Irina Palm (2007) de Sam Garbarski

Película de trama sencilla y sencilla en su realización y sencillo su guión…, y quizá tanta sencillez nos lleva a una historia sin grandes pretensiones pero linda. Linda historia que dejará un buen recuerdo. Irina Palm es de esas películas que se ven con agrado. Y pasarán unos años y seguirá siendo agradable. No es producto redondo. No es obra de arte. Pero no le hace falta. Es una historia sencilla y linda. 

Su personaje protagonista es Maggie o Irina Palm según la conozcamos. Marianne Faithfull es esa abuela tierna y dulce, esa mujer de vida triste y gris, pero capaz de todo por salvar a su nieto enfermo, por echar una mano a su hijo y a su nuera que están paralizados ante su situación precaria económica y el dolor que les produce la enfermedad del hijo. Marianne Faithfull, cantante y actriz, llena la pantalla con su mirada y andares. Con su dulzura y sus silencios. Maggie es la abuela que todos daríamos un beso. Nunca fue feliz y vive en una pequeña localidad que la atrapa con unas amigas de múltiples caretas. 

Pero de pronto a la abuela que no puede encontrar un trabajo, a la que ya no dan más créditos, la abuela que no se rinde, que quiere conseguir dinero para costear los gastos que necesita su nieto para recibir un tratamiento…, ve un anuncio en un sex shop. Necesitan azafata. E inocente y sin esperanzas entra al club de Miki. Y Miki (qué grande este actor serbio Miki Manojlovic) le toca las manos y le habla de eufemismos. La habla de un trabajo por el que puede ganar mucho dinero. Ella tiene las manos suaves. Y la abuela de mirada dulce encuentra trabajo que se vuelve diario. Y Maggie es tan buena que crea colas en el club y Maggie hace tan profesionalmente su trabajo que cambia de nombre, se gana otro nombre, Irina Palm. Maggie, metódica y rigurosa, se prepara cada día en la soledad de una sala, va con su uniforme, se pone cómoda, y decora con flores o un cuadro el habitáculo. Maggie, por un agujero, masturba a sus clientes. Y siempre, la abuela-viuda les deja muy satisfechos. 

El director de cortos y que se enfrentaba a su segundo largometraje, Sam Garbarski, deja una película con dosis de dureza, ternura y risas (esas falsas amigas con caretas de las que Maggie se venga con su “codo penista” o demostrando que nunca ha sido tonta, que todo lo sabe). 

No es una película grande. Pero te quedas con la mirada de Maggie, la sonrisa de Miki, la ternura del nieto enfermo, la confusión del hijo y la nuera…, y se te olvidan pequeños defectos. Lo único que deseas es que la abuela masturbadota, de andares lindos, te narre sus aventuras y te regale una mirada tierna. Ojalá su nieto se ponga bien. Lo merece.

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