Centenario de Orson Welles (7). El extraño (The stranger, 1946) de Orson Welles

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El extraño puede ser la historia de un reto. Orson Welles quiso demostrar que podía llevar a cabo una película de encargo, con el presupuesto y el tiempo estipulado. Ya cargaba sobre sus hombros la fama de niño terrible que había hecho una ópera prima brillante (Ciudadano Kane), había tenido problemas y conflictos para llevar a cabo El cuarto mandamiento (y no pudo realizar la película soñada por él…, otra de las tragedias de su filmografía) y además ya tenía un proyecto cinematográfico inacabado (la eterna desgracia de su obra fílmica), Its All True. Así que ahora le tocaba una película que siguiera los estándares del sistema de estudios. Que demostrase que podía ser un director dentro de la industria hollywoodiense. Y ese fue el encargo de un productor, que por otra parte siempre arriesgaba, Sam Spiegel. La película fue El extraño. No solo tenía un productor, sino un presupuesto, unos tiempos estipulados, unas estrellas impuestas (y una de esas estrellas sería él mismo en el papel protagonista)…

Y todos estos “impedimentos” no sepultaron el espíritu creativo de Welles en esta película, que como en otras suyas termina pesando cómo está contada. El tema es atractivo. Y en ese momento prácticamente pionero, que en un futuro se convertiría casi en un género cinematográfico. La ocultación de un nazi en otro país, después de la Segunda Guerra Mundial, y la búsqueda y desenmascaramiento por parte de un personaje que actúa como un cazador de nazis. Posteriormente sería el tema de películas tan recordadas como Marathon Man, Odessa, Los niños del Brasil o La caja de música. Pero El extraño está hecha justamente cuando termina la Segunda Guerra Mundial y cuando todavía los acontecimientos no solo están recientes sino que se está destapando toda la maquinaria mortal que habían montado los nazis y el horror del holocausto (los juicios de Núremberg).

El extraño cuenta la historia de un agente de la comisión de crímenes de guerra que decide dejar en libertad a un nazi para que este le lleve hasta un pez gordo, hasta uno de los cerebros de los campos de exterminio, Frank Kindler. Efectivamente le traslada hasta una pequeña e idílica población estadounidense, Harper, en Connecticut, para descubrir que Kindler se ha convertido en un respetable ciudadano, con otra identidad, que además de ser un popular profesor de historia, va a casarse con la bella hija de un juez.

Ya en esta pequeña sinopsis se “leen” asuntos inquietantes, que tocaban también otras películas que se estaban rodando ese mismo año. Y es la facilidad con la que pueden extenderse y filtrarse una ideología que desemboque en totalitarismo. Kindler puede tranquilamente “integrarse” como profesor de historia en una pequeña localidad estadounidense y “disfrazar” e “inculcar” sus ideas además de relacionarse con las personas más influyentes del lugar (su futura esposa es la hija del juez). Por poner otro ejemplo, en aquel año, 1946, también se estrenó Hasta el fin del tiempo de Edward Dmytryk que contaba el duro regreso de tres soldados tras la contienda y sus dificultades para incorporarse de nuevo como ciudadanos. Estos tres soldados, perdidos, desubicados, desorientados y muy desencantados, se encuentran pasando el rato en un bar y un grupo de hombres se acerca a ellos para ofrecerles que formen parte de una asociación para construir una nueva América pero les cuentan sus requisitos para pertenecer a ella: “ni negros, ni judíos, ni católicos”… Se encuentran también en “casa” las semillas del fascismo contra el que habían combatido.

También toca otro tema muy cinematográfico…, presentar un pueblo y una sociedad inocente e idílica aparentemente…, perturbada por un elemento oscuro. Amenazada por el mal. Solo hay que rascar la superficie para encontrarse el lado más oscuro. Y eso no es solo la esencia de los futuros melodramas de los cincuenta (uno cosa es el idílico mundo aparente y otro son las pasiones y pulsiones ocultas) sino también la fórmula empleada por Hitchcock unos años antes en La sombra de una duda o por David Lynch posteriormente en Twin Peaks… para hablar sobre la presencia del mal y sus estragos.

Si seguimos ubicando en su tiempo a El extraño… curiosamente podemos volver a nombrar al maestro del suspense que el mismo año, él estrenaría una de sus obras maestras, Encadenados, donde curiosamente el antagonista es también un nazi que se oculta en Brasil. El Alexander Sebastian de Claude Rains es un personaje más complejo y ambiguo, además de hombre profundamente enamorado (para complicar más la historia), que el Frank Kindler de Orson Welles, que es una representación del mal con toques de tragedia shakesperiana. Un nazi convencido al que se le cae la máscara.

Curiosamente en El extraño son mucho más interesantes y tienen más matices atractivos y ocultos toda una galería de personajes secundarios. Desde ese nazi convertido en un fanático religioso, que sirve de cebo para localizar a Kindler; hasta ese dueño de bar del pueblo, testigo apacible que charla con los clientes, oye la radio, y juega a las damas con mínimas apuestas y gorra pero también miembro activo de la sociedad (es el primero que participa en la búsqueda de un cadáver)… O los matices de esa esposa provinciana, protegida siempre por su familia y cegada de amor que se niega a aceptar que se ha casado con un “monstruo” pero que se ve enfrentada a su problema o su joven hermano que apenas puede ocultar su antipatía por su futuro yerno porque algo intuye.

Y todos esos personajes secundarios dan vida a unas localizaciones atractivas que van armando un ambiente y que tienen sus funciones dentro de la historia. El plácido futuro hogar de los esposos se va convirtiendo en lugar siniestro cuando se oculta un secreto. El peculiar bar del pueblo es todo un punto, un espacio que es lugar de reunión y donde uno se sirve el café, coge los medicamentos que necesita o juega a las damas con el dueño. El bosque que rodea la localidad que es presentado como lugar de juego pero también como el sitio siniestro donde dos nazis se encuentran y donde ocurre un asesinato. O ese gimnasio vacío donde unas anillas pueden convertirse en un arma homicida. O por fin esa torre del reloj donde un hombre encuentra no solo una pasión sino un sitio donde ocultarse o un lugar que se convierte en una trampa mortal.

Orson Welles hubiera querido dar sus pinceladas personales a esta historia, pero como tenía que seguir las imposiciones de su productor y del estudio, no luchó, por ejemplo, por una buena idea: que el agente fuera protagonizado por una mujer, en concreto por Agnes Moorehead, que hubiera aportado sin duda matices interesantes y originales. Siguió el dictado que se le impuso. Ese personaje era para Edward G. Robinson, que por supuesto supo dejar su impronta, una buena interpretación y construcción del personaje. Por supuesto no se encargó del montaje ni del metraje, incluso cuenta el propio director que se descartaron buenas escenas rodadas en un país latinoamericano… donde llega primero el nazi-cebo y que explicaban o desarrollaban mejor la trama. Por otra parte, en El extraño Orson Welles también actúa y él es Frank Kindler, al que le aporta carisma y su característica voz. Así construye un tipo que logra enmascararse y convertirse en un ciudadano ejemplar para ir desvelando todas sus sombras y máscaras… hasta darle un violento final.

Por otra parte no falta su atrevimiento y movimientos de cámara, sus virguerías de la mirada. Esos contrapicados en el interior de la torre del reloj, ese beso en la penumbra, esas sombras en el gimnasio… o ese encuentro y asesinato en el bosque… Ese desvelamiento a la heroína de la personalidad de su marido cuando la enfrentan en una sala oscura a una cámara que proyecta las imágenes del horror, del holocausto, y ella muestra su rostro con pánico ante las imágenes que está viendo, que le parecen imposibles.

El extraño es una película que no deja de “hablar” y que muestra a un Orson Welles dentro del sistema de estudios sin perder su firma ni su creatividad… capaz del reto del que se hablaba al principio de este texto. Pero, sin embargo, el siguiente paso del director fue caminar por los márgenes de ese sistema de estudios… y no parar.

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14 comentarios en “Centenario de Orson Welles (7). El extraño (The stranger, 1946) de Orson Welles

  1. Hola, Hildy, buenas noches; a mí, El extraño me parece un peliculón como la copa de un pino, una muestra de dosificación del suspense digna de los mejores maestros, y una carga de profundidad contra la maldad esencial y su reflejo político e ideológico (aspectos, por cierto, que quedan, todos ellos, magníficamente glosados en tu texto), solo al alcance de los más grandes. Ah, claro, que la filmó, y firmó, un tal Welles. Así se explica, claro…

    Un fuerte abrazo y hasta pronto.

  2. Probablemente, es la película más floja de la primera etapa de Welles. Lo cual quiere decir exactamente: si esta es la más floja, cómo serán las demás…

    Y, efectivamente, es así, una obra excelente, aunque con algún desajuste, algo de megalomanía y sin duda menos osada de lo que hubiera podido ser. Roza, por ejemplo, sin entrar en él,un tema generalmente no tratado, que es la asimilación por EE.UU. de todos aquellos nazis que podían aportar algo en la carrera armamentística-espacial americana durante la Guerra Fría, o la presencia de ese germen de intolerencia criminal en la sociedad americana, como en la cinta de Dmytryk que nombras o también en Encrucijada de odios. Pero su trasfondo es tan interesante, o más, que la superficie, y es una delicia.

    Besos

  3. Querido Manuel, sí, creo que defines estupendamente el fondo de esta película. El extraño siempre ha tenido sobre mí una cierta atracción pues creo que explica muy bien la semilla del mal…

    Beso
    Hildy

  4. Sí, querido Alfredo, es de esas películas que permiten un análisis continuo, perpetuo. Me quedo totalmente con tu última frase «Pero su trasfondo es tan interesante, o más, que la superficie, y es una delicia».

    Beso
    Hildy

  5. Ay, Hildy, mi lista de pendientes no para de crecer… no sé si abandonar y dedicarme a tejer a dos agujas o si renunciar a mi trabajo para mirar películas todo el día… Por ahora me conformo con anotar prolijamente los títulos que me interesan y pongo éste junto a «Compulsión» que ya comentaste. Promete mucho.-
    Un beso grande, Bet.-

  6. Jajajaja, a mí me pasa lo mismo, querida Bet. Cuántas en mi baúl de películas pendientes. No tiene fondo. Pero ¡qué maravilla que nos quede tanto, tanto por ver y disfrutar!

    Ya me irás contando cuando veas tanto esta como la de Compulsion. Son muy pero que muy interesantes.

    Beso
    Hildy

  7. Has hecho una entrada excelente acerca de una de las películas de Orson Welles que más me gustan. Él, junto a Edward G. Robinson y Loretta Young, crean un trío magistral, perfectos en sus papeles.
    Saludos.

  8. ¡Muchas gracias, querido Licantropunk! Sí, el trío protagonista, tienes razón, está perfecto. Pero también funcionan los rostros e interpretaciones de cada uno de los secundarios. ¡Qué rostros todos!

    Besos
    Hildy

  9. No se la cita entre sus grandes, pero me parece entretenidísima, muy absorbente y con mucho estilo. Y tienes razón, Moorehead de agente hubiera sido muy interesante (sin faltar al pequeño gran Robinson, claro).

  10. Sí, Mooorehead hubiera hecho una agente de lo más interesante y hubiese dado unas pinceladas y unos matices que hubiesen enriquecido la trama. Pero efectivamente el personaje de Robinson también aportó lo suyo.

    Beso
    Hildy

  11. Hola Hildy,
    Sin duda «El extraño» está muy lejos de las obras mayores de Welles, pero es una película de intriga más que estimable, y que recuerdo estilísticamente menos barroca de lo habitual en el genio de Wisconsin. Además, tiene uno de mis personajes secundarios favoritos dentro del universo Welles: ese peculiar propietario de drugstore que juega a las damas con el protagonista y que encarna fabulosamente Billy House.
    La película fue además precoz (1946) y hasta diría que audaz, respecto a la facilidad con que un criminal nazi podía ocultarse y llevar una vida confortable en una comunidad cualquiera norteamericana. Es curioso, porque ese asunto del «blanqueamiento» de delincuentes como ciudadanos respetables parece estar muy presente en la cultura norteamericana. Precisamente hace unos días veía un western de mi admirado André De Toth, «El cazador de recompensas», en el que Randolph Scott arribaba a una ciudad en pleno despegue económico en la que varios de ellos, incluido el sheriff, vivían prósperamente.
    Aunque, sin irnos muy lejos, si pensamos que el régimen de Franco protegió durante décadas a un criminal nazi de postín como Léon Degrelle, que moriría pacíficamente de viejo en Málaga…
    Besos,
    Javier

  12. Sí, cómo llama la atención, querido Javier, el personaje del drugstore y también el propio local… es uno de los hallazgos peculiares de esta película. Y qué interesante lo que planteas en tu comentario. Me apunto la de André de Toth, que a mí cada vez me sorprende más en cada película que descubro. Me has hecho buscar información sobre Leon Degrelle…, qué fuerte.

    Beso
    Hildy

  13. Yo estoy con Welles….que decia que este proyecto se quedò a mitad de las pretensiones originales…..Curiosamente hay algo que no me convence particularmente y es la crispada interpretacion del propio Welles…..muy lejos de otras suyas….el guion me sorprende con detalles un tanto facilones como esa escena de la cena en la que Welles casi se incrimina de forma que no me convence….ese alarde de lo que es en la cena hummmmm no se…
    Pero tiene otros detalles que me encantan….sobre todo lo relacionado con la evoluciòn del personaje de Loretta que en mi opiniòn esta sublime…
    Robinson muy solvente….y el final gracias que lo rueda Welles, esos claroscuros en la iglesia….
    Te agradezco muchisimo el mensaje que me enviaste….millones de gracias x tu interes….si es que se ve que Hildy es no solo una mujer de armas tomar….es tb una gran persona…..un abrazo

  14. ¡Querido Victor, qué bueno saber de ti! Me alegra leerte. Como demuestras en tu comentario, El extraño… es una película apasionante para su exhaustivo análisis. Porque al quedarse «a mitad de las pretensiones originales» pero a la vez realizada por la personalidad creativa de un Orson Welles que quería demostrar muchas cosas surge una película rica y que origina maravillosas conclusiones tanto si nos fijamos en los aspectos negativos como en los positivos.

    Beso
    Hildy

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