es una maravilla.
    Pero… ya sabes, querida Hildy, que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Y aunque «Forajidos» es una obra monumental, yo me quedo con «Código del hampa», y no sólo por mi amor por Marvin sino también por el ritmo, por una estupenda Angie Dickinson como mujer fatal, que no le tiene nada que envidiar – a mi parecer, claro – a la Gardner. Sí estoy de acuerdo que Cassavettes no le llega al suelo de los zapatos de Lancaster, desde luego. Pero al centrarse más en los asesinos a sueldo, yo ya me convierto en líquido, me derrito – qué malote Marvin, como siempre. Ese acercamiento a milímetros del rostro de Dickinson antes de colgar su cuerpo por la ventana, para mí tiene un fuego interno brutal – parece que más que amenazarla quisiera comérsela (madre mía, debo estar fatal). Y Siegel imprime un ritmo a la historia sin desmayo. La única pega – además de las transparencias, jeje – la no actuación, como cabía esperar, de Ronald Reagan. Eso sí, el tortazo que larga a la buena de Dickinson suena muy real. Y el final, genial. Tarantino debió copiar de lo lindo con esta película.

    Saludos!!

  2. Mi querida Isis, qué alegría leerte. Me encantan tus argumentos para preferir Código del hampa a Forajidos. Fíjate hasta qué punto, que me has despertado ganas de volver a verla, pues desde ¡2008! no he repetido su visionado. Ayyy, ese Lee Marvin…

    Beso
    Hildy

  3. Jejeje, pues me alegro de animarte a ver de nuevo esta magnífica película que es «Código del hampa». Si a continuación ves «Pulp fiction» observarás varias concomitancias con el film de Siegel. Para que luego pongan por las nubes al sobrevalorado de Tarantino.

    Besitos!!

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