Diccionario cinematográfico (75)

Lugar cinéfilo: espacio físico, paisaje, casa, puente, estación de metro o tren, villa…, que podemos visitar a través de infinitos metros de celuloide.

Llévame a los puentes de Madison y hazme una fotografía. No te preocupes que después dormiremos allá en Manderley o si te da miedo y prefieres algo más nostálgico nos vamos juntos a una casa en África con Karen y Dennis. Llévame de la mano por un camino sin fin donde el sol se oculte, no olvidaré mi bastón y mi sonrisa y si no te importa quizá nos paremos en el Motel de Norman Bates que dicen que está loco y, sin embargo, a mí me da cierta ternura. No me dejes sola en la ducha. Me gustaría que en nuestros planes de futuro subiéramos a un autobús y quizá en una habitación de hotel barato pero tierno derribemos el muro de Jericó o si quieres te enseño en el mapa el itinerario que he pintado con mi pintalabios aunque sé que al final siempre te hace ilusión llevarme a las montañas aisladas. Y qué más da. Para qué queremos más. Ya sabes que soy algo aventurera así que si no te importa en nuestros ratos libres podemos navegar en el Reina de África y pasar mil rápidos o sortear cascadas. Contigo no hay miedo. Y quizá tú y yo podamos encontrarnos en un crucero y quedar en lo alto del Empire State Building para reafirmar que nos queremos una y otra vez. O a lo mejor quedar por separado en la estación del metro y sentarnos en el mismo vagón y enamorarnos. No me importaría recorrer Europa contigo, Francia, por ejemplo, y que ambos condujéramos distintos coches, no importa modelo o precio y amarnos en las playas procurando que no nos derrote el desencanto. Ya sabes dos en la carretera. Si te parece tenemos un breve encuentro en una pequeña estación de tren. O corremos por carreteras sin fin, libres, en Harleys enormes y comunas imposibles. Aunque también me encantaría abrazarme a tu cintura y que con tu vespino me enseñaras toda Roma y visitáramos la boca de la verdad y de vez en cuando me gastaras bromas. Y qué te parece si nos cogemos de la mano y hacemos compañía a Maxine en una cabaña al lado de la playa y bailamos con ella al son de la música, descalzos, en alguna noche de la iguana. Nos emborrachamos y nos amamos. Tampoco me importaría visitar el circo y que detrás de unas marionetas charlatanas estuvieras tú preocupándote por mí si me encuentras triste. Dame la mano y llévame por la geografía de tu cuerpo como si fueras un paciente inglés. Te susurro al oído y cierro una puerta, tipo toque Lubitsch o de casa enorme de melodrama años 50… porque vamos a empezar a reírnos sin fin. Y no hace falta que nadie nos escuche. Da igual que estemos en la Toscana, en Roma ciudad abierta o en lo alto de una colina, podemos estar incluso en el París bohemio en el Elephante del amor con Satine y su escritor bohemio o en un Manhattan según Woody…, da igual porque en todos esos lugares nos seguiremos mirando a lo ojos y seremos cómplices.

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