Cuando Margarita Cansino se convirtió en Rita Hayworth, la niña con sombras se quedó agazapada en la diva pelirroja, creación publicitaria, en la leyenda de celuloide. Lo mismo ocurrió con Norma Jean que se escondió en Marilyn Monroe. Pero Rita y Marilyn no fueron más que dos jaulas y en ellas fueron tiranizadas por los grandes jefes de Columbia y de la Fox. Mientras, se iban quebrando más y más en sus vidas amorosas. Ellos se enamoraban de la belleza y el glamour, de la imagen de estrella… pero cuando se encontraban con la oscuridad de las divas, con sus miedos y fragilidades, con los dolores que habitaban en ellas…, terminaban huyendo. De las dos se enamoraron hombres intelectuales y creativos, y ninguno supo desenterrarlas de sus jaulas. Las hundieron un poco más. Ambos crearon, sin embargo, personajes de ficción (las convirtieron de nuevo en diosas) que de alguna manera trataban de purgar sus fracasos amorosos…, cuando ya sus historias se habían hundido. Marilyn se apagó un poco más con Arthur Miller… que creo a Roslyn Tabor en Vidas Rebeldes y Rita se siguió quebrando con Orson Welles… que creo a Elsa Bannister en La dama de Shanghai.
Uno fue dulce y trató de dar la felicidad al personaje de ficción, una felicidad que nunca encontraría Monroe. El otro transformó a la diva creada por los estudios…, la rompió, la destruyó para crear a una femme fatale hermosa de personalidad múltiple, con tantas imágenes como espejos. Trató de sacar a Rita de la jaula construida para mostrar que era capaz de otras imágenes y roles.
Así La dama de Shanghai es de nuevo otra obra cinematográfica del Orson Welles que trataban de domar en los estudios de Hollywood y como era imposible…, finalmente arrebataban el resultado final de sus manos y se encargaban del montaje y otros aspectos… dando como resultado la película no soñada por Welles y aun así con su huella. Esta vez el domador fue Harry Cohn de Columbia. Cuentan que Orson estaba embarcado en una obra de teatro colosal, La vuelta al mundo en 80 días, y que como necesitaba dinero, llamó al productor (al que conocía por su esposa, Rita, ya que ella era la superestrella del estudio) y le dijo que haría una película para él de una novela…, y parece ser, cuenta la leyenda, que le dio el primer título que se le ocurrió, uno que recordaba haber visto en un kiosko. Así se comprometió con Cohn. Luego Rita deseó protagonizar junto al todavía su marido la película…, quizá era una oportunidad para arreglar las cosas.
La dama de Shanghai es cine negro, negrísimo. Donde el protagonista que nos cuenta su historia con una voz en off desencantada, relata cómo su destino cambió al cruzarse en su vida una mujer, Elsa Bannister. A partir de ese momento se verá enredado y engañado en una historia de tiburones y supervivientes que le utilizan como cabeza de turco para sus oscuras intenciones. Enredado en una compleja tela de araña de traiciones, asesinatos, corrupción y dinero. Elsa es una superviviente en un mundo sin poesía y ahí ella no puede tener sentimientos…, se lo advierte varias veces al marinero irlandés con cara de Orson Welles, pero como el personaje dice al principio de la película fue cruzarse con ella y su cabeza dejó de funcionar, la razón.
Como siempre está la huella, la firma de Orson Welles, en la manera de contar esta historia. Y aunque destruyó la imagen de leyenda pelirroja de Rita, creo una Elsa ambigua y bellísima. Quizá abrió la puerta de la jaula… pero volvieron a cerrarla con brusquedad. Su manera de filmarla no deja indiferente. A través de un catalejo, en bañador, sobre una roca. Tumbada en el crucero, como aislada, cantando una canción de desamor en primer plano. Corriendo en la noche mexicana con un traje blanco como si fuera una aparición inalcanzable. Y multiplicada una y mil veces, amenazante con su pistola, en la sala de los espejos…
Rita y Orson, la sirena que aboca al abismo al marinero, se rodean de personajes poco agradables que enrarecen más el ambiente y la atmósfera de la película. Y que hacen mucho más angustiosa la tela de araña en la que está cayendo el marinero… Los rostros e interpretaciones de Everett Sloane, con sus dos bastones; Glenn Anders, con su cara sudorosa en primer plano y Ted de Corsia, con su presencia extraña. Pero también la ambientación… en el crucero (parece ser que era el de Errol Flynn, en la noche mexicana, en las cuestas de San Francisco, en la calurosa sala llena del juicio (que parece una caricatura), en la sala de teatro china o en esa maravillosa y angustiosa zona de recreo abandonada… con esa casa de los locos o sala de los espejos…
La dama de Shanghai es también la muerte de una historia de amor a la deriva. Ella tiene tantos rostros reflejados y es tan difícil mostrar el único y verdadero…, una Margarita Cansino oculta…, una superviviente que no puede evitar tener sentimientos… Orson Welles solo supo mostrar su rostro fragmentado en los espejos y trató de romper la jaula de la diva pelirroja… Después se marchó como O’Hara, su personaje, y dejó, de nuevo, sola a la dama de Shanghai…
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Ups, ya te escribí sobre esta peli en tu entrada del 17/02/2012 y desde entonces no volví a verla… Tenía pensado revisitarla hace un par de semanas. Estuve de vacaciones, pero en casa, y armé mini-ciclos de tres películas cada uno, con diferentes temas o directores o actores. Se suponía que debía ver «La dama de Shangai» dentro del mini-ciclo de Rita Hayworth, pero después de ver «Cover girl» y la primera mitad de «Gilda» abandoné. Supongo que una peli como esta (o «Gilda») no es para todos los días…
Dicho sea de paso, te imaginarás cómo quedé después de mi experiencia cinematográfica, casi necesité vacaciones de mis vacaciones, jaja. En fin, no hay nada mejor que broncearse a la luz de la pantalla 😉
Un beso, Bet.-
Lo recuerdo, mi querida Bet, y además acabo de ir hacia el comentario y lo he vuelto a leer. Qué bueno lo de broncearse a la luz de la pantalla y hacer los mini ciclos de tres películas. ¿Cuál te entusiasmó o disfrutaste más? Yo estoy haciendo lo mismo en este aquí caluroso mes, ver películas que tenía en mi lista de pendientes. Poco a poco iré escribiendo sobre ellas. ¿Te puedes creer que no he visto Cover girl o por lo menos no me acuerdo de absolutamente nada? Hay una película de Rita que me gusta mucho y salen un montón de actores con los que disfruto: Mesas separadas (Separate tables, 1958) de Delbert Mann.
Beso con un ventilador a tope… pegándome en el rostro
Hildy
Jajaja, cuidado, no te pongas demasiado cerca del ventilador.
Yo armé mi programa con pelis que no había visto, otras que tenía muy olvidadas y con algunas que ya conozco de memoria, un poco de todo. Creo que los mini – ciclos que más me gustaron en esta oportunidad fueron el de Vincente Minelli (aquí descubrí «Gigi» y también «Cabin in the sky», que tiene sus cosas pero en general me gustó; la tercera fue la vieja y querida «Un americano en París) y el que llamaría de musicales «modernos» («Chicago», «Cabaret» y «All that jazz», esta última fue un descubrimiento, nunca antes la había visto). Otros descubrimientos fueron «A Star is born» (la de 1954), «Luz en el alma» y «La mano negra», y fuera de programa «La escalera de caracol». ¡Qué miedo me dio! La vi una noche de lluvia y viento terribles (parecidos a los de la película, sólo faltaban los truenos y relámpagos), sola, con la casa haciendo ruidos extraños y a pesar de que ya había adivinado el final, me asusté como si estuviera viendo una de terror. Ya te voy a contar qué me pareció «A Star is born».-
Acá estoy viendo el reparto de «Mesas separadas», ¡qué bueno! Y está Burt Lancaster, je je.-
Un beso grande, Bet (arropada hasta la nariz).-
Qué sesiones más buenas. Ahhh, deseando saber qué te pareció Ha nacido una estrella, la versión de 1957. Y La escalera de caracol hace un montón q la vi…, tengo que volver a verla. Y también Gigi. Ayyy, qué bueno que nunca se acaben las películas que hay que volver a ver y las que esperan ser descubiertas.
Un beso… hoy con tormenta de verano
Hildy
Sí que debe ser el centenario porque me encuentro a Orson Welles por todos lados: hace poco en «Moby Dick», el otro día en «Trampa 22». De «La dama de Shanghai», sin embargo, apenas recuerdo a Welles (en la forma del filme sí, claro) como actor, todo mi recuerdo a Rita Hayworth, que aparece como nunca en esta película.
Saludos.
Mi querido Licantropunk, el centro del film es esa rubia femme fatale. Rita estaba tan hermosa… y quien la recuerda es un marinero irlandés y vividor con cara de Welles… Pero la peli es esa dama de Shanghai q lleva una vida dura y para sobrevivir prescinde de los sentimientos…
Beso
Hildy
¡Pero qué bonito y emocionante te ha quedado el texto! Que por cierto, menudo choque el de Hayworth y Welles. Daría en sí mismo para una película si luego los biopics de Hollywood no resultasen tan tostonazos.
¡Muchas gracias, querido crítico abúlico! Rita y Orson inspiran historias y palabras. Y cómo me gustó volver a ver La dama de Shanghai…
Besos
Hildy
Magnífica película, mi querida Hildy, para un Welles ansioso por demostrar a los estudios que podía ser «un niño bueno». En España, siempre quedará el pasado censurado de O’Hara, que fue miembro de las Brigadas Internacionales en la guerra civil en todas partes menos aquí (lo mismo que le pasaba a Rick en «Casablanca» con su pasado republicano). Rita aquí consagra el mito nacido con «Gilda», pero Welles, según él mismo cuenta, sabía que el complejo de Rita provenía de que odiaba ese mundo, que tenía vocación de ama de casa. En fin.
Más allá de sus virtudes y defectos, la gran prueba de que esta película es inmortal es la cantidad de veces que ha sido copiada, por las malas o por las buenas (como Woody Allen).
Besos
… Sí, querido Alfredo, me encanta la forma, cómo está contada esta película. Y me gusta mucho cómo la cámara mima el rostro de Rita. El personaje de esa dama de Shanghai no deja de ser triste y trágico, como la propia Rita. O’Hara y Rick a lo mejor fueron compañeros en las Brigadas…
Besos
Hildy
Después de muchísimo tiempo he vuelto a ver esta película. Mi memoria la tenía arrinconada por el paso de los años y un pálpito súbito me advertía que me iba a gustar mucho más que la primera vez. Efectivamente. El don y la sensatez que dan los años ha elevado a mi currículum cinéfilo este particular y absorbente filme – quizá imperfecto pero no por ello menos disfrutable e infeccioso (es, en el mejor sentido, como una enfermedad; sabes que dejará secuelas pero es imposible no dejarse llevar).
Es curioso, chocante y paradójico pero, al mismo tiempo, lógico pensar en la situación que atravesaba la pareja estelar en esos momentos (ello me lleva a acordarme de la similar situación que pasaba la pareja Nicholas Ray/Gloria Grahame en la extraordinaria «En un lugar solitario» y por ello me parece que tanto unos como otros tenían una madurez mental alucinante (o eso me parece a mí): cómo llevar adelante un proyecto común cuando la pareja está en un proceso de deterioro irremisible; en dicho caso, la que me da más pena es Hayworth, por las esperanzas depositadas).
Da la sensación que, más allá de coyunturas y problemas en la producción y todos los aspectos que señalas en tu magnífico texto, el director quisiera exorcizar los rescoldos que quedaban de su relación para, a continuación, del mismo modo que hace en la secuencia final, dar carpetazo definitivo a su tumultuosa vida conyugal aplicándose la máxima de «la vida continúa» y esto me parece admirable. La perfecta conjugación de cine y vida, donde el espectador nunca sabe dónde termina uno y comienza la otra. De ahí toda la credibilidad de la película, su extraña atmósfera (sobre todo en su segunda parte, donde se puede advertir el homenaje que Welles hace no sólo al expresionismo alemán sino al filme «El gabinete del doctor Caligari» y todas las secuencias posteriormente homenajeadas en múltiples películas, que parecen sacadas de un mundo abstracto y onírico), ese poso de amargura que deja y la química que desprenden Welles (más atractivo que nunca) y Hayworth (mucho más bella y sugerente que en «Gilda» gracias a la riqueza de su personaje).
Cómo sobrevivir a una ruptura sin hacerse daño a uno mismo: ésa es la conclusión a la que llego tras este nuevo visionado de esta fascinante película.
Un abrazo.
Querida Isis, qué sugerente y arrebatador comentario sobre La dama de Shanghai, como siempre me ha fascinado leerte. Qué maravilloso es volver a visionar otra vez ciertas películas con el paso de los años y cómo van adquiriendo nuevas capas y significados. Sí, que bonita y triste sesión sobre parejas entre director y actriz que se desmoronan… y las películas que resultan: esta, la que apuntas (En un lugar solitario), Vidas rebeldes o Te querré siempre, por ejemplo.
Beso
Hildy