Diccionario cinematográfico (72)

Gigolós: ¡¡¡Cuántos gigolós pueblan el mundo del celuloide!!! Jóvenes y bellos que se prostituyen por dinero con damas maduras. ¡¡¡Cuántas películas memorables!!! La lista de efebos hermosos y erotismo máximo es extensa. Momentos inconfundibles. Personajes tristes. Dulces pájaros de juventud que saben que su poder acabará tan pronto como sus musculos y sus caras sin arrugas dejen de existir con el paso inexorable del tiempo.

Primer homenaje, el bello de Paul Newman en drama sureño del gran dramaturgo Tennessee Williams. Sonrisa irresitible, Paul sólo desea el éxito que le permita acceder a su amor de juventud, para ello se deja acompañar por damas que pagan facturas y de paso pueden abrirle puertas en el mundo del espectáculo. Su última conquista, impagable actriz en decadencia con rostro de Geraldine Page.

Y seguimos con las actrices en decadencia que se dejan caer en brazos de hombres jóvenes y hermosos. Ahí tenemos a un rubio con cara de William Holden, guionista que trata de abrirse mundo, y de paso vivir bien con una estrella del pasado con cara de Gloria Swanson en obra maestra de Wilder, El crepúsculo de los dioses. Holden, joven de sueño dorado, siempre fue hermoso hasta en su madurez robaba corazones de jóvenes y maduras en un Picnic.

Al joven escritor fracasado le paga las facturas una millonaria con cara de Patricia Neal (siempre hubo algo de perverso en su rostro). Es el bello George Peppard que como joven promesa enseña juventud y torso pero se deja llevar por la maravillosa Holly (sólo podía ser una adorable Audrey Hepburn), heroína de Capote, en una historia de amor difícil de olvidar. Claro que hablo de Desayuno con diamantes.

Y en el universo de Tennessee sigue una estela, no podía ser de otra manera, de gigolós inolvidables… ¿quién no suspira, no solamente la triste señora Stone con rostro vencido de Vivien Leigh, ante la supremacía de un Warren Beatty joven y arrollador? También, el sin hogar o viajero sin rumbo, piel de serpiente, es amado por todas las damas que le dan cobijo, no podía ser otro que Marlon Brando.

Sólo John Voight con su cara de rubio inocente vestido de cowboy puede enternecer como gigoló venido a menos en la maravillosa cowboy a medianoche.

En los años ochenta llegó un american gigoló en plenitud de belleza, un Richard Gere que dejó sin respiración en un thriller que le mostraba hermoso y sospechoso.

Lágrimas de tristeza, campanadas a medianoche, me vienen a la cabeza cuando recuerdo en una larga carretera sin fin a dos gigolós y chaperos con rostros bellos, el exótico Keanu Reeves y otro rubio inocente desaparecido y hermoso, River Phoenix. El universo de Gus Van Sant envuelve en Mi private Idaho.

Y, por último, el mejor personaje de película, para mí insufrible, y más hermoso robot con rostro y estética de un Jude Law extremo y bello, de profesión, gigoló, y con una humanidad que hace dudar de Inteligencias Artificiales.

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