El cazador (The deer hunter, 1978) de Michael Cimino

Nada que desde que he vuelto estoy con películas que tienen como fondo un conflicto bélico. Y ahora le ha tocado a El cazador. La vi ayer por la noche en dvd y me dejé envolver por Cavatina de Stanley Myers y por los tres amigos Nick, Stevens y Michael, tres jóvenes que viven en una pequeña localidad de los EEUU. Tres jóvenes de origen ruso, trabajadores de la industria metalúrgica, sin mucho futuro, con aficiones como la caza, la diversión y los paisajes del sitio donde viven. Tres jóvenes que van como voluntarios a una guerra lejana, Vietnam. Tres jóvenes que destrozan su vida, aunque no sea la mejor de las vidas. Que quizá lo único que tengan nunca sea el cariño que se profesan, la amistad.

Y es que El cazador es de esas películas complicadas y complejas como la vida misma. Y quizá por eso llega. Donde los seres humanos son mostrados con toda su desnudez, con todas sus virtudes y todos sus defectos, y cómo la guerra destroza. Cimino nos muestra en fuertes imágenes un principio, un nudo y un desenlace. Antes de la guerra, durante la guerra, el regreso a casa.Y te deja hecho polvo.

“Te quiero, Nick”, dice Michael (Robert de Niro) en una de las escenas más dura. Le está diciendo al amigo que ha perdido la cabeza, al muchacho sensible que siempre concilia que ama su localidad aunque no sea lo mejor (qué grande Christopher Walken), que le quiere, que vuelvan a su localidad y a su vida aunque no sea la mejor de las vidas. Pero Nick no regresa…demasiado horror. Y Michael cumple de manera triste la promesa que le hizo al amigo, que le hiciera volver al hogar fuese como fuese. Que no le dejara.

Y Michael, el cazador, el que tiene la cabeza bien amueblada y el objetivo claro, el que protege a los amigos…, el que no los abandona. El que no deja que le consuelen. El protector incansable, bruto como él sólo, pero también tierno, se derrumba en la soledad de un motel. Es el único signo de debilidad que se concede.

A Stevens (pero que bello es John Savage), el joven e inocente, que no esconde su miedo (imposible esconderlo ante el horror que padece). Que vuelve sin piernas. El tierno y sonriente Stevens, le dejan sin piernas y sin sonrisa. Sólo lágrimas.

También, está Linda (joven Meryl Streep, siempre grande), la mujer ideal para Michael y Nick. La fotografía que les acompaña en momentos de horror. Una joven que vive en la pequeña localidad en una comunidad machista, la joven de mirada triste golpeada por una dura realidad familiar y un trabajo monótono, la que ama a los amigos, la que mira con ternura a Michael y a Nick que la tratan como un ideal…, con ellos sueña y sufre. Con ellos sabe, que pase lo que pase, se apaga. La guerra sólo acelera el proceso.

Y, otros amigos que quieren a Nick, a Michael y Stevens. Amigos todos con virtudes y defectos pero que en un día de juerga, antes de la boda de Stevens antes de marchar a la guerra, cantan Can’t take my eyes. Cuando la guerra de Vietnam les destroza a todos, cuando les rompe la vida, la cabeza y el corazón, entonces nos damos cuenta de que las risas del día de la boda de Stevens se han terminado.

Cimino es complejo porque a pesar de que su historia me atrapa y me hace llorar hay cosas que no me gustan. Por eso es cine personal. Con lo bueno y con lo malo. Me gusta su estructura, me gustan sus imágenes, me gusta la amistad, me gusta que muestre lo peor y mejor de la comunidad donde viven los protagonistas…, pero me deja una imagen banal y falsa de Vietnam y los vietnamitas. Y eso no me agradó.Vietnam es el infierno y la película lo muestra así. Violencia, vietnamitas despiadados capaces de todos los horrores inimaginables con los prisioneros de guerra, Saigón una ciudad que se destruye con la corrupción, el sexo y el juego más salvaje…, frente a la localidad de los tres amigos —que a pesar de no ser el mejor de los lugares es idílico y hermoso, con unos paisajes que siempre se desean mirar— donde prima un fuerte espíritu comunitario. No me parece justo.

La escena final, que a muchos disgusta, yo la salvo. La de que nada volverá a ser igual, la reunión de los que lloran al amigo ausente alrededor de una mesa. Todos de negro. Los amigos que cantan en tono apagado God Bless America como triste ironía de un país que les ha destrozado más, si cabe, la vida.

Otra cosa que destacaría de El cazador son las miradas. Es una película de miradas que te rompen por dentro. De Nick a Linda y Michael. De Michael a Linda. De Linda a Michael y a Nick. De Stevens a Michael. De Nick a Michael. De Michael a Nick. De Michael a Stevens…

El cazador también tiene un triste anecdotario extracinematográfico. Uno de los amigos que se queda en la localidad, el amigo bocazas y delgaducho, al que todos aguantan. El amigo que no se contiene, que explota, que es violento con las mujeres cuando siente el rechazo pero también capaz de momentos tiernos. El que se enfrenta a los amigos pero los necesita. El amigo con el rostro amargo de John Cazale. Ese John Cazale espigado y delgado, ese actor estaba siendo devorado por el cáncer y sin embargo actuó hasta el último suspiro dando una última interpretación. John Cazale era el amor de Meryl Streep. Hasta el final. Y cuando se negaron a que interpretara la película por el estado avanzado de su enfermedad; la actriz dijo que si él se marchaba, ella también. Cazale se quedó y regaló interpretación llena de matices.

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