Diccionario cinematográfico (77)

Prostitutas (2º parte): ayer por la noche disfruté con una comedia de los años setenta: La gatita y el buho (1970) de Hebert Ross, que llevaba al cine una obra de éxito en Broadway. La película cuenta el encuentro entre dos solitarios fracasados: una prostituta con aires de actriz y un dependiente que nunca logra ser el escritor de éxito que sueña. 

Así decidí volver a mi saga de prostitutas eternas en el mundo del cine. Barbra Straisand encarna a Doris, una prostituta “enervante” que sueña en convertirse en gran actriz y va dando bandazos por la vida hasta que se cruza en su vida Félix, un hombre que intenta convertirse en un intelectual y está igual de perdido y fracasado que ella. El choque es divertido, tierno y brutal.

Y entonces se me pone la cara triste cuando recuerdo a esa alucinada niña prostituta con cara de Jodie Foster que conoce a un extraño taxista que pretende sacarla de esa vida y se convierte de manera violenta y compleja en su salvador en la magnífica e inquietante Taxi Driver (1976). 

No puedo evitar regresar a las clásicas y modernas. Así que vuelvo a hablar de la increíble cortesana Satine con la cara hermosa de Nicole Kidman, que se prostituye para sobrevivir y a la vez poder ser una artista de éxito y se queda desarmada ante el amor que siente por un escritor joven e inocente y carcomida por la enfermedad del París bohemio, la tuberculosis. Y de la contemporánea Moulin Rouge me voy directa a otra célebre prostituta y tuberculosa con el rostro de Greta Garbo que en Las damas de las Camelias nos rompe el corazón como cortesana que cuando encuentra el amor, sabe que va camino a la muerte. 

Sigo la senda de prostitutas divinas y clásicas para que me vengan a la mente dos: la gran Holly en esa joya que es Desayuno con diamantes en su búsqueda incansable de millonario que la permita descanso de sus días rojos y que muy coqueta gana 50 dólares por cita para ir al tocador…, que divide a los hombres en canallas y supercanallas pero que siempre tiene una sonrisa para el escritor-gigoló Paul porque le recuerda a su hermano Fred. O esa otra Liz Taylor que va de mujer marcada en los sesenta y de paso consigue su primer oscar como prostituta de lujo en New York en melodrama de época. Todo muy escandaloso, sí señor.

Pero entonces regreso a la prostituta de barrio, la de siempre, la que sufre en el día a día y quien mejor que una increíble Anna Magnani dirigida por Pier Paolo Pasolini en una dolorosa historia de una madre coraje que quiere dejar la calle y prosperar para dar lo mejor a un chico que se le pierde por los barrios y pandillas, genial y brutal Mamma Roma.

O, de pronto, me viene a la cabeza otra prostituta memorable, cabaretera también, que pasea por la vida y si puede destruye hombres como la impagable Lola, Lola en el Ángel azul. Tremenda Marlene Dietrich que sabe cómo seducir y ganar…

La prostituta, la mujer sin caretas, sin doble moral, se pasea como mejor amiga del héroe. Belle, la puta más famosa de Lo que el viento se llevó muestra una honestidad sin dobleces que tranquiliza a Rhett de su tormentosa historia con Escarlatta.

A veces las prostitutas ocultan historias amargas. De frente, tenemos a una madame, toda una mujer de negocios que ha pasado de hermosa a ocultar sus manos y su rostro que se deforman y a regentar un negocio de mala muerte. La prostituta que envejece y de pronto se encuentra con un pasado que odia al ser encontrada por uno de los hijos a los que abandonó, un James Dean confundido. Al este del Edén muestra el rostro lleno de odio y rabia, de miedo a la vejez, de una tremenda Jo Van Fleet.

Muchas actrices se pusieron en la piel de la gran Sadie Thompson esa prostituta que en mitad de la selva es severamente juzgada por un pastor de la iglesia…, pero la venganza sabe dulce y ella nunca será mujer humillada. Me quedo con la recreación de Joan Crawford y su impecable Lluvia.

Otro camino es el de la prostituta salvadora, la prostituta que ama y se enamora del héroe destructivo. Y nunca hubo una mejor, más tierna y más triste, que una olvidada y desaparecida de la pantalla Elisabeth Shue que enamoró a todos en Leaving Las Vegas.

Puesto que empecé con comedia quiero continuar en ella y recuerdo el cuento de hadas de Julia Roberts en Pretty Woman o esa tierna prostituta con cara de Mira Sorvino en Poderosa Afrodita.

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