El gran carnaval (The big carnaval, 1951) de Billy Wilder

Si ustedes quieren adentrarse en un cine fuerte, cínico, crítico, duro sobre la condición humana, sobre cómo funcionan nuestras partes más oscuras, nuestra irracionalidad, nuestra poca humanidad, nuestro sensacionalismo…, tiene su película en una obra de hace más de cincuenta años. Tan actual en aquellos momentos como hoy. 

Billy Wilder no tiene ninguna compasión por su protagonista y algunos personajes secundarios. Los presenta tan cual son. Con todas sus miserias. El gran carnaval es una película realizada desde la inteligencia de un hombre cínico –que ha vivido mucho y sabe de lo que habla– y desde una crítica feroz al ser humano. No es de extrañar que en la época fuera mal recibida por el público, a nadie le agrada encontrarse frente a frente con la mezquindad. Y tampoco extraña que sea una de las películas menos conocidas de Wilder. El director de origen austriaco es recordado en la memoria cinéfila sobre todo por sus maravillosas comedias pero, sin embargo, se encuentran más en la sombra sus películas que podríamos denominar serias. Una cualidad de Wilder es que jamás fue políticamente correcto…pero me refiero a que nunca trató de querer agradar o caer bien al público –ni en sus comedias ni en sus dramas– sino que siempre trató de dar vida a historias y personajes tal y como los veía con luces y sombras, aunque no agradaran. 

Así Chuck Tatum (qué bien está Kirk Douglas), el periodista en busca de historia, se eleva como uno de los personajes más desagradables del celuloide… pero ¡milagro! llegamos a compadecernos de todas sus sombras. Los personajes de Wilder son tan complejos que los hace insufriblemente humanos y, por tanto, los entendemos aunque sabemos que su actuación es inmoral (me da miedo emplear estas palabras: compasión, sufrimiento, moralidad e inmoralidad… cuando se emplean muchas veces tan mal y se manipula su significado o se simplifica, que es peor). 

Aquí nos encontramos no con el Wilder, mago de comedia, sino con el director que contaba historias humanas y dramáticas sobre comportamientos humanos (no se crean en las comedias también los personajes se comportan como seres humanos con sus fortalezas y debilidades, en sus comedias también hay críticas al mundo analizado por Wilder y mucha mala leche): el director de Perdición, Días sin huella, Berlín Occidente, El crepúsculo de los dioses, El gran carnaval o Fédora. 

En El gran carnaval cuenta como un periodista sin escrúpulos, para volver a ser alguien en el mundo del periodismo, explota una historia de “interés humano” para su conveniencia con el apoyo de muchos estratos de la sociedad. El periodista crea un ‘gran carnaval’ alrededor de la tragedia de un ser humano (un hombre de origen indio que se ha quedado atrapado en una cueva). Son muchos los intereses que mueven a distintos personajes para que el rescate de este hombre se haga de la manera más lenta posible. Lo que menos importa en este gran carnaval es el sufrimiento de una persona y de sus seres más allegados (esos padres silenciosos que son testigos mudos e impotentes de la tragedia).En este gran drama humano, Wilder presenta a muchos personajes –y muy pocos de ellos positivos–. El cuarto poder no sale bien parado (y ése era un mundo que no desconocía el autor ya que durante su juventud lo ejerció) tan sólo el director del periódico de provincias –un hombre honesto y que quiere contar la verdad– presenta un mínimo de humanidad. Desde los compañeros de profesión de otros medios de comunicación, antiguos jefes, y un joven fotógrafo que admira –sin pensar mucho aunque se sienten sus dudas– los consejos de cómo debe ser el periodismo de Tatum, aprovechan la estrategia del protagonista. 

Tampoco salen bien parados aquellos que representan el poder, en la figura de un desagradable sheriff corrupto que aprovecha la historia para salir reelegido. O ese ingeniero, que sabe cuál es el camino más corto para el rescate, pero que se deja coaccionar ante promesas y ante el miedo de perder su estatus y lleva a cabo el rescate de la manera más complicada. Tremendo y complejo también el personaje de la esposa del afectado, una mujer amargada y a disgusto con la vida que lleva que ve en la desgracia de su marido la posibilidad de enriquecerse y en Tatum la posibilidad de escapar de una vida mediocre y monótona. Entra en el juego de pleno. Y, la gran masa humana, los lectores, la gente corriente o todos aquellos que ven una oportunidad de negocio en la tragedia. La gente corriente corre al lugar de los hechos para opinar y ser testigos, se monta una verbena alrededor de una tragedia, porque es una historia que alimenta el morbo, que hace salir a muchos de la monotonía de sus vidas y ser protagonistas de un acontecimiento humano. O aquellos que ven posibilidades de ganar dinero montando negocios alrededor del evento. El rescate se convierte en un triste esperpento. 

Los únicos que sufren son los padres de la víctima y la propia víctima que lucha por la supervivencia, un hombre sencillo y enamorado de su esposa y que cree encontrar en Tatum, un amigo de verdad dentro de su soledad. Un hombre que siempre ha sido un marginado y ha luchado por sobrevivir en un mundo de lobos, con sus sueños y esperanzas, aplastadas bajo una cueva. 

Tatum toma conciencia de su propio circo demasiado tarde. Y es atrapado por la propia historia que él ha creado. Cuando trata de hacer las cosas bien, todo y todos se vuelve en su contra. El carnaval es imparable. 

Billy Wilder no se guarda ni un sólo as en la manga y muestra un circo despiadado. No es una película fácil.

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